“Lo que no se mide no se puede analizar. Esta consiga, que es muy conocida en el ámbito CREA, también se aplica en el caso los impuestos”. Así lo indica Mariano Echegaray Ferrer, titular del estudio homónimo y director Tributario de AgroEducación. “Muchos empresarios agropecuarios siguen analizando la cuestión tributaria como lo hacían varias décadas atrás, pero eso no es correcto porque el contexto cambió”, añade el especialista.
Echegaray Ferrer dijo que, así como se realiza una planificación productiva, comercial y financiera, también debe hacerse una planificación impositiva, la cual debe estar adaptada a la estructura y actividades que desarrolla la empresa agropecuaria.
El foco esencial, al momento de realizar la gestión impositiva, es considerar la particular coyuntura presente en la macroeconomía argentina, la cual está caracterizada por distorsiones cambiarias y una aceleración inflacionaria.
“No tenemos que comprarnos problemas innecesarios desde el punto de vista impositivo”, indicó el tributarista en un artículo publicado por Contenidos CREA, para luego señalar que los productores en realidad participan de dos actividades. La primera, más obvia, es la producción agropecuaria, mientras que la segunda es la gestión de una cartera de activos.
“En empresas que trabajan con activos dolarizados, como es el caso de las agropecuarias, las devaluaciones pueden representar un impacto enorme si no son gestionadas de manera adecuada en el plano fiscal”, advirtió.
Echegaray Ferrer señaló que esa circunstancia no es un aspecto menor para el agro argentino, no sólo porque es uno de los sectores con mayor presión tributaria del país, sino porque aún arrastra las consecuencias del impacto de un desastre climático histórico.
“El diseño de una adecuada estructura patrimonial de las empresas es uno de los principales aliados de una gestión impositiva eficiente”, especificó.
En otro orden, el especialista indicó que la propia legislación tributaria argentina contempla diferentes alternativas que deben ser conocidas por los empresarios agropecuarios para así poder eficientizar la gestión impositiva.
Por ejemplo: al diseñar empresas agropecuarias focalizadas en la gestión, disociadas de la propiedad de los inmuebles, es factible emplear tenencias de divisas para abonar arrendamientos, de manera tal de evitar que las mismas queden sujetas al impacto fiscal de una devaluación.
“Tenemos que hacernos amigos de los contadores. Muchos no lo quieren hacer porque dicen que los contadores sólo traen malas noticias, pero la realidad es que gran parte del esfuerzo productivo y comercial que hacen luego se pierde por no tener una gestión impositiva adecuada al perfil de la empresa”, aseguró.
“Los contadores en muchas oportunidades no pueden tomar las decisiones adecuadas porque no tienen toda la información disponible de la empresa y así es como muchos quintales terminan quedando en un escritorio”, resumió.