Por Matías Longoni.-
A pesar de lo discutido que está el asunto del diferencial de retenciones que beneficia a los productores argentinos de biodiésel, y que le ha valido al país ser sancionado por Estados Undios y la Unión Europea, el presidente Mauricio Macri se ha transformado en el mejor lobista de la industria aceitera. Este miércoles Macri habló con su par estaounidense Donald Trump, reclamándole una revisión de los altos aranceles antidúmping impuestos sobre el biocombustible argentino.
Según cuenta el diario Clarín y otros matutinos porteños, el contacto telefónico entre Macri y Trump había sido pedido por la Casa Rosada hace quince días. “El jefe de Estado argentino reclamó a su par estadounidense la reapertura del ingreso de biodiésel a Estados Unidos” y también pidió por la espinosa e inexplicable situación de la carne vacuna.
Nuestro colega Fernando Bertello escribe sobre la cuestión de la carne en La Nación. Cuenta que, con el argumento del encándalo judicial sobre una posible adulteracón de carne en Brasil, Washington realizó nuevas exigencias a la Argentina, que demoran la apertura mucho más de lo esperado.
Pero, según el relato de fuentes oficiales, el énfasis de Macri estuvo puesto en la controversia en torno al biodiésel, ya que Estados Unidos aplicó un arancel promedio de 57%, que dejó fuera de carrera al producto argentino en el que hasta hace pocas semanas era su principal mercado.
De todos modos, una conveniente apertura de la Unión Europea, que redujo a la mitad sus aranceles antidúmping por orden de la Organización Mundial de Comercio (OMC), permitió que la Argentina reanudara sus exportaciones hacia ese destino, que se había cerrado en 2013. Lo cuenta también Bertello en las últimas horas.
Ver “Biodiésel: fuertes ventas a Europa tras la reapertura del mercado”
En definitiva, luego de las quejas de Macri, Trump dio instrucciones para que el secretario de Comercio de la administración republicana, Wilbur Ross, siga discutiendo sobre la controversia con el ministro de Producción, Francisco Cabrera.
Sin hacer ningún mea culpa sobre la estructura de retenciones que claramente beneficia a los productores de biodiésel, el Gobierno argentino ha hecho del cierre de Estados Unidos una cuestión de estado: semanas atrás la vicepresidenta Gabriela Michetti que encabezó la comitiva nacional durante la Cumbre de las Naciones Unidas en Nueva York, también tuvo un breve contacto con Trump. “Los limones estarán entrando pero falta el biodiésel”, le reclamó la vicepresidenta. ¿Están entrando los limones? Es materia para otra nota.
¿A quién defiende tanto el Gobierno cuando despliega este intenso lobbie por el biodiésel? Lo contamos hace unas semanas en una nota de Bichos de Campo.
¿Quiénes son los 12 del patíbulo en la industria del biodiésel?
Debido a la estructura de retenciones vigente, esas empresas compran actualmente la materia prima para elaborar biodiésel con fuertes descuentos (del 27% si es aceite de soja o 30% si parten directamente del poroto), pero venden el combustible casi sin tributar derechos de exportación. Es el origen de las críticas de europeos y estadounidense.
Para Claudio Molina, de la Asociación Argentina de Biodiésel, no existe dúmping ni subsidios en esa estructura de derechos de exportación, ya que se trata de una política para enfrentar a las que aplican las grandes potencias para evitar el ingreso de productos de mayor valor agregado, mediante la aplicación de aranceles más altos. Lo explicó también en esta entrevista con Bichos.