Un informe elaborado por la Dirección Nacional de Bosques (que depende del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible), el NTA y la Asociación Ingenieros Forestales de Chubut reveló que entre 1998 y 2018 se perdieron 6,5 millones de hectáreas de bosques en todo el país.
Lo que se pretende con ese documento es analizar las causas de ese fenómeno, pero sobre todo estudiar medidas que frenen al deforestación indiscriminada. A reducir este proceso ayudó la Ley de Bosques sancionada en 2006, pero ahora los expertos quieren sobre todo determinar qué se puede hacer para que convivan la preservación con el crecimiento productivo.
Según Pablo Peri, coordinador del Programa Nacional Forestal del INTA, la principal causa de la deforestación de bosques nativos fue el avance agrícola que tuvo consecuencias importantes.
Con este proceso “perdemos lo que denominamos servicios eco-sistémicos, es decir lo que el bosque nos da al sector productivo y a la sociedad”, explicó el técnico. Eso implica desde “la provisión de madera a la biodiversidad, a la regulación hídrica o la pérdida de suelo cuando perdemos capacidad productiva”, enumeró.
Escuchá la entrevista a Pablo Peri:
Peri explicó que cuando se desmonta en los territorios que conforman el Gran Chaco, el suelo “se saliniza porque suben las napas freáticas y al no estar el componente (forestal), quedan salinos e improductivos”. El IINTA, indicó Peri, está trabajando es la recuperación de esos suelos.
Pero además hay cuestiones que tienen que ver con los social: “Se genera una migración rural al disminuir la diversificación, porque disminuye la (necesidad de) mano de obra entonces”.
Peri sostiene que todo este análisis debe servir para tomar medidas y aclaró que si bien la Ley de Bosques ayudó a que se atenúe el proceso, hay que lograr conservar sin desincentivar el crecimiento productivo. Ambas cuestiones pueden convivir, indicó.
“Tenemos herramientas técnicas para acercar al productor y a los que toman decisiones, como los gobiernos provinciales o el nacional. Una de las alternativas interesantes es lo que denominamos manejo de bosques con ganadería integrada”, explicó. El programa se llama por su sigla MDGI y surge del acuerdo en los ministerio de Agricultura y Ambiente, a partir del cual se establecieron lineamientos técnicos “buscando el equilibrio y mejorando la existencia ganaderas. Así se evita el desmonte pero se focaliza también en la producción”, señaló Peri.
Para el ingeniero del INTA, la ganadería es una alternativa, tanto que actualmente en cerca del 70% de los bosques nativos se desarrolla algún tipo de producción animal. El desafío es también agregarle valor a otras producciones.
En esas regiones, por ejemplo, “hay productos forestales no madereros, como todas las plantas comestibles y fibras de origen vegetal”.
“Más del 75% de las comunidades indígenas está en bosques, ahí hay un desafío enorme en el agregado de valor y en darle al productor un mayor ingreso”, indicó el profesional.
Pero para eso se requiere un rol más activo del Estado, que “es como una especia de árbitro entre los intereses del mercado y los de la sociedad”, indicó. Debe, por ejemplo, “mantener el agua limpia, aumentar la biodiversidad o evitar la migración”.
Peri agregó: “Los técnicos y el sector político y los productores debemos sentarnos a tomar decisiones. El conocimiento de datos queda corto si uno se queda ahí nomás”.