En la feria Anuga 2025 la agenda estuvo copada por las presentaciones a los importadores europeos del proyecto VISEC para certificar los requisitos anti deforestación, y las rondas de negocios con los compradores de carne vacuna. Pero hubo otros temas que tienen que ver con la cadena productiva. En este sentido, la caída de los ingresos de los frigoríficos causa gran preocupación.
Dante Cerino es presidente de la Asociación de Frigoríficos de Córdoba (AFIC) y uno de los directivos del grupo Forres Beltrán.
En la jerga del negocio, el cuero y las menudencias se denominan el “quinto cuarto de la vaca”, porque su venta genera usualmente ingresos lo suficientemente altos como para pagar los costos fijos de la faena en muchas fábricas. Incluso, a veces se llega a transferir parte de esa rentabilidad a los usuarios de faena para retenerlos y que no se vayan a producir la carne a otra planta.
Pero desde hace unos años eso cambió radicalmente. El cuero, que era el subproducto de mayor peso en el “recupero” por la faena, ya no tiene casi valor.
Cerino explicó: “El cuero no vale nada y hay empresas con recupero negativo con el cuero. El sebo por otra parte está bajo respecto a los precios históricos y en esta época del año cae el consumo de menudencias, que pasan a tener menos precios. Todo eso afecta los ingresos del frigorífico”.
“Muchas veces esos ingresos son los que compensan mucho del gasto de faena. Por eso nos pone en una situación un poco complicada. Necesariamente debe trasladarse o al precio de la carne o al precio del servicio del usuario”, explicó el industrial.
El problema es la frazada corta: lo que entra no alcanza para todos. Entonces esa pérdida de ingresos se traslada al precio de la hacienda y la carne, o se la carga, al menos parcialmente, a los matarifes o usuarios de las plantas. Estos deben comenzar a pagar por el servicio que se les da cuando en otras épocas cobraban para no irse a otro frigorífico.
“Cuando se restan los gastos de faena, el recupero por la venta de subproductos es negativo”, y por eso actualmente se les cobra a los usuarios un monto en la zona de Córdoba que es variable y que oscila “entre los 70 y 100 pesos por kilo producido”, explicó Cerino. Eso significa 230.000 pesos por res producida aproximadamente.
Luego explicó: “El negocio de la carne es muy finito, de márgenes chicos y volúmenes altos y cualquier variación de este tipo hay que recuperarla”.
Cerino además se refirió a las distorsiones impositivas que pesan en el negocio. Los gobernadores le pidieron, meses atrás, al gobierno nacional que baje las retenciones a las exportaciones de carne. Los funcionarios les respondieron que bajaran ingresos brutos. Y las municipalidades hacen lo que quieren con las tasas. En el medio de las peleas, queda la gente que paga los platos rotos.
“Este tema hay que analizarlo en los tres niveles. A nivel nacional, tenemos un reclamo histórico: el servicio de faena está gravado al 10,5% de IVA que es la tasa de la venta de carne y se crea un crédito fiscal a los usuarios que no recuperan”, explicó el presidente de AFIC.
“A nivel provincial el tema es Ingresos Brutos. Hay muchísima disparidad entre las provincias. Algunas cobran un 0,5% sobre la venta de carne y otras hasta 1,2% o 1,5%, y eso es impagable en el negocio de la carne”, explicó.
Y consideró: “Es un problema muy preocupante, que en algún momento se logró solucionar y equiparar que todas las provincias estuvieran al 0,5%, y después, cuando cayó el pacto fiscal, cada provincia se fue por su lado”. Estas diferencias generan costos dispares en industrias que luego deben competir en desigualdad de condiciones. .
Para Cerino, sin embargo, “quizás los más complicado sea el tema de las tasas municipales, que no están en el radar de nadie, que son de mucho costo. Tenemos casos de municipalidades en la provincia de Córdoba que incrementaron el 100% el valor de la alícuota que cobran” comentó.
“En la provincia de Córdoba hay 400 municipios que cobran tasas cada una de diferente valor sobre el precio de venta de la carne. Pero también se cobra por la introducción de carne o por reinspección sanitaria, tal como le llaman. Esto significa que un camión cuya carne fue faenada en un frigorífico habilitado por Senasa, ingresa a una de estas municipalidades que se arroga la potestad de chequear la carga y cobrar una tasa cuando no hay nada que reinspeccionar”.
“Entonces tenés problemas nacionales, provinciales y municipales, pero con estos últimos no tenés con quien hablar porque todo está muy atomizado”, finalizó Cerino.