El impacto de la devaluación en los costos de producción de verduras y hortalizas no es gratis y por eso la crisis en el sector se agudizó luego de las PASO y la corrida cambiaria. Pero Pablo Blanco, presidente de la Asociación Hortícola Río Santa Lucía en Corrientes, no le hecha la culpa a nadie en especial. Dice que el proceso de costos en alza, precios planchados y distorsión en la cadena se repite gobierno tras gobierno.
“Estos últimos tres años son catastróficos para nosotros porque venimos de campañas muy malas en cuanto al consumo. La gente tiene poco poder adquisitivo y cuando hay picos de precios en los mercados de tomates o pimientos no hay respuesta de la calle. Si a eso le sumamos que todos nuestros insumos son en dólares, y con un dólar que cada vez que se devalúa, aumenta”, dijo a Bichos de Campo el dirigente hortícola, que proviene de una de las zonas que se destaca por la producción de tomates del país.
Sobre los aumentos de insumos que afrontan los horticultores, Blanco explicó que “subió la semilla, el plástico que usamos para los invernaderos, los fertilizantes y los insecticidas. Es decir que todo lo que compramos está dolarizado, a excepción de la mano de obra que utiliza el sector hortícola, la cual es muy importante. Y encima vendemos en pesos, un peso que cada vez está más devaluado”.
Según Blanco, en este contexto además “el acceso del sector hortícola a créditos de Banco Nación es mínimo. Entonces esto también debe ser puesto en la mesa de debate para poder hacer esa reforma agraria que se está necesitando”. Agregó que “las unidades productivas son de 2 a 4 hectáreas de invernadero, con una inversión inicial de casi 3 millones de pesos por hectárea. Así se vuelve difícil mantenernos y merma la cantidad de productores”.
Escuchá el reportaje completo realizado a Pablo Blanco:
Respeto a los precios de venta, el horticultor remarcó que “el kilo de tomate en quinta se vende en 10 a 12 pesos, y la verdad es que no difiere mucho del precio percibido en el Mercado Central. De modo que la distorsión de precios no está ahí, sino en las góndolas de los supermercados y en las verdulerías también. En Buenos Aires ese mismo kilo sale 69 pesos. La distorsión entre lo que recibe el productor y paga el consumidor final es tremenda”.
Blanco resumió que el pedido del sector a un próximo gobierno es “sentarnos con quienes tendrán poder de decisión para analizar todos los puntos de esta economía regional, y pedirles que no segmenten sólo por ganadería o agro exportador, sino que también tengan en cuenta a los que producimos para el mercado interno que también somos importantes”.