En el sureste cordobés, con 65 años de edad, el ingeniero agrónomo y docente Claudio Ciavaglia se destaca por su impronta comunitaria y su concepto social en la educación y en su trabajo. Lleva 25 años dedicados a la producción hortícola, pero a 5 de comenzar decidió abandonar el uso de agroquímicos. “En esa época éramos bichos raros de la agroecología”, dice, y con felicidad y orgullo afirma que en los últimos 20 años no han sufrido ninguna plaga grave, absteniéndonos de usar plaguicidas o fungicidas de composición química”.
Preocupado por la educación de los jóvenes y su inserción laboral, sobre todo en el mundo cooperativo, del cual es un apasionado, suele afirmar que “la esencia de la democracia argentina está en el cooperativismo, y para recuperarnos, debemos aferrarnos a él”. Además, con su alma de docente, sostiene que también le preocupa que los jóvenes puedan aprender a comer de modo saludable y mucho más.
Claudio pone en práctica, a diario, todo lo que pregona en su huerta agroecológica de 2 hectáreas y media, con cultivos intensivos. La misma está ubicada sobre la calle Ramón Cárcano al 800, sobre el borde norte de su pueblo, General Levalle, de unos 6.500 habitantes. La misma se halla contigua al IPEA (Instituto Provincial de Educación Agrotécnica) “Héctor M. C. Reynal” 239, donde él es profesor de cultivos intensivos.
“Acá en Levalle no hay cinturón verde, cuando alguna vez se proyectó que cada pueblo de esta región tuviera el suyo -sentencia, el ingeniero y docente-. Y nos debe preocupar que la agricultura extensiva cada vez genera menos trabajo –refuerza-. La producción intensiva de verduras y hortalizas se trae de Río Cuarto, que está a 150 kilómetros, de Villa María, que está a otro tanto, o de Mendoza”.
“Las compras a tanta distancia -continúa Claudio- tienen serios problemas, como el sobrecosto de fletes, pérdida de calidad, porque los comerciantes verduleros van una vez por semana a comprar y guardan en cámaras, además de tener desperdicio, lo cual se torna todo un despropósito, ya que siendo una zona productiva, podríamos estar abasteciéndonos, no sólo en la parte hortícola, sino de pollos, huevos, conejos, porque todo se trae de afuera”, asegura.
Mirá la entrevista:
Comenta el ingeniero que en 2024 conformó la cooperativa Unión del Sur, junto a otros productores de Levalle y de Laboulaye, gracias a la ayuda del INTA de ésta última ciudad. Y explica que lleva a los alumnos a trabajar a la huerta, en grupos de a 15, siendo un total de 50 que participan, donde no sólo aprenden y ejercitan, sino que se llevan alimentos sanos para sus hogares.
Además, con la cooperativa la venden en ferias, con lo que se generan sus propios recursos económicos, y los que toman mayor compromiso, se van perfilando para ingresar en la cooperativa, porque: “sueño con que ésta crezca cada vez más y con que cada pueblo tenga su pulmón verde productivo”, acota Claudio.
Detalla Ciavaglia, que en su huerta producen acelga, lechuga, rúcula, achicoria, repollo, coliflor, brócoli, ajo, cebolla blanca, de verdeo, remolacha, zanahoria, zapallo, rabanito, tomate, pimiento, berenjena, maíz para choclo, sandía, melón y que ahora están experimentando con frutilla.
“También hacemos plantines de árboles nativos y nos hemos lanzado a producir lechuga con el sistema hidropónico -agrega el productor y docente-. Tenemos un invernadero para producir los plantines y dos más grandes grandes, de modo que los chicos pueden trabajar en cultivos intensivos, pero también a campo, en el ciclo completo, produciendo el humus para los sustratos, a hacer cultivos de servicio y hasta nuestro propio lombricompuesto”, completa.
“Nuestra producción no llega a ser orgánica -aclara Ciavaglia-. Hacemos capacitaciones con el INTA, por ejemplo, de cómo llevar un control habitual de plagas con purines de ortiga y demás. Me interesa contar, además, que hace 20 años fuimos en grupo a hacer una capacitación sobre Aloe Vera al INTA de Pergamino, y luego comenzamos a experimentar en la escuela, junto a los alumnos”.
Cuenta el ingeniero que llegaron a elaborar jabón y shampoo a base de Aloe Vera, y hasta intentaron obtener la certificación orgánica. Pero que lamentablemente, como no tenían infraestructura, el proyecto no pudo prosperar como un desarrollo comercial, cuando hubiese podido convertirse en otra fuente de ingresos. Explica que en otras partes del mundo está muy desarrollado y se fabrican hasta jugos en base a esta planta, la cual se aprovecha sobre todo, para la medicina y la cosmética.
Pero informa, Claudio: “Es necesario que la gente sepa, que los productos con Aloe Vera que se consumen comúnmente, deben tener al menos un 50% a 70% del gel de esta planta, para que sean eficientes. Una vez el INTA inspeccionó varios productos que se consiguen en las góndolas, y ninguno poseía más del 5% del gel”.
“Es que es necesario aportar alimentos saludables para nuestra gente, en lo que también tenemos que educar, porque cuando uno compra con sus ojos, viendo un tomate, por ejemplo, sin una mancha, es porque le aplicaron un montón de componentes químicos”, enfatiza.
“Con mi esposa, María Alejandra Montiel, trabajamos a la par, en este emprendimiento, porque nos gusta estar en contacto con la tierra y la naturaleza en general -le gusta señalar al ingeniero y docente, quien detalla que ella se ocupa de la parte comercial, de la administración de las ventas y del reparto de los pedidos.
“Es que ya desde joven, con mi primo, teníamos nuestra propia huerta”, recuerda, y resalta que en el presente preparan bolsones de 5 a 6 kilos, con un mix de verduras y hortalizas a muy módico precio “para que también la gente de bajos recursos pueda acceder a un consumo saludable”, enfatiza.
Ciavaglia se manifiesta esperanzado, cuando dice: “El sistema hortícola es muy sacrificado y no es fácil entusiasmar hoy a los jóvenes, pero para ellos es una genuina salida laboral, ya que en esta zona no hay industrias, sólo agricultura extensiva y algo de ganadería”.
A la vez reflexiona: “Es triste ver que hace años, no crece nuestra población. Y eso se debe a que los jóvenes emigran en busca de trabajo, cuando necesitamos que alguien tome nuestra posta. Además, es muy gratificante hacer un aporte a la salud de nuestra población, y al medio ambiente, incluso mejorando el suelo”, culmina.