Me estás pasando.. horrible depresión
estás muy tensa.. perdiste la razón
Los días pasan.. y seguís siempre igual
voy a sacarte.. del nivel en que estás.
Han pasado cuarenta años desde que la banda platense Virus sacara su primer disco llamado Wadu Wadu. La letra de la canción que le dio nombre a ese long play habla de una mujer tensa, que perdió la razón. Pero el cantante Federico Moura promete sacarla de ese estado y llevarla a bailar “el Wadu Wadu que te va a gustar” hasta “re relajar”.
Estamos en la Expoagro 2022, que reabrió luego de una pausa impuesta por la pandemia del coronavirus. Ahora llueve copioso y a pesar de que se embarra todo es una muy buena noticia para la Argentina: este agua viene bien para mejorar la condición de la soja de segunda y el maíz tardío, principal fuente de ingresos de este país atribulado.
Ayer, en la primera jornada de esta exposición que muestra -cual shopping a cielo abierto- lo mejor de la tecnología disponible para producir esos granos, los técnicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires calcularon que, a pesar de los recortes que dejará la sequía, la nueva cosecha redundará en unos 40.000 millones de dólares, incluso un poco más de los 38.000 millones que liquidó el agro el año anterior. Wadu Wadu, a bailar. Los altos precios compensarán las toneladas perdidas. Tenemos mucha suerte y a pesar de todo todavía suena la música.
Ayer hubo sol pleno y mucha gente sobre la pista del autódromo de San Nicolás. Hay “buen clima de negocios”, dirían los entendidos. Los bancos anuncian créditos en pesos para la compra de lo que quieras y los productores -que bobos no son- aprovechan porque muchas de esas tasas se ubican por debajo de la inflación proyectada.
Los altos valores de los granos, pese a las retenciones y a otros manotazos del gobierno para apropiarse de otros “puchitos” de la famosa renta agrícola (como el fideicomiso cerealero que acaban de anunciar la semana pasada), ayudan a que las cosas se muevan. La maquinaria tiene “aceite”. Uno dice que sería todo muy diferente si los precios de los granos estuvieran en sus promedios históricos y tiene razón: “Esto sería un cementerio”, proclaman. Por suerte eso no sucede.
Hay viento de cola. A bailar el Wadu Wadu.
Le pregunto a Jorge Chemes, el presidente de CRA, y a Gabriel De Reademaeker, el futuro presidente de CRA, por qué se escuchan tantas quejan del gremialismo rural si los negocios más o menos funcionan. Ambos coinciden, palabras más o menos, en esta sensación ambivalente que sobrevuela este momento del gran agro argentino salud: aún con matices, porque nunca es correcto generalizar, los productores andan más o menos bien. Pero sienten una angustia casi existencial, porque las cosas podrían andar mucho mejor para ellos y también para el país si encontraran una pareja adecuada para bailar este baile.
En medio de esta perplejidad, los productores no protestan aunque se cansan de putear. Sin ni siquiera pestañear, porque no ofrece casi nada a cambio, el Estado se siga apropiando del 33% del valor bruto de toda la cosecha de soja y del 12% de la de los cereales. Pero además pone límites a la exportación de muchos productos agropecuarios. Y para colmo obliga a cobrarlos en pesos al tipo de cambio oficial, cuando todos saben que el dólar real vale mucho más que eso. Muchos de sus insumos cotizan ya a valor del dólar libre.
Los productores putean, pero no protestan. Se lamentan porque si hubiera mejores condiciones, con estos altos precios y la demanda internacional casi infinita que llega desde China y ahora se incrementa por la invasión rura en Ucrania, las cosechas locales podrían explotar y todo andaría mucho mejor, incluso para el propio Estado, que recaudaría bastante más. El escenario no podría ser mejor, la pista quedó libre y se puede bailar. Pero falta una pareja estable para bailar este baile.
Este sábado a la noche te paso a buscar
a bailar el Wadu-Wadu que te va a gustar
te prometo invitarte muchas veces más
todo el tiempo Wadu-Wadu para re-relajar.
La Argentina no está en condiciones de “re relajar”, como proponía Virus. Continúa siendo un país brutalmente empobrecido. Acá te dormís y te comen los piojos. Por eso en este clima de casi cofradía agropecuaria que se respira en la Expoagro, todos se abrazan mientras compiten con el cuchillo entre los dientes.
Están todos los expositores (bancos, fabricantes de maquinaria, semilleras, aplicaciones digitales, automotrices y hasta algún descolgado que ofrece inversiones inmobiliarias) queriendo rascar de la misma olla. Y por eso se esfuerzan en vender. La renta agrícola no es una entelequia sobre la cual discutiría el economista Aldo Ferrer durante décadas, sino una cosa palpable: los 40.000 millones de dólares mencionados por el informe de la Bolsa de Cereales, los cuales, claro, solamente una parte muy limitada llegará a los bolsillos de los productores.
Todos los expositores de Expoagro saben que tendrán que bailar duro y parejo para conseguir la pequeña fracción de esa torta de dinero que les permita seguir en carrera. Todos salvo los funcionarios y políticos, a los que su porción de la renta les llega sin hacer el menor de los esfuerzos.
¡Falso! Es mentira Matías. La política está haciendo ingentes esfuerzos para mostrarle a los productores que también es parte de esta película. Bastaba verlo al ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que pasó largas horas este martes en San Nicolás, con todo su gabinete, jurando y perjurando que no se elevarán las retenciones ni se alterarán las reglas de juego para la nueva campaña agrícola, que comienza en un par de meses. Camaleónico, el ministro se mimetiza con el sector, como si fuese uno más de este ejército si no fuera porque en los hechos es su propia cartera la que define cupos de exportación (Domínguez los rebautizó “volúmenes de equilibrio”) y precios FOB oficiales a medida que otorgan prioridad al abastecimiento interno en detrimento de las posibilidades de negocios que ofrece el mercado internacional al país.
Wadu Wadu. La fiesta está afuera, la música suena fuerte, pero la Argentina nunca se decide a salir a bailar.
¿Cómo decir que la política no está comprometida si hasta Axel Kicillof, que nunca había pisado hasta ahora en su historia política una exposición agropecuaria de envergadura, se enfundó dentro de su blazer y mantuvo una agenda propia en la Expoagro 2022? El gobernador bonaerense hasta contestó algunas pocas preguntas de los periodistas del agro, realzando la buena relación que existe entre el peronismo y las entidades de la Mesa de Enlace, con las que dijo tener un diálogo fluido. Un diálogo, claro, a la manera en que ellos se sienten cómodos: no hablan de lo que no quieren (las retenciones, por ejemplo) pero luego te enrostran que los 130.000 millones de pesos en créditos del Banco Provincia son una política activa (y hasta un subsidio) a favor del sector. Como si el negocio de los bancos no fuera prestar dinero y cobrar por esos préstamos suculentos intereses.
Kicillof en Expoagro aseguró “nuestro gobierno está obsesionado con potenciar la producción”
Pero allá iba Axel, otrora niño mimado de la líder del movimiento K y acaso presidenciable, ojos claros, cuerpo ajustado dentro de su saco oscuro, asegurando que nadie como ellos entiende al campo.
Me estás pasando.. horrible depresión
estás muy tensa.. perdiste la razón
Los días pasan.. y seguís siempre igual
voy a sacarte.. del nivel en que estás.
Tantos son los gestos de amistad que parten del sector político -“No me peguen, soy Giordano”- que en esta Expoagro hasta nos enteramos que el ministro del Interior, Wado de Pedro, es también un esforzado productor agropecuario que cultiva alfalfa en su querida Mercedes. Lo contó en la cena de inauguración, el lunes, a la que fue como figura estrella invitada. Y seguramente lo volvió a contar durante una visita breve a la exposición ya abierta el martes por la mañana. El material que luego envió luego su equipo de prensa lo muestra como un hombre comprometido con el sector y deseoso de agregar valor a las exportaciones agrícolas, para crear trabajo y generar desarrollo.
Wadu Wadu. A bailar. Al hombre lo enviaron a dar señales de cortesía para con los que pagan la fiesta. Salta a la vista que su espacio político (La jefa y la Cámpora) lo está poniendo a prueba para ver cómo mide pensando en una eventual candidatura presidencial. Estos gestos son parte de esa liturgia y poco tienen que ver con la lógica agropecuaria. Más allá de la alfalfa, De Pedro baila con los pasos de la política.
Dentro de una carpa oscura se realiza la tradicional conferencia de prensa de las cuatro cadenas (Asagir, Maizar, Acsoja y Argentrigo). Se trata de agrupamientos por cultivo, que reúnen tanto a productores como a vendedores de insumos y también a exportadores. La cadena, de pe a pa. Son ellos los que mejor conocen lo que sucede con esos benditos granos que sostienen finalmente buena parte de la estructura económica de la Argentina.
Los testimonios de sus dirigentes me confirman la ambivalencia de la que hablaba al principio de la nota: productores que no están mal y que tienen inmejorables posibilidades para crecer, porque el mundo demanda lo que producen. Pero que están crónicamente insatisfechos a pesar de tener esa posibilidad, porque no encuentran compañero para el baile.
“Es enorme la pérdida de oportunidad para la Argentina. Desde hace 50 años se vienen aplicando políticas en contra de la exportación, cargando de peso la espalda de los sectores productivos. Con ese peso perdemos competitividad y obviamente una oportunidad enorme de generar mas trabajo y más divisas, para salir de la esta trampa maldita de que nunca nos alcanzan los dólares”, resume Luis Zubizarreta, que representa a los sojeros. Esa es por lejos la cadena líder de la Argentina, pero ciertamente ha ido involucionando en los últimos años.
Wadu Wadu. La falta de ejercicio nos está alejando de las pistas de baile.
Me detengo en el testimonio de Miguel Cané, el titular de la cadena triguera. Ese cultivo es uno de los bendecidos por la posibilidad, pero como nunca está maniatado por la impotencia. El gobierno -con la pluma de Roberto Feletti, pero la complicidad de Julián Domínguez, Axel Kicillof y Wado de Pedro, que no levantaron la voz- acaba de engendrar un extraño fideicomiso que implica sacarle 25 millones de dólares de dudosos modos a los productores para subsidiar a las empresas que venden paquetes de harina y fideos a través del programa de Precios Cuidados, como Molinos Cañuelas o Molinos Río.
¿No puede el gobierno agarrar 25 millones de su presupuesto y subsidiar a quien quiera, pero sin dar tanta señales negativas a un sector que genera miles de millones? Esa fue la pregunta que más o menos se hizo Cané, pariente lejano del famoso escritor argentino. A dos meses de la siembra del cereal, sus cuentas son terribles. Calculó que en base a este tipo de inestabilidades (ahora nadie sabe si la Señora se levanta con el ojo torcido y ordena a su corte subir las retenciones al doble o cualquier otra cosa), los productores realizarán una siembra cautelosa y conservadora, que a lo sumo arrojará una cosecha de 17 millones de toneladas. Esto dejará un saldo exportable de 10 millones, que a 500 dólares (el valor récord que está tocando el trigo ahora) implicarán divisas por 5000 millones de dólares.
En cambio, razonó Cané, si el gobierno fuera creíble y realmente diera señales de querer bailar el mismo baile que los productores, el próximo invierno se podrían estar incrementando la superficie y también la fertilización sobre el cultivo, con lo cual la cosecha podría estar acercándose a 25 o quizás 27 millones de toneladas. La oferta exportable así podría acercarse a casi 20 millones de toneladas, que podría ser un bálsamo para un mundo necesitado de trigo, porque Rusia y Ucrania, que acaparan el 30% del mercado mundial, se están peleando y tienen poco tiempo para volver a sembrar.
Sería el doble de divisas. Y solo con una señal. Un cabeceo. Wadu Wadu. Para re relajar.
Este sábado a la noche te paso a buscar
a bailar el Wadu-Wadu que te va a gustar
te prometo invitarte muchas veces más
todo el tiempo Wadu-Wadu para re-relajar.
“Las cuatro cadenas rechazamos el fideicomiso, porque justamente lo que requiere la producción son reglas claras para poder invertir. Pero dicho fideicomiso deja abierta la puerta a nuevas intervenciones ilimitadas, incluso a otros cultivos. No podemos descartar intervenciones nuevas y subsidios como y cuando quiera la Secretaría de Comercio”, explicó el titular de Maizar.
Para bailar se necesita mucho más que un Wado. Se necesita un compañero de baile que quiera bailar en serio. En esa búsqueda está el campo.
“Los líderes que decidan eso van a pasar a la historia”, se escuchó incluso en la reunión de las cuatro cadenas. Pero miran a la pista y no hay nadie que esté dispuesto realmente a pegar el cabezaso.