“Hay una explicación”, dijo con autoridad en su habitual conferencia de prensa la portavoz del gobierno, la ex periodista Gabriela Cerruti, luego de lamentar los altos índices inflacionarios de febrero. Todos esperamos esta explicación con expectativa…
“Es que la sequía hizo aumentar el precio de la carne en más de 20 puntos y de alguna manera eso también pasó con los lácteos”, completó, decepcionando una vez más a todos.
La explicación de la fortísima suba de los precios de la carne, por cierto, poco y nada tiene que ver con la sequía. Es cierto que la escasez de lluvias está condicionando severamente a la ganadería -el primer eslabón de la cadena de la carne-, porque faltan pasturas en los campos y además se encarecen los granos con que se suplementan a los animales en los corrales.
Pero es absolutamente falso que la sequía está relacionada con la fuerte suba de los precios de la carne, que según el INDEC aumentó en febrero mucho más de los 20 puntos que anotó Cerruti, pues la mayoría de los cortes subieron incluso más de 30% en solo un mes.
Por el contrario, la sequía está colaborando a que esa fuerte suba no sea todavía mayor. Repetimos: la sequía está actuando como freno a nuevos incrementos en los precios. Ya lo hemos explicado hasta el cansancio en Bichos de Campo, pues hay decenas de analistas ganaderos que coinciden con esto, aunque lamentablemente Cerruti jamás los leyó.
Atienda bien alumna Gabriela, aprenda. La sequía actúa como freno a una mayor inflación en el rubro de las carnes porque como no hay pasto suficiente, los productores deben “ajustar” o “achicar” la cantidad de vacunos que pastan sobre cada hectárea de campo. Porque si hubiera muchas vacas sobre el mismo terreno yermo, comiendo poco y mal, enflaquecerían en vez de engordar.
Lo que primero sacan y envían al matadero los ganaderos, cuando ya no pueden sostener tanta hacienda en los campos, son las vacas más viejas e improductivas. El Rosgan, en su último informe, marcó que por esa razón la faena de vacas en lo que va del año creció nada menos que el 24% respecto del primer bimestre de 2022. Como hay tanta oferta, los precios de esas vacas se están desplomando, contramano de la inflación. Esa carne usualmente se exporta a China o la están almacenando en sus cámaras los frigoríficos exportadores, que son buenos amigos del gobierno.
Pero también abunda la carne de novillitos, vaquillonas y novillos, que es la que comemos en la Argentina. No tanto, pero entre enero y febrero se faenaron 2,24 millones de cabezas, 12% más que en igual bimestre del año pasado. Hay entonces una notable sobreoferta de carne, que Cerruti no registra porque no sabe nada sobre la actividad o debe ser vegana.
Todos los que saben algo del negocio coinciden entonces en que, más que ayudar a que los precios de la carne suban, lo que está haciendo la sequía es evitar que suban tanto como deberían.
¿Cómo es esto? ¿Por qué entonces la carne subió más del 30% en febrero si la oferta era tan abundante?
Sencillamente porque, como una olla presión, los precios explotaron en febrero pasado luego de acumular casi un año sin subas considerables. En rigor, los precios de la carne se habían planchado desde abril de 2022, mientras el resto de los valores de la economía seguían subiendo. Así, a lo largo del año pasado el alimento acumuló un atraso relativo de casi 50% respecto del IPC (Índice de precios al consumidor). ¿Qué quiere decir? Que si la inflación fue de casi 95% el año pasado, la carne aumento solo 45%.
La corrección fortísima de treinta puntos se produjo recién en febrero, porque también en el primer mes de 2023 se mantenía esta distorsión, con la carne subiendo sólo 3,7% frente a un IPC que lo hizo más de 6%.
Ahora, cuando se observa la “película” entera, puede apreciarse que los valores de la carne roja siguen estando por debajo no sólo de la inflación general de alimentos, sino también del resto de los bienes y servicios de la economía.
Paradoja inflacionaria: La carne vacuna aumentó un montón pero sigue estando barata
En el último año la “canasta cárnica vacuna” medida por el Indec, luego del fuerte incremento de febrero, mostró una inflación interanual del 84,6% versus un 103,3% del promedio de alimentos y bebidas en la ciudad de Buenos Aires. Es decir que la carne todavía tiene un atraso de 20% en relación del resto de la canasta de alimentos.
En marzo los precios de la carne volvieron a achancharse. Justamente gracias a la sequía y la abundante oferta de animales.
Todo lo contrario a lo que dice ahora Cerruti, que seguramente cuando falta carne en algunos meses (cuando llueva y los productores vuelvan a retener su hacienda en los campos reverdecidos) nos dirá que la carne sube debido a la inundación. Y así…