Hubo un tiempo en que el partido de Avellaneda no vivió de espaldas al río de La Plata. Hoy mucha gente está tratando de recuperar la Costa de Villa Domínico, si bien hay una gran puja de intereses.
En 1860 llegaron a esa ribera inmigrantes genoveses, piamonteses y calabreses, y armaron sus quintas creando camellones de tierra y dejando surcos para que se irrigaran de modo natural con el mismo río, al que fueron interpretando en compañía de la luna. Comenzaron a producir frutas, verduras, hortalizas y el famoso “Vino patero de la Costa”, de la uva chinche o Isabella Americana, de la variedad Vitis Labrusca, que hoy ya no es más “patero”. Esta cepa fue la única que resistió a una gran peste. Lo elaboraban de modo casero, sin aditivos ni agregados químicos, más otro vino de ciruela. Se debe consumir en pocos días, porque si no se pica.
Los tanos plantaron sauces y diseñaron una red fluvial artificial de canales que conectaban a la costa de Domínico con el Riachuelo, por los que navegaban. Desde allí proveían a la población de Buenos Aires y de Avellaneda. Más tarde, a las cantinas de La Boca. Entre 1940 y 1957, lo tanos llegaron a producir, por año, 3 millones de litros de vino, unos 700.000 cajones de tomate, unos 400.000 de peras y 10 millones de kilos de hortalizas, sobre 800 hectáreas.
La costa de Domínico era además un balneario para la gente. Pero todo comenzó a decaer con la contaminación del Riachuelo, y les jugó en contra el auge del vino mendocino, de mejor calidad claro.
Todo fue quedando en un franco abandono por varias décadas. Hoy allí no tienen agua corriente ni red cloacal ni de gas, ni conectividad, ni caminos transitables, lo que contribuyó a que grandes consorcios pudieran ir comprando tierras a bajo precio, porque hay intenciones de desarrollar allí una suerte de “Puerto Madero bonaerense”.
En 1992 les expropiaron las tierras a los viñateros para instalar el CEAMSE y tuvieron que mudarse más al norte, del otro lado del arroyo Santo Domingo, con sus cubas y sus viñedos. Techint administraba el CEAMSE y adquirió 150 hectáreas para un proyecto edilicio.
Hoy quedan unos pocos descendientes de aquellos productores, como Los Mellizos Ferao, Don Paissán, Oscar, Don Parodi, de 88 años de edad. Éste -en la quinta del finado Sebastián- es quien les transmite los saberes antiguos de los quinteros. Ellos siguen elaborando vino.
Cuentan que hace unos diez años se comenzó a frenar la contaminación del río. Hay proyectos con apoyo del INTA, basados en la utilización de plantas acuáticas para la captación de metales tóxicos y la construcción de cisternas para aprovechar el agua de lluvia, destinada a consumo y a cultivos. Cáritas Avellaneda ha instalado una Granja educativa “Tiempo de crecer”, hay una escuelita estatal y una reserva ecológica.
Sorprende en medio de tanto abandono un complejo de 8 hectáreas con quinchos, pileta de natación, huerta agroecológica y granja a cargo de una cooperativa, cuyo socio fundador es Mario Barrios (66), quien tiene una rica historia.
Mario nació en Cipoletti y se crió allí, en las chacras del Alto Valle. A sus 8 años de edad, sus padres se separaron y terminó viviendo por más de un año en la calle, hasta que lo metieron preso. Su padre, que se había ido a vivir a Wilde, se enteró, lo fue a buscar y lo llevó con él. Cuando cumplió 10 años empezó a hacer repartos y a limpiar las latas en una panadería. Luego, ya “daba en pala” y estibaba.
A los 14, Barrios comenzó a comprometerse con los problemas sociales de su barrio y con los años llegó a ser presidente de la Junta Vecinal, luego delegado municipal, y secretario de la Juventud Peronista en la Unidad Básica Evita Vive. Junto a los compañeros de su barrio San Lorenzo empezó haciendo la canchita de fútbol y se emociona porque aún, siendo ya abuelos, siguen todos unidos.
Al salir de la colimba trabajó con su padre en una carpintería. Luego, sus amigos del barrio lo sumaron para pintar en altura con silleta y aprendió a sellar las paredes de edificios y chimeneas de fábricas. Ingresó en una empresa y trabajó de eso en Puerto Espora, en Santa Fe y luego en la represa de Futaleufú. De regreso a Wilde pasó a ver a su madre por Cipoletti.
En 1985 ingresó en Mantenimiento del CEAMSE, sobre la costanera. Allí llegó a ser delegado general y consiguió mucho: ropa de abrigo, calefacción en las máquinas, el comedor y el franco compensatorio. Pero en 2002 comenzó a haber conflictos porque Techint se quería retirar y ellos quedarían cesantes. Hubo una larga lucha, hasta con heridos. Al final, unos 40 obreros tomaron parte de la planta del CEAMSE. Mario aclara que jamás en sus vidas empuñaron armas, pero con esa lucha lograron quedarse con un galpón, un camión, una combi y un tractor con una desmalezadora.
Crearon la Cooperativa de Trabajo Unión Solidaria de Trabajadores (UST). Y desde allí lograron un contrato por el que se encargan hasta hoy, de la forestación, parquización, riego, control fitosanitario, mantenimiento de caminos y corte de pasto sobre 350 hectáreas del CEAMSE en la ribera. Plantaron 35.000 árboles de diversas especies. Decidieron generar más puestos de trabajo y sumaron a 45 obreros en su cooperativa. Son 85 en total.
Como la mayoría es del barrio San Lorenzo -cuya gente los apoyó en su lucha- decidieron destinar parte de los fondos al mismo, con el que mantienen el polideportivo que hicieron con una indemnización de Techint. Pusieron su mano de obra en un convenio con la municipalidad e instalaron agua de red. En otro convenio con la Nación, consiguieron que les construyeran 100 casas. Hicieron una escuela secundaria, una radio y invierten mucho en la capacitación de los obreros y en la cuarentena asisten con ollas populares.
Además negociaron un predio de 8 hectáreas en la zona adonde quedaron los quinteros, en la cual desarrollaron el Centro de Producción Agroecológica (CPA) citado, que además tiene fines educativos. Probaron con hidroponia, crían animales y abejas. Los alumnos de la escuelita vecina al “Agro” usan sus instalaciones para sus clases prácticas, como los jóvenes del Polideportivo y las familias de la cooperativa. Y poco a poco van integrando a las 98 familias de la costa.
Ahora están pidiendo a la Municipalidad un terreno de 14 hectáreas, para sumarlas a un proyecto productivo y educativo que integre a las 98 familias que habitan esa zona, a fin de recuperar la actividad tradicional de la ribera y volver a proveer de productos agroecológicos y de vino a la gente de toda Avellaneda. Ya lo están haciendo en las 6 hectáreas de viñas y ciruelos de Don Parodi. Piensan continuar el proyecto hidropónico, aumentar la apicultura, ampliar la granja educativa y hasta apostar al turismo comunitario con cinco cabañas, algunos caballos de paseo y un restorán para que los comensales corten de la huerta lo que vayan a consumir.
Están terminando de construir una pequeña fábrica de dulces y encurtidos, donde además, elaborarán el vino.
Para Mario, el cura de su barrio fue su modelo: el Padre Luis Sánchez. En el “Agro” están construyendo una capilla que llamarán “Misioneros de Francisco” y estaban por plantar “Mil árboles por la vida”, para adherir al “Encuentro de Asís 2020”, pero se suspendió por la cuarentena.
Mario se emociona porque la UST ya tiene 16 años de vida y les renovaron por 10 años más las chances de seguir con trabajo. Sorprendido, reflexiona: “De ser enterradores de basura, aprendimos a ser productores agroecológicos y preservadores de nuestro territorio y de toda la comunidad”.
Junto a su compañera, La Negra, se conocieron en el barrio a los 17 años de edad y aún siguen juntos, en la casa que él, de niño, ayudó a hacer a su padre, pisoteándole los adobes.
Frente a la mala fama común de tantos líderes que acumulan para sí mismos, Mario es una rareza. “Siempre me sentí un obrero más que un dirigente”, dice. Eligió dedicarnos una canción con la que se identifica, porque además su autora, Teresa Parodi, siempre los apoyó: “La canción es urgente”, junto a Victoria Birchner.
Maravillosa Nota que placer es leer y enterarse de gente con tanto empuje y fuerza
Hermosa nota! Conclusión:Sin Estado primero y con el Estado presente después. Claro ejemplo.
Lo que va creciendo desde el pie y tiene cabeza, sentido y hace a la vida y el trabajo digno. Existe, solo hay que saber mirar.