Cuando Daniel Solís estudió las distintas formas de trabajar con material genético para mejorar rodeos ovinos, en una escuela agrotécnica de la localidad chubutense de Sarmiento, nunca pensó que él mismo se volvería protagonista de un proyecto de mejoramiento en Patagonia, con el que lograría introducir una variante de texel que hasta ese momento no se desarrollaba en el país, y hasta cosechar premios.
Por unos 30 años, Solís se ocupó de armar un rodeo de esa raza carnicera, más asociada con las provincias de Buenos Aires, Corrientes y Córdoba, en una zona donde la producción lanera domina de la mano de las razas Merino y Corriedale.
Oriundo de Aldea Las Pampas, un pueblo de no más de 150 habitantes, el productor estaba convencido de que la obtención de carne podía ser clave para dinamizar el desarrollo de aquellas pequeñas localidades patagónicas. Pero la tarea de ingresar nuevas líneas genéticas no fue nada fácil.
Los primeros texel que obtuvo, en su cabaña Las Margaritas, fueron por “absorción” de algunos animales que ingresaron a la Patagonia durante un breve lapso en que la barrera sanitaria estuvo abierta, a comienzos de este siglo. Recién en 2010, el INTA Esquel logró ingresar semen y embriones desde Nueva Zelanda y Australia, lo que le permitió mejorar su majada.
“La genética existente en Argentina prácticamente no la pude usar nunca, porque la barrera sanitaria no nos permite traer animales en pie desde las otras zonas del país. Todo el desarrollo lo tuve que hacer vía inseminación artificial, semen congelado o transferencia de embriones. Para hacer pedigree en el país se necesita tener el registro genealógico de los animales, y son pocas las cabañas que congelan semen, que producen embriones y que lo venden para colocarlo aquí en Patagonia”, contó Solís a Bichos de Campo.
En este escenario, la salida del Reino Unido de la Comunidad Europea en 2021, y la posibilidad de traer semen y embriones de ese destino, significó un verdadero empuje para su cabaña, que logró acceder en forma directa a líneas pedigree.
“Hasta ahora yo iba seleccionando la mejora de los animales en el rodeo, o iba haciendo puro por cruza. Cuando surge esta posibilidad no dudé, porque era la forma de ingresar nuevas líneas y de obtener animales con todas las reglamentaciones. Hice un convenio con INTA y me cedieron algunas ovejas para producir embriones aquí en Aldea Las Pampas. En ese momento compré cuatro embriones y tuve la fortuna de que me prendieron tres”, recordó el chubutense.
Para Solís, aquella opción tenía mayores chances de éxito que la técnica de inseminación artificial con semen congelado y laparoscopía, cuyos índices de preñez rondan el 50% a 60%.
“Fui el primero que pudo hacer el trasplante de embriones cuando esto llega al país, y fui el primero que logró animales ciento por ciento británicos en Patagonia”, destacó el ganadero.
¿Pero qué distingue a esta genética de la neozelandesa y la australiana? Solís explicó que un punto clave es la conformación que logran estos animales, que alcanzan mayor peso y volumen en tiempos más cortos. También remarcó su adaptación al clima frío, similar al que puede darse en Reino Unido.
“Tiene un abanico de características que te proporciona muchas posibilidades de hacer algo distinta. Después hay detalles que hay que seguir seleccionando, porque son procesos muy largos. Esto no quiere decir que todo lo que venga de Inglaterra vaya a ser bueno. Acá también hay un estándar que se busca. A los británicos, si los llevamos un aspecto de color, que el animal tenga una mancha negra en una pata o en un ojo no les importa. Aquí en Argentina son animales que se descartan porque no están dentro del fenotipo buscado”, señaló el productor.
Prueba de este esfuerzo llegó días atrás, en la Exposición Rural de Palermo, donde el ganadero presentó un cordero de 9 meses y logró obtener el reservado gran campeón, además de otros premios individuales a la mejor conformación de cabeza y a la mejor conformación de carcasa.
“Era una cuenta pendiente participar ahí, con lo que significa para cualquier criador por todo el trabajo que se hace, de muchos años de selección. Es una forma de ponerlo a juicio a eso. Y el valor adicional de ir a Palermo y de obtener este premio, es que esto no se hace en un lugar convencional. Nosotros somos productores chicos, en un lugar muy inhóspito. Esto se basa en la pasión por criar, por trabajar en esto, por transgredir fronteras permanentemente para poder crecer”, reconoció Solís.
Y añadió: “Cuando hablaba hace 15 o 20 años de hacer embriones, era una utopía casi. Aquí en Patagonia uno entiende que si uno no se genera las oportunidades, nadie va a venir a poner sobre la mesa algo”.
En la actualidad, Solís posee unas 18 madres puras de pedigree, entre adultas y corderas servidas, más 17 embriones implantados ya confirmados. Para esta temporada espera alcanzar un rodeo de 30 a 40 animales de esa genética, que se suman a un rodeo general de 150 cabezas.