En una jornada en la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (FAUBA) cinco profesionales se refirieron a los pros y contras de cambiar la legislación actual, algo que reclaman muchos actores de la cadena agrícola. En Bichos de Campo iremos publicando cada una de las presentaciones que fueron resumidas por el sitio de divulgación científica Sobre la Tierra.
Para Gustavo Schrauf, Profesor Titular de la cátedra de Genética de la FAUBA, es fundamental conocer cómo son y quiénes controlan los mercados de semillas. “La semilla es el insumo básico de la cadena alimentaria y condiciona cómo se producen los alimentos. Por eso, las empresas de agroquímicos compraron casi todas las semilleras en el mundo: Bayer compró a Monsanto, Dow y Dupont se fusionaron y ChemChina adquirió a Syngenta y a la empresa argentina Nidera. Sólo estos tres grupos empresarios concentran cerca del 60% de las ventas globales de semillas y del 70% de los agroquímicos”.
“Esto hace que el productor esté muy condicionado en su forma de producir. Al comprar las semillas también adquiere los agroquímicos para que los cultivos expresen su potencial. La tendencia al monopolio es muy fuerte, y si dejamos en sus manos el desarrollo de semillas, perdemos soberanía y poder de decisión”, dijo, y agregó que quitarle al productor el derecho al uso propio de las semillas puede profundizar la monopolización.
Además, Schrauf advirtió sobre la notable caída en los presupuestos del Conicet, las universidades, y del programa de mejoramiento del INTA. “Por un lado, el proyecto del oficialismo busca darle más poder a las empresas; por otro lado, afirma que con la modificación pretende beneficiar al INTA. Es una incoherencia y puede significar un perjuicio muy grande. La Ley debemos repensarla entre todos, con participación. Incluso, es necesario considerar que los productores pueden intervenir en el mejoramiento y no verse sólo como meros receptores de tecnologías”.
“Al mejorador y al productor se los suele presentar como antagónicos. Sin embargo, con el mejoramiento participativo pueden trabajar en conjunto. En este sentido, nuestra experiencia con el proyecto del recuperación del tomate criollo es muy rica. Además de mejoradores, agrónomos y biólogos participan los productores hortícolas y hasta los mismos consumidores en las degustaciones (incluyendo cocineros). Entre todos se decide qué tomate elegimos para mejorar. Este modelo no es fácil de implementar, pero en algunos países hay proyectos parecidos que funcionan muy bien. Estas alternativas representan una reacción de la sociedad, que busca alternativas a la concentración que se da a escala global”, resaltó Schrauf.