“Estamos comprometidos en desarrollar una ganadería distintiva y regenerativa en la región chaqueña”, enfatizó Gustavo Marino, que es ingeniero agrónomo y trabaja para la ONG The Nature Conservancy (TNC), que desde hace unos catorce años desarrolla actividades en territorio argentino, habiendo iniciado sus tareas en la Patagonia y ampliándolas también en los últimos tres años a las provincias del norte que comparten el Gran Chaco.
Marino admitió que las prioridades ambientales a cuidar en el continente americano, según la óptica de TNC, son las regiones del Amazonas y el Gran Chaco. Sobre este último, que abarca parte del territorio argentino, dijo que “se trata de uno los bosques secos más grandes del mundo, y en el continente es el segundo bosque más grande”, añadió.
“Se denomina así (bosque seco) porque tiene una marcada estacionalidad”, pues esa zona de la Argentina “tiene toda la lluvia concentrada en el verano y los meses de invierno son muy secos. Eso hace que muchas plantas, animales y pueblos, tengan que adaptarse a esa aridez”, explicó el agrónomo.
Mirá la entrevista con Gustavo Marino:
TNC advierte que nuestro planeta enfrenta dos crisis interconectadas: el rápido cambio climático y la pérdida de biodiversidad. De la misma manera avisa que tenemos solo años, no décadas, para abordar estas amenazas. “Estamos enfrentando los desafíos más grandes y complejos de nuestra vida. Y eso requiere los planes más grandes y ambiciosos, para las personas y la naturaleza”, asegura desde su página web.
-¿Qué les preocupa del Gran Chaco?
-Lo que nos acercó fue la tasa de deforestación, que hace unas décadas era la más alta del mundo.
Tras esa definición, Marino añadió que tratan “de desarrollar sistemas de producción de alimentos y la idea es poner en marcha iniciativas como La Alianza del Pastizal. Un sistema de producción compatible con la conservación”.
En seguida compartió: “Encontramos, con nuestro análisis, que la ganadería chaqueña tiene algo que es único, que es la posibilidad de ofrecer otros productos. Además de la carne, el Chaco y la ganadería chaqueña pueden ofrecer maderas, que son muy apreciadas en el todo el país, fundamentalmente las maderas para construcciones rurales”.
Pero esa explotación de la madera debe hacerse “con un manejo adecuado”, advirtió Marino, refiriendo que “el INTA tiene un programa de aprovechamiento sustentable”.
En la variedad de la oferta regional incluyó también las mieles, de las que “hay un desarrollo muy interesante”, como también en Santiago del Estero y Salta. “Se está desarrollando la apicultura como una actividad integrada a la producción ganadera”. Como ejemplo indicó “la miel de Atamisqui”, destacando ‘la denominación de origen” y su condición monofloral, que le aporta un valor extra.
Hay también productos un poco menos conocidos, como las artesanías, elaboradas por las comunidades originarias con madera de caraguatá, de la que se obtiene de una fibra que luego es teñida con tintas naturales. “Tienen buen precio en el mercado y algunas se exportan al Reino Unido”, remarcó.
Otra producción importante es la proveniente del algarrobo. Aquí la ONG se pone énfasis en “la producción y consumo de harina de algarrobo, un sucedáneo excelente del chocolate, que lo puede reemplazar como saborizante”, explicó. “Es un producto que apareció recientemente en el mercado, aunque los originarios usan los productos de algarrobo desde antaño, y los ganaderos también lo usan como un recurso forrajero”, agregó.
-¿Cuál es el sentido de promoverlo desde la ONG?
-El sentido es que todas las materias primas que se usan para estos productos forestales -no madereros o madereros- son provenientes del hábitat natural, del monte o del pastizal -respondió Marino-. De esa manera aseguramos la presencia de la biodiversidad, el funcionamiento de la naturaleza. Lo que llamamos servicios ecositémicos, que son los que la naturaleza le brinda al ser humano. Esta cadena de producción nos asegura conservar la matriz.
‘Un mundo en el que las personas y la naturaleza prosperan’, promueve TNC desde un banner. En tal sentido Marino sostiene que este trabajo “es una forma de incluir más gente que viva en el lugar, en cadenas productivas, y mejorar su situación económica. Es algo que estamos evaluando ¿cuánto se puede incrementar la producción ganadera al incorporar estos productos”, valoró.
Ante el prejuicio de ‘promover ambientalismo sin gente’, como suele observarse, contrapuso que trabajan con muchas organizaciones que “son socias estratégicas” de The Nature Conservancy (citó la Fundapaz, Gran Chaco, ProYungas, Solidaridad, y otras). “Son todas ONGs que tienen trayectoria y trabajan codo a codo con las comunidades locales”.
“Cuando los filántropos crean áreas protegidas, todo lo que se genera con la actividad económica y turística también vincula a la gente”, reforzó Marino en contra del prejuicio. Al mismo tiempo revalorizó al habitante de esa zona como custodio del paisaje. “El puestero, que sabe de miel y de harina de algarroba, puede sacarle un rédito más al ambiente chaqueño y mantener la biodiversidad”, completó.
De esta manera Marino destaca uno de los objetivos de TNC, que indica: “Nuestras acciones también determinarán si logramos conservar tierra y agua suficientes como para frenar la rápida aceleración de la pérdida de las especies. Si hacemos ambas cosas, protegeremos a las personas de los efectos desastrosos de estas crisis”.