Si hay una enfermedad que preocupa mucho al complejo manisero es el carbón del maní, que ingresó al país en 1995 y desde entonces se expandió por el territorio de forma progresiva.
Es causada por un hongo que provoca la transformación de los granos dentro de las vainas en una masa carbonosa de esporas, de un color castaño oscuro, las cuales pueden liberarse y permanecer en el suelo en forma viable hasta por seis años. Esto facilita su prevalencia un el área manisera y permite que aumente su intensidad.
Por tal motivo, especialistas de la Unidad de Fitopatología y Modelización Agrícola del Instituto de Patología Vegetal (IPAVE) del INTA decidieron elaborar un mapa de intensidad del carbón del maní. Se trata de una herramienta que permite conocer la frecuencia y la distribución de la enfermedad, identificando regiones con mayor riesgo y permitiendo el planteo de estrategias de manejo en lotes y zonas específicas.
El trabajo inició durante la campaña 2014/15, a partir de la toma de muestras de diferentes lotes comerciales en Córdoba, y hoy contempla la toma de muestra también en Santa Fe y Buenos Aires, donde el cultivo de maní se expandió en forma considerable.
“Hemos observado un incremento marcado en la región sur de la provincia de Córdoba, principalmente en los departamentos de Río Cuarto y General Roca, donde hace unos años se observaba una baja presión de la enfermedad, y actualmente se registran lotes con más del 50% de vainas con carbón”, señaló Juan Andrés Paredes, investigador del Instituto de Patología Vegetal.
“Como el carbón afecta directamente al grano, esto se traduce en una pérdida significativa del rendimiento. Cuando un lote tiene un 50% de incidencia, las pérdidas pueden oscilar entre un 25 y 35%”, explicó a continuación.
Los relevamientos que dan lugar a este mapa se realizan en interacción público-privada, en el marco de un convenio específico con la Fundación Maní Argentino (FMA).
Por tal motivo, empresas como AGD, Cotagro, CTA, Golden Peanut, Adeco Agro, Prodeman, Manisel, entre otras, envían muestras que los técnicos del IPAVE procesan para generar los mapas epidemiológicos, y así contar con información valiosa para investigaciones relacionadas a la biología del patógeno y a la evolución epidemiológica de la enfermedad.
“Estos relevamientos son muy importantes no solo para elaborar mapas, sino también para proporcionar datos que permitan modelar otras variables y futuros estudios, sumando información valiosa que puede potenciar el impacto en el manejo de la enfermedad”, concluyó Paredes.