Raúl Milano, el director ejecutivo del Rosgan (Mercado Ganadero SA), escribió una larga columna en el informativo semanal de la Bolsa de Comercio de Rosario, en la que define que es urgente diseñar un plan ganadero que permita resolver la eterna disyuntiva de la cadena argentina de ganados y carnes, que estos días vuelve a expresarse con fuerza.
¿Cuál es esa disyuntiva? Que cuando se produce más carne, como sucede últimamente, bajan los precios al productor desalentando la producción. Luego ingresamos todos en una etapa de liquidación, hasta que la falta de oferta provoca una abrupta suba de los precios. Y los ganaderos vuelven a retener hembras e invertir. Hasta la siguiente fase. Milano piensa, como muchos, que está dinámica finalmente no le sirve a nadie.
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“En la actualidad no sería arriesgado decir que estamos ingresando en un proceso lento de liquidación como característica del ciclo. Posiblemente los problemas macroeconómicos de altas tasas de interés en el financiamiento sean el disparador de un proceso de venta abultada no sólo de animales gordos sino también de vacas, muchas de las cuales muestran signos importantes de preñez. La demanda china orientada preferentemente a la vaca, completa este cóctel de necesidades de dinero con oportunidades de ventas convenientes. La suma de los dos factores pone al límite los números de faena de vacas”, describió el directivo del Rosgan. La estadística lo confirma:
Es interesante el artículo escrito por Milano, por cuanto plantea que algo hay que hacer para terminar con este serrucho tan característico de la ganadería argentina, primero en el cielo, después en el infierno.
“La existencia de ciclos no es una exclusividad de la ganadería porque también la economía del país los posee y para ello se suelen aplicar políticas anticíclicas. Las políticas monetarias, tributarias y de cambio son las más comunes en las visiones ortodoxas. No obstante ello, muchas de las modernas teorías económicas desde inicios del siglo XX establecieron políticas activas de los Estados con distintos niveles de intervención”, explica Milano.
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Según el ejecutivo del Rosgan, de todos modos, “el sector agropecuario ha sido históricamente reacio a la intervención del Estado porque siempre lo sufrió como recaudador y no como promotor”, ya que “los gobiernos recurren habitualmente a extraerle su rentabilidad mediante todo tipo de gabelas para tapar agujeros ordeñando siempre a la misma vaca.”
¿Y entonces? ¿Se puede diseñar un programa anticíclico con respaldo del Estado y el sector privado que no sea solamente extraer recursos del sector?
Para MIlano, “para romper la contradicción de que debemos producir más pero que esto se convierte en un boomerang produciendo caída de precios en el ganado, debemos tener un programa con metas de crecimiento establecidas tanto para el consumo, que es nuestra gran plataforma comercial, como para la exportación. Haciendo participar responsablemente en momentos puntuales un conjunto de políticas activas que actúen como aceleradores de producción equilibrada”.
“Debemos definir claramente cuáles son nuestros cuellos de botellas para poder conocer nuestras debilidades a partir de las cuales aplicar los correctivos necesarios”, reclamó el dirigente ganadero. Luego enumeró varios de esos “cuellos de botella” que necesitarían especial atención:
- Tasa nacional de parto y destete.
- Enfermedades sanitarias de los rodeos.
- Limitantes en pasturas implantadas.
- Crisis sector lechero.
- Ampliación y adaptación industria frigorífica.
- Programas de financiamiento
El directivo del Rosgan, además, consideró que la Mesa de las Carnes es un buen ámbito para comenzar a hacer este trabajo. “La cadena de ganados y carnes ha logrado en los últimos años consolidar un formato semi- institucional de representación con participación de todos los sectores, donde la acción más difícil para los argentinos pudo ser lograda: ‘la de actuar con criterio asociativo’”, evaluó.
Milano finalmente sugirió poner manos a la obra de inmediato, porque en el escenario actual “la complicada situación en precios de la hacienda tanto para la invernada como para el gordo generan una sensación de desánimo en nuestros productores e invernadores, donde todas las expectativas del gran futuro de la carne ante la demanda mundial choca con la realidad de una coyuntura ahogada en un proceso recesivo que secó el bolsillo de los consumidores”.
“Cómo sobrepasar estos tiempos es la clave de poder acortar los ciclos con la aplicación de políticas activas, las cuales seguramente no solo serán fiscales vía la baja de impuestos por la situación de las finanzas nacionales y provinciales. Los nuevos modelos exigen interactuar coordinando políticas activas que expandan el proceso de acortamiento de los animales livianos a animales pesados, obteniendo lo más rápido posible una oferta abundante de novillos gordos que solo aparecerán vía precios o vía financiamiento dedicado a prolongar la recría”, definió.