La seca redujo a casi la mitad la cosecha de trigo, hay menos para procesar y menos para exportar y además el gobierno, desde marzo de 2022, intervino el mercado con polémicos fideicomisos para subsidiar la harina, que fueron rechazados por las tres cámaras del sector porque se sospecha que fueron creados con la intención de rescatar a algunas empresas. De todos modos, con el correr de los meses cada vez más molinos participan del Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA).
Diego Cifarelli, presidente de la Federación de Industrial Molinera (FAIM), dijo que actualmente “hay 23 molinos participando y 20 carpetas más de otras empresas que buscan entrar” al fideicomiso administrado por el BICE, que el ministro Sergio Massa dio la orden de seguir financiando durante 2023.
¿Y por qué se asociarían cada vez más empresas al FETA si no están de acuerdo con ese esquema de compensaciones? El motivo es simple: la necesidad de no quedar fuera del mercado. Resulta que quien vende en el marco de este fideicomiso llega a las panaderías y otras empresas elaboradoras de alimentos con un valor de 1.600 pesos más IVA más flete por la bolsa de 25 kilos de harina de trigo 000, mientras que quien vende por fuera del FETA (Fondo Estabilizador del Trigo Argentina) la comercializa a 1.000 pesos más y entonces se expone a perder clientes.
El valor de la harina subsidiada se actualiza un 4% mensual, al igual que los demás productos que participan del programa de Precios Justos que lleva a cabo la Secretaría de Comercio Interior. “Claramente ese 4% no llega a promediar los ajustes que vamos teniendo en materia de costos, pero es un paliativo para observar lo que pasa con el resto de los costos y demás farináceos cómo se comportan”, indicó Cifarelli, quien estuvo en los últimos días negociando sobre el FETA con el secretario Matías Tombolini.
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Desde que se puso a funcionar en mayo pasado, el FETA logró modificar el esquema comercial habitual de la harina y creó nuevas condiciones: por lógica, los compradores se concentran en el que ofrece el precio más bajo. “Hay una debilidad competitiva de quien está afuera el FETA”, evaluó Cifarelli, para quien ese es el motivo de que nuevos molinos pidan ingresar en el fideicomiso ahora que se extienda para 2023. Hasta ahora había muy pocas empresas que habían ingresado, porque el universo es de unas 155 molinos. Pero sí habían ingresado los más poderosos del mercado: Cañuelas (que recibió hasta aquí 70% de los subsidios), Lagomarsino, Morixe y Molinos Río de la Plata.
Según el presidente de la FAIM, las autoridades tienen la mirada puesta en el valor de la harina ya que el 66% de los productos que están en el programa Precios Justos la utilizan como materia prima . “En el caso de los fideos la harina significa el 50% del costo”, indicó Cifarelli.
Aunque a fines de noviembre pasado el fideicomiso había quedado sin financiamiento, cuando el ministro Sergio Massa anunció el Dólar Soja II y como cortesía con las grandes agroexportadoras anuló la suba de 2 puntos en las retenciones a la harina y el aceite de soja que había servido para financiar la primera etapa del FETA, lo que implicaba una recaudación de 400 millones de dólares anuales, Cifarelli explicó que el dinero para el fondeo de este año saldría también de los derechos de exportación que se cobran a las exportaciones de soja. De hecho, el poroto sigue tributando 33% y sus derivados ahora volvieron al 31%.
Al respecto, Cifarelli explicó: “Creíamos que al quedarse sin fondeo el FETA terminaba el 31 de diciembre, pero fuimos informados que, dado el éxito que tuvo, y así lo transmitió el secretario de Comercio Interior Matías Tombolini, van a seguir con el modelo pero con una novedad. Al haber demostrado el gobierno que cumplió con los pagos, ya no hará esos anticipos así que las empresas comenzaron a financiar al Estado”.
Hasta ahora, Cañuelas y los otros pocos molinos que ingresaron al sistema habían cobrado una fuerte suma como anticipo de parte del fideicomiso, que luego debían devolver en dos cuotas al recibir el dinero correspondiente de parte del BICE.
Si bien ese banco que actúa como administrador “viene cumpliendo” con los pagos de las compensaciones correspondientes a los molineros, según Cifarelli la herramienta no les convence como sector.
“Son recetas que ya se han probado y no fueron exitosas, pero venimos de una inflación alta que podría rebrotar. Entonces las autoridades están tratando de ver cómo frenarla. Lo que les digo a los empresarios es que no se si la receta es la solución, pero sí que se debe cumplir con lo que prometemos. Está claro que estas recetas fracasaron pero tenemos que responder a la autoridad de aplicación y tratar de llevar el mayor bienestar a las familiar”, explicó el titular de la Federación Molinera.
El razonamiento es que el precio del pan y de los alimentos farináceos son tan sensibles para la gente y para la política como los de la carne vacuna, y que este año encima tendremos la mitad del trigo para moler. Por eso tanta mirada oficial sobre esta cuestión.
“Estamos viviendo en año hipersensible en cuando a la cosecha de trigo y su oferta y las reglas de juego son éstas: Hay volúmenes de equilibrio (cupos) para la exportación y el consumo y la cadena debe asimilar esto y tratar de generar un sistema donde haya un ganar-ganar para todos”, señaló Cifarelli.
Con respecto a la disponibilidad de trigo para la molienda, el ejecutivo dijo que es muy difícil hacerse de mercadería y que básicamente lo que muelen se lo compran a la exportación que quedó sobre-comprada, ya que va a poder exportar apenas poco más de 4 millones de toneladas como saldo exportable después de una campaña que cayó de 22 millones de toneladas a solo 12 o 13 millones.
Por ahora, y teniendo en cuenta la merma de la producción, el productor mantiene la cautela. “El agricultor va a esperar a último momento para vender y cualquier desvío va a hacer tirar del precio. Hoy tenemos un valor competitivo y va a ser un año totalmente tenso del precio del trigo”, evaluó Cifarelli.
Con relación a la exportación de harina de trigo, sostuvo que esa veta de negocios “es una derrota permanente, sobre las 22 millones de toneladas de trigo que se producen (en la campaña anterior) menos del 10% se exporta como harina. ¡Cuánto mal le hacemos al sector agroindustrial exportando tan poco””.
Luego agregó que ·los molinos soportan una “carga impositiva sideral” que limita la exportación y calculó que este año se venderán al extranjero unas lastimosas 500 mil toneladas de harina de trigo a las ciudades más próximas de Bolivia y Brasil.