Felicitas Pizarro es un exponente de la generación de cocineros que, además de su labor detrás de las hornallas, también se destacan por cómo lo comunican. Y no sólo en televisión, donde cuenta con una larga trayectoria con programas como Cocineros Argentinos, en varios ciclos de El Gourmet y en La Peña del Morfi, sino que también lo hace en redes sociales y en su propio restaurante.
Una pata importante de esa comunicación la comprenden los ingredientes y productos que hay detrás de cada receta. Es algo que ya se observa en varios cocineros e influencers gastronómicos, que cada vez le prestan más atención a las historias e identidades de los alimentos, y promueven una mayor conciencia sobre circuitos alternativos.
“El rol nuestro es darle visibilidad y comunicarlo tanto en el restaurante, las redes, en una clase o donde sea”, señaló la cocinera en diálogo con Bichos de Campo.
Quien consuma su contenido en Instagram o Youtube, la vea en televisión o visite su restaurante, sabe que es así. De hecho, la propuesta que tiene en Maíz, el espacio que abrió a fines del 2022 en Nordelta, está muy orientada en ese sentido, pues cuenta incluso con una cava de quesos y una huerta propia.
Pero, para que eso suceda, también es necesario un trabajo minucioso previo, que se asemeja incluso al de un detective, para encontrar esos productos distintivos e historias que no llegan a las grandes góndolas de los supermercados.
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Un importante aporte lo hacen sus colegas, con quienes suele compartir secretos y consejos. El resto, depende de los productores que se contacten con ella o de lo que descubra al visitar ferias y eventos. De hecho, es en Caminos y Sabores en donde dialogó con este medio.
“Hay que venir con ganas de escuchar, aprender y probar cosas nuevas”, expresó Felicitas, que suele llevarse los productos primero a su casa para evaluarlos antes de incorporarlos a sus recetas y al menú de su restaurante. Por eso, siempre hay algo nuevo en su alacena.
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Si le pone tanto empeño a ese trabajo es porque, asegura, el consumidor luego lo valora. De hecho, asegura, es muy común escuchar que sus comensales piden el dato de determinado producto o ingrediente que probaron, para luego conseguirlo.
Esa mayor ponderación en los paladares se traduce, sin dudas, a la demanda. Generalmente, el alimento que se compra a las grandes marcas de los supermercados, suele ser más económico que aquel que proviene de circuitos alternativos, o de productores pequeños del interior, pero, aún así, no es poco el público que puede costear esa diferencia, y opta por hacerlo.
“Cada vez más la gente elige como invertir un poquito más en un producto que viene de más lejos, que es artesanal o que tiene una historia atrás, que comprarlo en cantidad en el supermercado”, destacó Felicitas.
Desde ya que, para que eso suceda, también tiene que haber una buena labor del cocinero, que debe prever cómo realzar ese ingrediente distintivo y darle protagonismo. A fin de cuentas, por ejemplo, de nada vale preocuparse por el sabor particular de unas verduras, si luego se las incorpora a una salsa y eso se pierde.
“Es como cuando te comprás una campera nueva y te la ponés en la primera oportunidad que podés. Querés mostrarlo, que se luzca y darle el valor que merece”, expresó la cocinera, que demuestra saber mucho del tema, y está entre quienes se preocupan por comunicar desde su lugar, con el delantal puesto y las manos en la masa.