Molino Chacabuco, una empresa con más de un siglo de historia y que ocupa porciones importantes en el abastecimiento de harina de trigo al mercado interno, presentó este viernes su renuncia a seguir integrando la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), dando quizás inicio a un cisma en esa entidad que podría profundizarse con el alejamiento de más empresas. Otro molino, llamado Central Norte, ya habría seguido sus pasos.
Todo sucede en medio de que el presidente de esa organización, Diego Cifarelli, fue ratificado en su cargo pese a que había presentado su renuncia hace cuatro meses.
El contexto es más que claro: Molino Chacabuco formaba parte de un importante grupo de empresas socias de FAIM que desde siempre se opusieron a ingresar al escandaloso Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA), un fideicomiso empujado por el gobierno saliente -lo creó Roberto Feletti, pero luego fue convalidado por Sergio Massa y Matías Tombolini- con el casi inocultable objetivo de transferir recursos de los productores de soja a un grupo molinero que está en convocatoria de acreedores, con un pasivo casi peor al que tenía la aceitera Vicentin, de unos 1.300 millones de dólares.
Hasta lo que se conoce, porque se conoce muy poco y las cifras del fideicomiso nunca fueron públicas, el 70% de los millonarios recursos que circularon por el FETA (que este año provenían de dos puntos de las retenciones cobradas a la harina y el aceite de soja) fueron recibidos por Molino Cañuelas, la empresa concursada de la familia Navilli y la líder del mercado de la harina de trigo, con más del 20% de la molienda. Esto no hizo más que acentuar su posición dominante, a pesar de su frágil situación financiera.
Fuentes del sector molinero confirmaron a Bichos de Campo la decisión de Molino Chacabuco, que pertenece desde 1918 al grupo consignatario Crespo Rodríguez y sigue en manos de esa familia, de abandonar la FAIM, a cuya conducción -encabezada por Cifarelli- muchos otros empresarios consideran corresponsable de este desaguisado que permitió que Molino Cañuelas contara con semejante respaldo del gobierno, tangible en la transferencia de decenas de miles de millones de pesos a sus alicaídas cuentas bancarias, mientras son investigadas por la justicia comercial.
El FETA tiene fecha de vencimiento el próximo 31 de diciembre y en el actual contexto político, con la asunción del gobierno de Javier Milei, parece tener los días contados, pues los libertarios suelen pronunciarse en contra de las intervenciones en los mercados y quizás esta sea la más escandalosa de todas las que protagonizó el kirchnerismo. Es que desde abril de 2022, Cañuelas y un puñado de 20 empresas adhirieron al fideicomiso y cobraron las compensaciones, mientras que hay otros 130 empresas que decidieron no ingresar por como venía todo amañado.
Lo del FETA ha sido escandaloso de principio a fin: primero Comercio Interior incluyó en los subsidios las premezclas y semolines que son el producto estrella de Cañuelas. Luego, como eso resultaba escandaloso y no abarataba para nada el precio del pan común, limitó las compensaciones a la harina Tres Ceros. Pero más tarde estableció un inexplicable “premio” por el contenido de gluten. La lectura es clara: cambiaron las reglas varias veces, como para asegurar un flujo de dinero creciente hacia Cañuelas.
En los títulos, se supone que el objetivo o excusa para montar esta herramienta administrada por el BICE era subsidiar solo el valor mayorista de la harina triple 0, que es la que se utiliza para elaborar el pan común. Si así fuera realmente, resultó ser un fracaso estrepitoso, porque el pan subió más que la inflación general y casi ningún panadero trasladó a sus clientes el beneficio de recibir una harina más barata. Si es que la recibieron realmente, porque ninguna autoridad controló que efectivamente los minoristas pagaran la bolsa de 25 kilos a los valores convenidos.
Si hoy alguien le preguntara a Tombolini, el secretario de Comercio que se va, cuántos kilos de harina fueron subsidiados por este mecanismo, no podría responderlo. Casi con seguridad que no lo sabe. Pero sí se conoce que el grupo Cañuelas recuperó -con este capital de trabajo aportado por el Estado- varios puntos de su participación en el mercado, en detrimento de otras empresas como Molinos Chacabuco, pero desplazando sobre todo a los molinos más chicos. Hace unos días, con el cambio de gobierno, la Asociación Argentina de Molinos Pyme (Apymimra) volvió a reclamar que finalice esa distorsión que perjudicó claramente a las empresas con menos espalda, favoreciendo la concentración de la molienda.
¿Y por qué la FAIM, a la que muchos acusan de haber sido funcional a toda esta ofensiva a favor de Cañuelas, recién comenzó a resquebrajarse ahora, cuando todo parece indicar que el FETA no continuaría? ¿Por qué recién se quiebra cuando la mayoría de los molinos que la integran rechazaron enfáticamente la creación de este fideicomiso?
En realidad, la Federación viene sufriendo una fractura expuesta desde hace meses, que estalló el 27 de julio pasado, cuando el presidente de la entidad, Diego Cifarelli, presentó su renuncia supuestamente cansado de la discusión entre los molinos que debía representar. En el texto de su renuncia, que anticipó Bichos de Campo, el ejecutivo -que proviene de molinos Tassara y es dueño de una distribuidora mayorista en su ciudad, Junín-, había reconocido la existencia de “discrepancias” entre sus socios, quienes “tienen hoy visiones estratégicas contrapuestas”. Por eso dijo que renunció, cansado de mediar sin éxito entre quienes le pagaban el sueldo.
En realidad, con Molino Cañuelas a la cabeza, los pocos molinos que ingresaron al FETA (como Lagomarsino, Morixe, o Molinos Río de la Plata) siempre fueron minoría en número, pero representaban el 40/45% de la molienda total. La inmensa mayoría de socios de la FAIM siempre estuvo en contra, pero eran en verdad una minoría en volumen de negocios.
Como sea, en las últimas horas se confirmó que la renuncia de Cifarelli se parecía demasiado a una puesta en escena, porque jamás se concretó realmente. El ejecutivo primero dijo que su alejamiento se haría efectivo en el lapso de tres meses, con lo cual debería haberse concretado a fines de octubre. Pero en noviembre seguía el frente de la Federación, e incluso condujo un congreso internacional de la molinería realizado en Córdoba.
Este viernes, luego de las elecciones, en la antesala de la asunción de un gobierno que podría disolver sin más el FETA, los molinos más poderosos de la FAIM finalmente apoyaron la continuidad de Cifarelli en su cargo de presidente, pese a que la grieta dentro de la entidad continúa sin resolverse y las contrariedades siguen más visibles que nunca.
Este es uno de los motivos que desencadenó la renuncia de Molino Chacabuco a la Federación, pese a que había sido uno de sus socios fundadores.
Por suerte, la FAIM nunca rediseñó durante estos meses su página web institucional: Allí Cifarelli continuó siempre figurando como presidente, en el periodo 2022 a 2024, y lo secundaba como vicepresidente Ricardo Navilli, como representante del todopoderoso Molino Cañuelas.
Diego Cifarelli no boroo con el codo su renuncia sino que fue a pedido de una mayoría abrumadora de empresas molineras que le solicitaron su continuación y no fue una tarea fácil . Las razones de alguna renuncia son nobles pero se pueden deben a una diversidad de motivos y verdaderamente una lastima por tratarse de una empresa muy valorada en el sector .
Es triste como malgastan plata y no controlan los precios. Cómo emprendedora me cuesta trabajar y salir adelante con esta situación, un día un precio y otro día otro, en una cuadra un precio diferente que el mismo producto en la cuadra que le sigue. Es difícil seguir cuando no hay margen ni control de precios. Por otra parte los precios cuidados no existen salvó “apenas” en grandes cadenas de supermercado.