Las lluvias de la primavera le cambiaron la cara a los agricultores, que ahora encaran la siembra mejores perspectivas productivas. De todos modos, no pasa lo mismo con el resultado económico esperado.
La cosecha 2023/24 en el norte fue mala por el mal clima y el efecto de la chicharrita, que diezmó la producción de maíz y dejó su huella en las empresas agrícolas. Eso condiciona las decisiones de siembra en el nuevo ciclo.
“Venimos de una campaña muy dura. Estamos partiendo de toma de decisiones muy influenciadas por lo que se vivió tanto climáticamente, con lo que fue la problemática de la chicharrita”, contó la productora y asesora Macarena Ramos, que trabaja en Tucumán y oeste de Santiago del Estero.
Al mismo tiempo, de cara a la nueva siembra, aclaró que “estamos ante algo atípico para nosotros, que es con recargas de los perfiles tempranos, o sea con situaciones que por ahí son ideales y que no las solemos tener en esta época”
Adicionalmente, la red de monitoreo de la chicharrita indica que esta campaña hay una presencia baja de la plaga, aunque en la zona que atiende Ramos “no nos está dando tregua, hasta el momento” y en “los trampeos que nosotros tenemos a nivel del lote, la presencia es alta desde temprano. Se esperaba que disminuyera mucho más de lo que realmente se está viendo a nivel campo”, agregó.
En este contexto, la agrónoma consideró que “estamos en un punto de partida mucho más complicado que el año pasado, porque hay detecciones importantes en lo que es trampeos”.
A ese problema se suma que este año los precios agrícolas bajaron como por un tubo mientras que los costos subieron por el ascensor.
“La verdad que estamos muy complicados. Partamos de lo que es la base: en los dos cultivos (soja y maíz) la rentabilidad está muy comprometida, pero más en maíz porque con estas plaga los costos se van a incrementar entre 80 y 100 dólares por hectárea, sumado a que se está tratando de adaptar nuevos híbridos con potenciales de rendimiento mucho menores que los que uno busca”, dijo la productora.
Esos híbridos de maíz se eligen porque son menos susceptibles al daño de la chicharrita, pero su rinde potencial es menor y en este contexto de costos y precios se requiere sí o sí de buenos resultados productivos.
“La cuestión económica nos deja fuera de juego con la alternativa de maíz. Ni siquiera podemos decir que vamos a presentarle batalla o que vamos a buscar la manera de manejar esta problemática, porque el número, hoy por hoy el costo, nos está dejando fuera del juego”, alerto Macarena.
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Ramos luego agregó que con la soja la situación no es muy diferente. “Todos los costos se dispararon. El hecho de que se haya disparado el combustible repercutió en lo que es el costo de los servicios. No hay que olvidarse que estamos a 1.200 o 1.300 kilómetros de los puertos y que nuestros potenciales de rendimiento en la zona no son nada comparados con lo que es la zona centro del país. Por eso el número en soja está muy ajustado y en maíz es negativo de acuerdo a la estrategia que se haga”.
Ramos aclaró que en la región se hace maíz más que por rentabilidad por estrategia de rotación y que es una herramienta productiva de la que no se puede prescindir, ya que además es el insumo clave para la terminación de la hacienda.
“Pero hoy estamos prescindiendo de ella no solo por una plaga, sino también por un factor económico. Un rinde bueno acá son 3.000 kilos de soja y 7.000/8.000 kilos para maíz, pero el año pasado muy pocos lotes llegaron a los 5.000 kilos y en ninguno de los dos casos se cubrieron los costos”, recordó la agrónoma.
El rinde de indiferencia en la región, según explicó, es de al menos 4.000 kilos en maíz y de 2.000/2.200 en soja, por lo que para salir bien parado hay que tener buen precio y buena producción, y las señales que se reciben no indican que eso vaya a pasar en esta campaña.
“Somos una zona marginal y trabajamos con las mismas reglas del juego que tienen otras zonas con otras bases y condiciones. Las retenciones son un impuesto que nos pone a todos dentro de la misma bolsa y con las mismas reglas del juego, y la verdad que las realidades productivas a lo largo de un país tan amplio como es Argentina son muy distintas”, razonó Macarena.
Ramos destacó que esta situación “deja fuera del esquema a los productores chicos. Acá tenemos muchos productores chicos y cada campaña son menos, porque el sistema los va condenando a la desaparición, por estas reglas del juego que son arbitrarias, son generalistas y no tienen en cuenta el ajuste a las diferentes realidades productivas”.