Fabio Quetglas es de los pocos políticos con los cuales se puede hablar en buenos términos de política agropecuaria, sin chicanas de por medio ni cargas ideológicas exacerbadas. Es diputado nacional de la Unión Cívica Radical (UCR) y curiosamente vive en Almagro, en el medio de la ciudad. Pero en una entrevista con Bichos de Campo deja en claro que entiende que la solución para los problemas argentinos se encontrarán, como decía Don Humberto Volando, junto al campo y no en contra del campo.
-Sos uno de los pocos diputados a los que, si rascamos, le sacamos algo de letra de política agropecuaria. Me cuesta encontrar diputados que hablen de esto
-Hay una paradoja y es que yo vivo en Almagro y no tengo una sola maceta, pero creo que el tema trasciende el interés sectorial por su dimensión macroeconómica, por lo que significa fuera de las áreas metropolitanas en materia de empleo y por necesidades de infraestructura. Lo que pasa es que los diputados de origen urbano no conocen el tema porque su formación tal vez está ligada al derecho y otras áreas, mientras que los de origen rural lo traen tirado desde la pertenencia gremial, y entonces sigue siendo una visión recortada. En esto yo me siento un rara avis porque tengo un gran interés por el tema, aunque no desde una perspectiva gremial.
-¿Y por qué te despierta interés la política agropecuaria?
-Te doy mis argumentos. La Argentina entró en una larga etapa de turbulencia económica a partir de 1975, cuando quedó de manifiesto que el modelo de industrialización sustitutiva no era suficientemente sólido como para soportar shocks externos como el que tuvimos en ese momento con la crisis petrolera. Hoy uno de los grandes problemas a resolver es el de la restricción externa.
-Esto coincide con el Rodrigazo. Fue el inicio de una serie de crisis recurrentes de la Argentina en materia económica. Después de eso, cada diez años tenemos un ajuste porque no llegamos a pagar las cuentas…
-Claro, y ese es el nombre que le dimos al capítulo argentino donde juntamos mala gestión local mas una situación de shock externo que se convirtió en una bomba. Si Argentina quiere resolver su problema de restricción externa tiene que tener un nivel de inserción global de su cadena de valor mucho más intensivo y ahí hay un capítulo para el mundo agrario.
Luego, si queremos tener un país realmente federal precisamos integrar no solo la zona Núcleo sino otras regiones del país a la dinámica de la modernidad económica y en principio deberíamos poder hacerlo a partir de la calificación de nuestra intervención sobre los recursos naturales.
Por otro lado, antes se asociaba a la producción agropecuaria con lo rústico y se suponía que lo sofisticado era la industria, pero todos sabemos que los niveles de agregado de conocimiento están en ambas áreas. El punto de quiebre no debe ser campo-ciudad, sino que se trata de ver cómo uno incorpora conocimiento y capital para construir una economía que nos permita tener una sociedad con mayor nivel de cohesión social, que es la gran deuda que tiene la Argentina.
Mirá la entrevista completa a Fabio Quetglas:
-¿O sea que discutir sobre política agropecuaria sirve para discutir también sobre los problemas nacionales?
-Claro. Pero cada tanto la política tiene la recurrencia de pensar que cuando hay un problema la solución pasa por darle un manotazo al agro, a veces de modo inteligente pero otras hecho de modo burdo. Nuestro agro no es mejor ni peor que otros sectores económicos, pero merece un tratamiento político institucional adecuado, calificado y serio, porque a los problemas que ya de por sí tiene cualquier sector económico, al agro se le añade uno y es que tiene un ciclo biológico.
-¿Y qué harías?
-Un primer pacto a realizar sería que puedan cosechar con las mismas condiciones macroeconómicas con las que sembraron. La otra vez discutía con amigos esto de que es un milagro que en Argentina haya producción de manzanas, por ejemplo. Hay gente que planta manzanas, peras o ciruelas y están varios años hasta ver resultados. Son verdaderos optimistas, mientras a nosotros un año nos parece un ciclo de difícil comprensión en Argentina, un país que si tuviera políticas sostenidas y resolviera con diálogo social la integración de todos los actores de una cadena de valor, tendría potencial para desarrollar muchas actividades más que la frutihortícola. Cuando ves que Chile exporta en frutas 10 a 12 veces más, tiene que ver con una macroeconomía ordenada y con una logística adecuada.
Con esto quiero decir que no podemos hacernos los giles y no podemos enfrentarnos al agro desde el prejuicio de los textos de sociología de los años ´60. Esos textos también los leí yo e ilustraron nuestra juventud. La pregunta que debemos hacernos es si son útiles para gobernar hoy, cuando no es así porque cambió la sociología rural, se dividió la tierra, desaparecieron muchos productores, ingresaron nuevos paquetes tecnológicos, la globalización le da una oportunidad a los recursos naturales. Jauretche no tenía por qué saberlo.
-Cuando pretendés discutir de este modo sobre política agropecuaria ¿Qué abunda más en los políticos? ¿El prejuicio o la ignorancia y el desconocimiento?
-Son primos hermanos. A ver, no todos tienen que ser especialistas en sociología agraria y en cadenas de valor pero tampoco debemos subirnos a cualquier bondi para hablar a la tribuna y eso es algo que deberíamos pedir a todos. Cuando oigo hablar de ´los garcas del campo´ yo me pregunto ¿Sabrán cuál es el nivel de superficie de explotación promedio en Buenos Aires? ¿Sabrán cuántas son unidades familiares?
-Ese discurso arcaico, que tilda a todosa de garcas, por el contrario contribuye a una mayor concentración agropecuaria. ¿No se dan cuenta de eso?
-Lo más triste de todo este es que en este momento Argentina debería estar haciendo goles en estos temas. Te pongo un ejemplo que es maravilloso porque se puede medir en termino físicos: en Europa, cuando una cuenca láctea da un promedio diario de 18 o 20 litros diarios, festejan de un modo tremendo, y acá nosotros tenemos decenas de cuencas lácteas con 25 a 31 litros diarios. La pregunta del millón es porqué Argentina no es una potencia mundial con un salto comercial en el sector lácteo de 3 mil o 4 mil millones de dólares.
Si hubiéramos producido ese nivel de inserción global y no digo todo el país sino un pedacito no desdeñable, estaríamos más parecidos a Nueva Zelanda. Hablo de incluir tres cuartos de Entre Ríos, la mitad de Santa Fe y un tercio de Córdoba, o sea que no hablo de lugares donde vive mucha gente pero el tipo de la estación de servicio y el escribano estarían contentos. Entonces, bajémonos del prejuicio y discutamos estas cosas.
-¿No hay lugares dónde se discutan de estas cosas?
-Lo que hacemos es, cada tanto, ponernos a discutir en cómo desacoplar los precios internos de los internacionales cuando lo que tendríamos que pensar es en cómo tener más salarios, más gente incluida por la vía del trabajo y por lo tanto no sea problemático tener niveles de inserción internacional más intensos.
-Vos afirmás que no sirve sacarle tanto recurso al agro para subsidiar una industria sustitutiva, porque ese modelo ya fracasó en los ´70 y seguramente no sea el camino a seguir. Decías también que hay que dar certidumbre a las políticas, para que permitan agregar valor en el agro. Ahora, ¿es posible lograr esto con una enorme ciudad, Buenos Aires y su conurbano, que condiciona casi siempre las políticas?
-Para mejorar la productividad las unidades productivas deben estar vivas. Sabemos que, por ejemplo, en el área Metropolitana hay un denso tejido Pyme e industrial, de servicios, etc. y en el interior más actividad agropecuaria. Nosotros precisamos dar un gran salto de productividad, y en esto hay sectores que lo tienen más fácil que otros; lo que tenemos que tratar es de que no muera ninguno. La política debe tener un discurso, una visión y un acuerdo en el que deben ganar las ideas. Yo puedo estar equivocado y no tengo ningún problema si alguien marca que mi visión está mal.
Precisamos que nuestra burguesía barrial y que nuestro tejido pyme prosperen, y ahí se precisa de una visión política. El campo responde rápido a los estímulos pero lo que responde lento es el proceso de adecuación del tejido pyme, porque están sobre endeudados y con mil problemas más que los Pérez García.
Esa es la critica de fondo que me permití decirle a Macri, porque la restricción externa es un golpe que nos dimos y es previsible. Del mismo modo, el kirchnerismo ahora se golpea con el acople o desacople de precios internacionales y es la sexta o séptima vez que Argentina choca con el mismo palo. Evidentemente en esto es más importante la creatividad que el conocimiento. Precisamos hacer una salida creativa para lo cual se requiere de la política para resolver la transformación de esta agenda urbana del modo menos traumático posible en la medida en que incorporemos nuevas cadenas de valor a modelos de inserción global.
-¿Qué pensás de los dirigentes agropecuarios? También ellos discuten poco sobre estos temas…
-Yo le digo lo mismo que le digo a los otros: corrámonos todos del lugar de destino salvífico de la Patria y vayamos a un escenario más colaborativo. Nadie salva esto solo, porque es una mochila muy pesada que te pone en un lugar inadecuado. En general el agro es un sector que nos dio muchos elementos de utilidad social y mucha prosperidad, pero ahora precisamos un diálogo colaborativo con los gobiernos locales, con los colegios de ingeniería, con la política, para bajar los costos. Establezcamos una conversación pública más amable. Propongamos y discutamos ideas. Si mejoramos esto mejoraremos los resultados políticos.
-El productor te va a decir que adelante están los kirchneristas y que con Cristina es imposible debatir en buenos términos.
-Bueno, un poco de clima zen en ese caso. Y respirar hondo. Yo les hablo desde el lugar de legitimidad que me da el poder defender posiciones asociadas al sector y el afecto hacia muchos de ellos. Quiero una Argentina federal en donde al NOA le vuelvan a entrar varios miles de millones de dólares más por las legumbres, donde la lana pueda volver a ser negocio en el sur y haya centros de producción de prendas de alto estándar, que haya muchas más startups bioeconómicas en Argentina.
Pero para todo esto necesitamos tener primero una visión.
Si tuvieran que cumplir con las leyes ambientales el actual modelo sojero sería inviable. No le dan los números .