Podría decirse que la vida profesional del biólogo Pablo Demaio se encuentra casi en su totalidad “copada” por el estudio de las cactáceas, es decir de las distintas variedades de cactus. Tanto es así que hace cinco años, este cordobés, oriundo de la localidad de Río Ceballos, se mudó a la provincia de Catamarca para centrarse en el análisis de dos variedades específicas de esa familia de plantas, que producen unos frutos por demás extraños y que –según él- tienen potencial para conquistar el mercado local.
“Actualmente trabajo en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Catamarca. Si bien estas plantas que estudio también están en Córdoba, allí no estaba trabajando directamente en relación con agrónomos. Aquí sí y por eso maduró esta idea. Acá son muy abundantes y estoy más acompañado de gente que está interesada en su producción”, dijo a Bichos de Campo Pablo Demaio.
Las variedades de cactus en cuestión son el Ucle (Cereus forbesii) y la Ulúa (Harrisia pomanensis). Ellas son nativas de la región centro norte del país y crecen con mucha fuerza en el valle central de Catamarca, que se caracteriza por tener un bosque de tipo chaqueño.
“Es un bosque de quebrachos blancos, algarrobos, típicos de la región central de Argentina. Y en ese bosque, y en las laderas de las montañas que rodean el valle, estas plantas son muy abundantes”, indicó el botánico.
Demaio define a los frutos de estas plantas como unos muy curiosos, suavemente dulces, con muy baja acidez, sin espinas y con semillas muy chicas, similares a las del kiwi.
“Son realmente muy agradables e hidratantes. El fruto que tiene la Ulúa es parecido a la pitaya, que es una fruta que ya se comercializa en Brasil. La ventaja es que la pitaya es tropical y aquí no podría cultivarse fácilmente. El fruto de la Ulúa crece aquí por sí solo. Además, estando la pitaya ya instalada, esta fruta local podría conseguir ya un nicho de consumo ya instalado”, aseguró el especialista.
En cuanto a su disponibilidad, estas frutas se encuentran listas para cosechar durante todo el verano y se extienden hasta los primeros meses del otoño.
Para Demaio la verdadera clave está en que estas frutas no tienen espinas y facilitan mucho su recolección y consumo.
“Se diferencian de las tunas, que pertenecen a otro tipo de cactus. Dentro de las cactáceas, hay varios grupos. Estas al no tener espinas son más cómodas para incorporar”, señaló.
El obstáculo principal del trabajo que Demaio se encuentra realizando es la falta de información previa. En el caso de las tunas, plantas sobre las cuales Bichos de Campo ya investigó, su producción extensiva es posible ya que los productores cuentan con datos productivos que les permiten pensar en su colocación a campo.
“Esto es incipiente. Estamos dando los primeros pasos que tienen que ver más con el conocimiento agronómico y con la biología de las plantas. Uno sospecha que se pueden producir en forma extensiva pero hay que seguir estudiando esos puntos. Si uno quiere tener una producción, tiene que tener volumen y eso implica un montón de cosas antes. Con las tunas ese conocimiento está”, sostuvo.
“Otra cosa que queremos averiguar es las posibilidades nutricionales. No hay nada hecho por lo que son todas cosas que debemos averiguar. Ya estamos trabajando con estudiantes que quieren iniciar sus trabajos de posgrado en eso. Son comestibles. Se trata de plantas que en el campo la gente comía siempre. No es que son frutos que no se conozcan pero debemos seguir trabajando”, agregó a continuación.
-¿Tenés algunos países de referencia en la producción y/o consumo de este tipo de frutos?
-En Brasil la pitaya está en pleno auge y la producen en todos lados. Acá en Argentina no se consumen aun frutas de este tipo, a excepción de la tuna. En Buenos Aires se pueden conseguir las pitayas en las verdulerías boutique o en el Barrio Chino. Las venden a altos precios. Si la fruta es atractiva y la gente la incorpora, tal y como ocurrió con el kiwi, con el tiempo se establece.
-¿Qué te atrajo de esto?
-Yo soy botánico de profesión. He trabajado en tesis y en trabajos de investigación en cactáceas. Son plantas que conocía de antes y que siempre me parecieron interesantes sus frutos. Los cactus me gustan de toda la vida, son parte de mi vida profesional.
Estimado ingeniero cordobés : ya tenemos en las verdulerías de la ciudad de Córdoba, las pitayas. Sé que tienen muchísimas propiedades benéficas para la salud. Pienso que el ucle, la tuna y las tunillas coloradas, también lo tienen.
Leí, hace unos años, en una revista importante, que las pitayas eran de Asia y de Chile, lástima. Yo, en el norte cordobés, siempre tube y comí estos frutos.
Éxitos en su investigación.