Desde septiembre de 2019, a partir de denuncias de algunos vecinos por presuntas malas aplicaciones de glifosato, sobre unas 6.000 hectáreas de las tierras agrícolas más productivas de la Argentina, que rodean la ciudad de Pergamino y otros pueblos de ese partido, no se puede producir de modo convencional, utilizando agroquímicos y fertilizantes. Fue por una cautelar otorgada por el juez Carlos Villafuerte Ruzo, que no se termina de destrabar.
De entrada, suena muy complicado hacer producción extensiva de granos sin el uso de insumos químicos. Pero la instrucción del juzgado federal 2 de San Nicolás es clara: se fijó un límite “restrictivo y de exclusión” de 1.095 metros desde las zonas pobladas para aplicaciones terrestres, que se eleva a 3.000 metros para las aplicaciones aéreas. Incluso hubo casos de productores que cayeron presos por violar estas distancias.
Diego Álvarez es ingeniero agrónomo, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA, asesor privado y también productor en esa región del norte bonaerense. Como ya venía trabajando en algunos lotes en la región, se propuso hacer una serie de ensayos. Ya va por su segunda campaña trabajando parcelas sin uso de agroquímicos. Conversó con Bichos de Campo para mostrar algunos resultados.
“El año pasado tuve 80 hectáreas en producción sin uso de agroquímicos”, explicó el investigador de la FAUBA, que acaba de realizar la cosecha 2019/20 con tres tipo de modelos diferentes: con siembra directa y agroquímicos en lotes que escapaban a la prohibición, con labranza convencional para controlar de malezas de forma mecánica en otro sector, y casi a la buena de Dios en la zona de prohibición.
Álvarez tiene un campo familiar en el pueblo de Fontezuela, del cual es oriundo. Queda a 10 kilómetros al sur de Pergamino, sobre la Ruta 8. Ese campo quedó en el límite de la restricción, con lo cual pudo pulverizar con productos de banda verde y por vía terrestre. Pero otros lotes que arrendaba sí fueron alcanzados por la medida. “Son campos muy buenos en lo productivo, que se arrendaban por 18 quintales de soja, y que pasaron a 0 de valor. Es muy difícil producir en esa circunstancia”, explicó el agrónomo.
Mirá la entrevista completa a Diego Álvarez:
Álvarez señaló que resulta bastante difícil producir cultivos extensivos (sobre todo soja y maíz, que son el fuerte de esta región) apelando a la llamada agroecología, pero aceptó: “No quedaba otra que hacer algo, porque después, si no hacés nada, ese lote queda abandonado, se convierte en un baldío y el dueño del campo teme que ese lote se usurpe, porque está muy cerca de la ciudad”.
El acto de convencer al dueño de la tierra que alquilaba que debía bajar el precio del arrendamiento y hasta pensar en fórmulas diferentes fue otra complejidad, pero al final lo terminaron entendiendo. “En un primer momento hubo que cambiar el modelo de negocio. Le dije que ya no podía pagarle los 18 quintales que valía, y le propuse pagar los costos de los ensayos entre los dos, hasta que todo se encaminara. Así que arrancamos todo a medias, dividiendo las ganancias”, comentó.
El productor comentó que encaró tres lineas de trabajo o ensayos diferentes.
- “En una primera etapa hice una siembra de soja a una distancia de 21 centímetros, apostando a que el cultivo le iba a ganar a las malezas en la competencia e iba a cerrar rápido el surco”.
- “Luego, en una segunda instancia se intentó volver a lo que hacía mi abuelo, labranza convencional, disco y rastra para dejar la tierra bien finita, y lamentablemente dejar al suelo desnudo con todas las consecuencias negativas que tiene eso. Pero bueno, sembré soja a 52 centímetros, para lo cual tuve que buscar maquinaria y escardillo”.
- “La tercera vía fue por manejo tradicional con uso de agroquímicos a donde se podía”.
El resultado según Álvarez fue “un retorno a 50 años atrás”.
La soja a 21 centímetros se enmalezó tanto que la cosechadora no podía entrar al lote. “Tuve que hilerarla para evitar el desgrane, y cosecharla luego, para lo cual tuve que buscar una hileradora, con lo complicado que es conseguir esa maquina”, explicó.
El segundo manejo con escardillado, “se pudo resolver con cosecha directa, y en un video mostré las diferencias de rendimiento”. Los resultados y próximos pasos a seguir para optimizar los rindes, Álvarez los mostró efectivamente como sigue:
En síntesis, las batallas más grandes que Álvarez tuvo que enfrentar en estos ensayos fueron contra las malezas, que le dificultaron el manejo del cultivo desde la implantación hasta la cosecha.
¿Y cuáles fueron los resultado de esos tres ensayos?
- La soja “agroecológica” que Álvarez tuvo que hilerar mostró un rinde aproximado de 17 quintales por hectárea
- La soja sobre tierra arada y luego escardillada tuvo un rendimiento de 26 quintales por hectárea.
- La soja que recibió tratamiento químico rindió 36 quintales por hectárea.
El dato duro fue que, en estos ensayos a gran escala, la soja manejada por agroecología, rindió menos de la mitad de la soja tratada con insumos sintéticos. En medio, hubo buenos rendimientos para la soja con control de malezas mecánico, pero a costa de lesionar nuevamente el recurso suelo.
De todos modos, el agrónomo aclaró: “Tengo mucho terreno por explorar aún para aumentar los pisos de rendimiento de la soja sin insumos. Y hay que indicar que yo tomé estos campos en el mes de octubre, con lo cual no tuve mucho tiempo de planificación. Sé que se pueden subir esos pisos de rendimiento”.
Para la nueva siembra de granos gruesos, el profesional avisó que se prepara de otra forma. “En el 50% de las 80 hectáreas pude incorporar cultivos de cobertura, los cuales creo que me ayudarán”, especialmente en materia de fertilización y control de malezas, precisó.
Además, Álvarez dijo que “estoy mejor preparado desde el punto de vista de maquinaria; por ejemplo, ya tengo los rolos para rolar esos cultivos, y también pude incorporar promotores biológicos, de los cuales muchos no están registrados como fitosanitarios pero que pueden ser utilizados según la ordenanza. Por eso espero que este año pueda levantar los pisos de rendimiento”, concluyó.
Su caso será seguido con mucho interés, sin duda, por la comunidad agronómica sobre la cual se ciernen la amenaza de mayores restricciones al uso de agroquímicos.
Prooongo cultivar entre hileras de arboles leguminosos de rapido crecimiento y usar la poda chipeada como abono para cualquier cultivo deseado
A este caso le creo, porque tiene que poner plata de su bolsillo.