La Jatropha curcas es un cultivo no comestible que produce un aceite de calidad para elaborar biodiésel. Desde hace rato que se menciona como una opción viable para que el campo aporte más a la matriz energética. Desde la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) ahora anunciaron que sus investigadores están profundizando estudios sobre las propiedades de la especie para aprovechar su potencial.
En el medio especializado Sobre la Tierra explicaron que la Jatropha forma parte de un grupo de cultivos que producen aceites no comestibles y que bien se pueden transformar en biodiésel. De todos modos, aclaran que el cultivo “no cumplió con las expectativas agronómicas en su producción a campo”. Por eso todavía se habla mucho sorbe esa planta, pero se ha hecho poco.
“La Jatropha es un arbusto nativo de nuestro continente. Sus frutos tienen un aceite de excelente calidad para elaborar biodiésel. Es capaz de sobrevivir en ambientes secos y en suelos salinos, y a la madurez ofrece varias cosechas al año. En su momento, se la llamó la ‘especie mágica’, y muchas personas la cultivaron en sus campos”, recordó Edmundo Ploschuk, docente de Cultivos Industriales de la FAUBA.
El profesional reconoció que “el problema es que en aquellos tiempos el área implantada creció más rápido que su investigación, lo cual generó bastante frustración”.
“En numerosas ocasiones, la especie no rindió lo esperado, y en ciertas condiciones directamente no sobrevivió. A la Jatropha se la probó y fracasó en provincias como Santa Fe, Córdoba y Santiago del Estero. A partir de entonces, el cultivo se investigó con mayor intensidad para resolver sus limitaciones y potenciar sus virtudes. Junto con Diego Wassner, docente de la misma cátedra, publicamos un capítulo de un libro en el que recopilamos los avances científicos a nivel mundial en J. curcas, incluidos nuestros estudios”, contó el investigador.
¿Y cuáles fueron los problemas? Uno de ellos fue que “como la Jatropha florece y madura por tandas, la cosecha se dificulta”, señaló Edmundo. Pero indicó que con podas sistemáticas se puede concentrar toda la cosecha en un lapso más acotado, lo que simplifica notablemente el proceso.
Además, el investigador resaltó que cuando la cosecha se realizó en primavera, el aceite de sus semillas alcanzó un valor máximo de 38%, mientras que en otoño se obtuvo un mínimo de 20%.
Por otro lado, Ploschuk y Wassner identificaron los mecanismos por los que la salinidad y las bajas temperaturas reducen el rendimiento de la planta. “La tasa de fotosíntesis bajó hasta un 75% en días fríos y se anuló completamente con las heladas, sin ninguna posibilidad de recuperación”, explicó.
“En cuanto a la salinidad, aunque los altos niveles perjudicaron a la especie, se recuperó muy rápido. Pensamos que se podría implantar Jatropha en suelos salinos que se estén recuperando”, añadió.
Ploschuk contó que a nivel internacional se mejoró bastante en los últimos tiempos la genética del cultivo, y las plantas de Jatropha rinden cada vez más y de forma más estable.
“Los nuevos genotipos buscan solucionar los puntos débiles de la especie. De hecho, ya se identificaron algunas características genéticas vinculadas a la resistencia al frío. Cuando se mejore el desempeño de este cultivo en temperaturas bajas, se ampliarán las zonas en las que se puede realizar y la frontera agrícola podría expandirse”, indicó el especialista.
También resaltó que el contexto actual abre posibilidades para la especie. “Como la industria aeronáutica quiere reducir sus emisiones de carbono, existen posibilidades de reemplazar paulatinamente el combustible fósil por biojet, un combustible elaborado a partir de aceites vegetales. Esto generaría una demanda muy grande que Jatropha curcas y otros cultivos similares podrían suplir. Además, el precio del gasoil está aumentando, y como por ley debe tener una fracción de biodiésel, la producción de biocombustibles se vuelve más rentable”.