El consultor del sector porcino Juan Luis Uccelli elaboró un sencillo cuadro para entender por qué no siempre funciona ese latiguillo que dice que las importaciones sirven para domesticar los precios internos y controlar la inflación.
La política de importación en el caso de la carne porcina luce más que vigorosa. Entre enero y mayo los ingresos de carne de cerdo, especialmente desde Brasil, han sido de 24.303 toneladas. En los cinco meses iniciales de 2024 ese mismo producto había ingresado con 3.939 toneladas, lo que “demuestra que fue grosero” el incremento de las compras, a juicio del especialista.
Uccelli también remarcó que en estos primeros cinco meses “se importó más que todo el año 2024”, cuando los registros oficiales marcan ingresos de carne porcina por 19.351 toneladas. Hasta aquí los datos duros.
¿Sirvieron esas importaciones para bajar los precios al consumidor, como predica el gobierno?
Uccelli respondió a ese cuestionamiento: “Las importaciones en general tienen, según lo plantea el Gobierno, la finalidad de bajar los precios de lo que pagan los consumidores. Lamentablemente en carne de cerdo, no ha sucedido”.
El cuadro que elaboró con diferentes indicadores es bastante explícito. El precio del producto subió más del 25%, mientras que el precio de la carne importada subió casi 20% y el valor pagado a los productores nacionales de cerdos lo hizo apenas 4%.
Según Uccelli, mirando este comportamiento del mercado, parece haber sucedido lo contrario en este rubro del comercio: la suba de las importaciones repercutió negativamente en los precios pagados por el consumidor.
“¿El precio de lo importado presionó el precio al público al alza? Es complicado comprobarlo, pero seguramente no cumplió la función que pensaban”, estableció el analista.
Tanto el valor local del animales en pie como el de la media res están en rangos muy inferiores de suba, “demostrando que tanto la faena, como el desposte, no fue responsable del aumento al público”.
En este fotografía, al menos, la que actúo de ancla a la inflación, incluso asumiendo pérdidas, ha sido la producción local de cerdos. De hecho, Uccelli remarcó que “el precio que recibieron los productores, salvo un pequeño aumento a principios de enero, se mantuvo prácticamente igual en los primeros 5 meses”, mientras que a los mismos productores “el costo de producción para hacer los capones les aumentó 12.7%, valor parecido al de la inflación”.
“Otra conclusión: los productores de cerdo sacrificaron rentabilidad al aumentar más los costos que los precios de venta de sus cerdos”, ratificó este análisis.
A partir de sus datos, Uccelli se planteó ir un poco más allá y se preguntó ¿quién se quedó con la diferencia? “No es difícil analizar que el último eslabón, el de la comercialización, ha tomado la diferencia”, sentenció.
Luego remarcó que “la faena de cerdos en estos cinco meses aumentó un 1.5%, generando más oferta. Pero las 24.303 toneladas importadas presionaron la oferta y la consecuencia la termina pagando la producción nacional. Mientras, enviamos más de 75 millones de dólares al exterior, en un país que trata de buscar los dólares en todos lados, inclusive bajo el colchón”, señaló.