A partir de materiales que se desechan en industrias, un grupo de científicos de distintos países de Sudamérica y Europa logró obtener bioplásticos, productos completamente biodegradables que permitirán reemplazar las materias primas derivadas del petróleo. ¿Qué desechos utilizaron? El bagazo de la caña de azúcar o el aserrín de los aserraderos.
Una de las aplicaciones que tendrán estos nuevos desarrollos, según informó el propio Conicet, será la impresión en 3D de distintos objetos, incluso de dispositivos médicos, como apósitos para heridas o prótesis.
Las tecnologías necesarias para la creación de distintos biocompuestos sustentables fueron desarrolladas durante tres años, en el marco del proyecto internacional ValBio 3D, que reunió a un grupo multidisciplinario de investigadores de Argentina, Perú, Chile, Finlandia, Alemania y Noruega. La coordinación estuvo a cargo de la investigadora principal del CONICET en el Instituto de Materiales de Misiones (IMAM, CONICET – UNaM), María Cristina Area.
El aserrín de pino que se descarta en las industrias madereras y el bagazo de la caña de azúcar que se desecha en los ingenios fueron algunas de las materias primas con las que trabajaron los investigadores. A partir de estos subproductos, que son generalmente tratados como residuos, se diseñaron y ensayaron procedimientos que permitieron obtener biocompuestos con características similares a los que se fabrican a partir del petróleo.
“Mediante este proyecto, logramos confirmar nuestra hipótesis de que los desechos industriales agrícolas y forestales pueden aprovecharse, transformándolos en productos de alto valor como apósitos para heridas o biocompuestos sostenibles. Esto evita la necesidad de desecharlos o quemarlos, y además proporciona ganancias económicas”, explicó Area.
Cada uno de los grupos involucrados aportó su conocimiento para las distintas instancias del proyecto. En el caso de los investigadores del CONICET que se desempeñan en el IMAM, se trató de los procesos vinculados a los fraccionamientos para separar los diferentes componentes de la biomasa.
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A través de este proyecto, explican los participantes en el informe final, también se logró la producción de nanocelulosa y biocompuestos. Estos materiales tienen una composición variable y fueron sometidos a distintos tratamientos previos, tanto químicos como enzimáticos.
El proyecto Val-Bio 3D se desarrolló entre 2017 y 2019 y contó con la participación de tres grupos de Sudamérica y tres de Europa: el IMAM, de Argentina; la Universidad de la Frontera, de Chile; VTT, de Finlandia; el Instituto de Investigación de la Madera Fraunhofer de Alemania; la Pontificia Universidad Católica, de Perú y el RISE PFI, de Noruega. También contaron con la colaboración de industrias de distintos sectores.