El agrónomo José Dos Santos se propuso llevar adelante una rareza en medio de las actividades productivas de Santiago del Estero: levantar un viñedo y elaborar su propio vino.
Se trata de un proyecto que realiza junto a su padre, un productor agropecuario con 30 años de experiencia en otros cultivos, pero que vivía añorando el vino que su familia producía para autoconsumo y él recordaba haber bebido cuando joven, elaborado con las parras implantadas por sus antepasados en la finca ubicada en la localidad de Beltrán.
“Mi padre, en sus recuerdos, siempre comentaba que en la casa de sus abuelos se tomaban el vino que se producía con las uvas del patio de la casa, hace muchos años atrás. Y bueno, siempre vivía con ese recuerdo, y decía, por qué ellos lo hacían y hoy no lo podemos hacer, contó el joven productor a Bichos de Campo.
Sin embargo, José no se aventuró a plantar las 5 hectáreas de viñedo -a pesar de la hostilidad del clima- por el solo hecho de hacer realidad un anhelo de su padre, sino totalmente convencido de que podía hacerlo prosperar a partir de sus conocimientos como ingeniero agrónomo. Fue así que en 2019 ambos pusieron manos a la obra para sacar adelante el viñedo Dos Santos y de esta forma entrar en la ola de revitalización de la vitivinicultura que viene experimentado la Argentina, donde ya hay 20 provincias que tienen viñedos implantados.
Los Dos Santos también tuvieron otro gran impulso. Se trata de Finca María del Pilar, la primera bodega santiagueña, que justo abrió por aquellos días en que padre e hijo, pensaban en sumarle unas hectáreas de vid a la finca donde venían haciendo algodón, horticultura y la ganadería.
Mirá la entrevista completa acá:
Según cuenta el joven agrónomo, no faltaron las charlas e intercambios con la familia Luna, dueña de la flamante bodega, antes de empezar a colocar los primeros postes y espalderas. La idea era hacer las cosas bien, aunque en principio las aspiraciones de su padre eran producir 365 litros de vinos al año, para garantizar el consumo diario de al menos 1 litro de vino.
Ahora utilzan las instalaciones de la bodega vecina para elaborar su propio vino “Dos Santos”. Como les sobra mucho para el autoconsumo, no tienen más remedio que venderlo como “un vino santiagueño”.
Como en esta aventura agronómica ocuparon un área importante de la finca que estaba habilitada con un equipo de riego por goteo, sus producciones son muy superiores a las proyecciones. “Teníamos un campo donde hacemos todo horticultura y hemos destinado 5 hectáreas al viñedo. entonces ya no serían 365 litros, eran un poco más. Hacemos todo con riego por goteo y hemos adaptado los distanciamientos y demás para este cultivo. Actualmente tenemos plantado Malbec y un poco de Petit Bordó”, dijo José Dos Santos.
Por supuesto, que a la hora de elegir estas cepas con mejor adaptación al entono, primaron los conocimientos y análisis del joven agrónomo “Hicimos estudios de suelo, estudios de agua y fuimos jugando con las formas de adaptación de las cepas. Además con tema suelo andamos muy bien aquí, porque casualmente por nuestro campo pasa un viejo brazo de río. Entonces al ser un suelo arenoso y muy profundo, esto se lleva muy bien con la vid”, comentó.
Precisamente en la ventaja de contra con riego suplementario radica la tranquilidad del joven productor y su padre, pues no dependen solamente de las lluvias que en esta zona suelen concentrarse en una determinada época del año. No obstante, han aceitado un sistema de riego que les permite administrar mejor el recurso, según la cantidad de precipitaciones.
Ver esta publicación en Instagram
“Muchas veces se habla de cuánto llueve en un lugar y no de en qué momento llueve. En el caso de la vid, nos llueve en el momento de la cosecha, que la empezamos en febrero. Entonces aquí donde empiezan los periodos de lluvia y con eso vamos jugando. Por eso aplicamos diferentes manejos, pero durante todo el cultivo le damos el agua que necesita mediante el riego por goteo y en base a las condiciones ambientales nos adecuamos el manejo con el agua y los fertilizantes”, precisó.
La primera planta de vid que llegó al país la trajeron los Jesuitas y se plantó justamente en Santiago del Estero