Mira a cámara y en su mano derecha sostiene un “ramillete” de frescas y hermosas mandiocas, aún impregnadas de tierra colorada. En los comentarios de la publicación hay opiniones de todo tipo: desde manitos que aplauden y caritas de sorpresa, hasta críticas y frases como “vos no sabés nada de campo”, a pesar de que esta mujer vive, trabaja y produce en la chacra.
Silvia Kapelinski tiene 31 años y una rutina que empieza mucho antes de prender el celular, aunque este dispositivo desde hace un tiempo es una parte muy importante de su cotidianidad. Vive en Colonia Alberdi, una zona rural de Misiones, a seis kilómetros de Campo Viera, con su pareja y su hija Sofía de tres años. Y su vida transcurre entre los ritmos del campo y las redes sociales, dos mundos que aprendió a combinar a su manera.
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“Yo empecé a publicar algunos vídeos primero en tiktok, no pensaba en hacerme viral o ganar seguidores, pero la gente empezó a comentar, a seguir mi cuenta, a hacer preguntas y así fue creciendo”, explica en referencia a que hoy se ha convertido en una comunicadora del agro misionero, ya que en que su cuenta de Instagram cuenta con 14.000 seguidores, y muestra cómo es su vida como productora.
En su chacra, de doce hectáreas y media, hay plantaciones de yerba mate, algo de kiri, pasturas y cultivos como mandioca, maíz y maní. Antes de prender el teléfono o pensar en qué grabar, Silvia revisa a sus animales (a los que “no les puede faltar nada”), camina entre las plantas y organiza el día según lo que haya que cosechar o limpiar. Silvia tiene todo organizado porque no es una recién llegada a la vida rural: se crió en la chacra de sus padres, en la sección novena de Campo Grande, y desde los ocho años trabaja la tierra; sus recuerdos de infancia están marcados por las tareas del campo: plantar, cosechar y cuidar.
“Crecí viendo a mis padres trabajar en el tabaco, desde entonces, entendí lo que significa el esfuerzo”, describe. Terminó la secundaria en el Instituto de Enseñanza Agropecuaria 6 y, como muchos jóvenes del interior, probó suerte en Buenos Aires. Estuvo un tiempo, buscó trabajo, quiso estudiar, pero terminó volviendo. “Extrañaba demasiado, extrañaba todo: mi familia, mi tierra, la tranquilidad, acá puedo respirar”, cuenta, al tiempo que destaca que de todos sus hermanos es la única que hace vida de campo ya que los demás viven en otras provincias.
Y es ese amor por su tierra, que se nota en cada reel o posteo, lo que hace que cada vez más personas sigan su cuenta: su contenido se volvió una ventana a la vida rural misionera, algo que no tiene mucha prensa ni se ve demasiado en las redes sociales.

Muchos de sus seguidores son de ciudad y se sorprenden con cosas que para Silvia son básicas. “Hay gente que nunca vio una planta de mandioca o de maní, ni saben cómo se saca del suelo. Me piden que muestre, que les enseñe, que les pase recetas. Y eso me gusta, porque muestra lo desconectada que está la gente del campo y de la producción de alimentos, y cómo uno puede ayudar a recobrar esa conexión”, reflexiona.

Pero no todo es elogio. En medio de los mensajes positivos, también llegan los ataques. “Hay hombres que me dicen que no sé nada del campo, que me retire de las redes o que soy como un hombre por hacer trabajos pesados y entrenar”, dice en referencia a que también hace gimnasia con pesas y tobilleras que ella misma se ha armado.
Así es: Silvia dedica un momento del día a hacer ejercicio porque es algo que la apasiona y que, según dice, le da energía para todo lo demás. “Entreno porque me gusta y me hace sentir bien conmigo misma. Sueño con tener mi mini gimnasio, en la vereda, en el fondo, donde sea, pero tenerlo”, dice con una sonrisa.
Con respecto a los comentarios negativos, cuenta que al principio la tomaron por sorpresa, pero que ya no le afectan. “Antes me molestaban, ahora no les doy importancia. Me quedo con el apoyo de la buena gente, con los mensajes de los que aprenden algo o me agradecen por mostrar lo que nunca habían visto. Siempre hay personas que dicen cosas negativas”.

Hoy, Silvia se mueve entre la tierra roja y la cámara del celular con la misma naturalidad y retrata momentos muy elocuentes de la vida en la ruralidad misionera. Por ejemplo cuando cosecha, corta y pela mandioca, muestra cómo van creciendo las plantas de maní o cómo es alimentar a los animales. Eso sí: el equilibrio no es fácil porque las tareas son muchas y a veces el día se le hace corto. “Entre la chacra, mi hija y los videos, no me sobra tiempo, pero trato de dar lo mejor de mí. A veces me tomo un descanso de las redes, porque también necesitamos desconectarnos”, cuenta.
-¿Qué otros comentarios le llegan?
-Muchos sobre mi pareja. Recibo críticas porque él no aparece en mis videos, dicen que lo escondo. Pero él no aparece porque no le gusta estar frente a cámara y también porque trabaja para una empresa y está muchas horas afuera. La chacra es mi espacio cotidiano y muestro lo que hago yo, que también vale. Y muchas -pero muchas veces- me dicen que este es un trabajo de hombre… pero ya me acostumbré.
-¿Es como no reconocer el trabajo de la mujer rural?
-El trabajo de campo en general está muy desvalorizado y la mujer de campo no solo no se valora, sino que ni siquiera es vista, parece.
-¿Dónde vende sus productos?
– La yerba mate la entrego al secadero más cercano y la plantación anual es para consumo propio, excepto este año que estuvimos vendiendo mandioca pelada y empaquetada para comercios de la zona.
-¿Necesita reconocimiento el agro de Misiones?
-Desde ya. Reconocimiento y darle más de valor a los productores, porque de las chacras sale la mayoría de los alimentos que va a la mesa de las familias. Los productos no son valorados a la hora de la venta, pero esto no es de ahora ya que a mis padres les pasaba lo mismo. No sé por qué pero cuesta mucho comprender y darle valor al campo.
-¿Se siente una influencer del campo?
-No, para nada. Yo muestra la vida rural sin filtros ni maquillaje: el barro, la constancia, el trabajo y la gratificación de producir alimentos. El campo no es fácil, que hay sacrificio detrás de cada producto, pero también hay orgullo. Yo elijo esta vida y no la cambiaría por nada. Eso es lo que muestro.




