En el marco de la 10° edición del Congreso Brasileño de Soja y la reunión de Mercosoja, en Campinas (estado de San Pablo), se rindió homenaje a cuatro figuras claves en el mejoramiento de ese cultivo, que permitió su adaptación y rápido crecimiento a la geografía de los países de esta región, que se convirtió en la mayor productora del mundo, desplazando a China (de donde es originario este cultivo) y a los Estados Unidos.
Un panel de este evento organizado por Embapra reunió a cuatro expertos clave en el desarrollo genético de la soja en Brasil y Argentina durante los últimos 50 años. Había dos locales, y dos de los nuestros.
El periodista del Canal Rural de Brasil, Giovani Ferreira, moderó la charla en la que participó Romeu Kiihl, ex investigador de Embrapa y actualmente en MGS Mejoramiento Genético y Semillas, considerado el padre de la soja tropical; Tuneo Sediyama, profesor de la Universidad Federal de Viçosa y referente del mejoramiento genético del cultivo; además de Rodolfo Luis Rossi, uno de los padres de la soja RR, y actual presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja); y Gerardo Bartolomé, socio fundador y ex presidente del Grupo Don Mario (ahora GDM).
Romeu Kiihl presentó una cronología del cultivo de soja en Brasil, desde los primeros ensayos en Bahía y São Paulo a finales del siglo XIX. Recordando que ya se cumplieron cien años de la presencia de soja en el vecino país, marcó que cuando se inició la siembra comercial en Rio Grande do Sul en 1924, los cultivares utilizados eran importados de Estados Unidos y no estaban adaptados a las condiciones edafoclimáticas brasileñas.
El investigador recordó los nombres de figuras claves en los inicios de la selección de cultivos y el mejoramiento genético, participantes de una red nacional de ensayos de soja. “La historia del mejoramiento genético de la soja en Brasil se divide en tres fases: una antes de la creación de Embrapa Soja en 1975, otra después de la creación de Embrapa Soja y una tercera con la introducción de la ley de protección de cultivares”, afirmó Kiihl.
Ese trabajo fue el que hizo posible adaptar cultivares de soja a regiones de baja latitud. Esto hizo que el cultivo, anteriormente restringido al sur de Brasil, fuera viable en todo el Cerrado brasileño.
El profesor Tuneo Sediyama enumeró los factores que contribuyeron al éxito de la soja en Brasil, la mayoría de los cuales son resultados del desarrollo científico. Además de los avances en mejoramiento genético, los avances en sistemas de producción, corrección y manejo del suelo, y nutrición vegetal fueron algunos de los más destacados.
Incluso con el significativo aumento de productividad en los últimos 100 años, Sediyama señaló que el potencial de evolución sigue siendo enorme y debería seguir creciendo en lo que ella denominó “la tercera evolución de la soja”. Para él, la primera evolución fue su introducción en Brasil, la segunda fue la tropicalización y la tercera es lo que ella llama introgresión genética, con el uso de nuevas técnicas que acelerarán el mejoramiento genético.
En tanto, mientras que en Brasil el lanzamiento inicial del cultivo de soja se basó en investigaciones realizadas en instituciones públicas como universidades, en la Argentina ese rol recayó sobre todo en el sector privado.
“No quiero decir que sea mejor o peor, sino que es diferente”, dijo Rodolfo Rossi, que era mejorador de Nidera cuando el desembarco de la soja transgénica. Pero otras empresas como GDM han trabajado en el desarrollo de cultivares locales basados en material genético de Estados Unidos.
En la charla, los argentinos destacaron que una característica distintiva del país fue la decisión de industrializar la soja. Esto lo llevó a convertirse en un importante exportador de harina y aceite de soja. Otra característica que marcó la trayectoria de la soja argentina fue su papel pionero en la regulación y liberación de cultivos genéticamente modificados en 1996, el mismo año en que Estados Unidos lo hizo y mucho antes de la aprobación europea.
Al igual que en Brasil, el mejoramiento genético argentino ha dado como resultado un aumento de cultivares de maduración temprana. Gerardo Bartolomé también destacó la búsqueda de materiales cada vez más productivos, no solo para los agricultores argentinos sino también para los brasileños, donde GDM opera desde hace 25 años.
Al finalizar la conferencia, el moderador preguntó a los panelistas sobre el futuro de la soja en el Mercosur. Todos hablaron sobre el potencial evolutivo que ofrece el uso de nuevas herramientas de edición genética. Y depositaron la expectativa en los jóvenes mejoradores de desarrollar cultivares cada vez más productivos que hagan el sistema de producción más eficiente y sostenible.
Con más de 50 años de experiencia en el mejoramiento genético de la soja, Romeu Kiihl quiso dejar un mensaje para los nuevos profesionales: “Creo que el futuro es prometedor porque los jóvenes cultivadores cuentan con herramientas increíblemente interesantes. Pero me gusta recordarles a los jóvenes que una pantalla de computadora no lo es todo. La soja crece en el campo”, advirtió.