El otoño, sin dudas, es la estación que más ocupa a quienes aman el jardín. Para muchas personas, un fin de semana extra largo se vuelve la excusa perfecta para arrancar con los almácigos que más adelante llenarán de flores la primavera o aportarán cultivos frescos a la huerta. Esta época del año es clave para preparar el jardín de cara al invierno y asegurárselo lleno de flores en primavera.
Hay varias tareas fundamentales por hacer en esta temporada. La limpieza y el mantenimiento general del espacio son prioridad: es el momento justo para juntar las hojas secas y las malezas. Aunque pueden darle un toque pintoresco al paisaje, si se acumulan demasiado favorecen la aparición de hongos. Eso sí, no conviene tirarlas: esas hojas son ideales para hacer compost.
También se recomienda una poda liviana de árboles y arbustos, sacando las ramas secas o enfermas. Esto mejora la entrada de luz y la circulación del aire, ayudando a mantener el jardín sano. Además, es buen momento para dar un último corte al césped y aprovechar para resembrar las zonas que estén más dañadas.
El suelo necesita atención especial en esta etapa. Remover la capa superficial y sumar compost o abono orgánico ayuda a oxigenar y nutrir la tierra, fortaleciendo las raíces para que pasen mejor el invierno. También es clave revisar que el drenaje, tanto en macetas como a suelo, esté funcionando bien, ya que las lluvias otoñales pueden generar encharcamientos y terminar dañando las raíces.
En cuanto a las plantaciones, el otoño es ideal para enterrar bulbos que florecerán en primavera, como tulipanes, narcisos, jacintos o fresias. También se pueden sembrar especies resistentes al frío, como pensamientos, caléndulas o violas. Y en la huerta, es época de poner lechuga, espinaca, acelga, brócoli, coliflor, repollo o kale, que aguantan bien las bajas temperaturas.
Las plantas más sensibles necesitan un poco de cuidado. Colocar una capa de mulch –hecho con paja, corteza o incluso hojas secas– ayuda a conservar la humedad y la temperatura del suelo. Las macetas con especies delicadas conviene moverlas a un lugar resguardado o directamente adentro, sobre todo si hay riesgo de heladas. También hay que estar atentos a las plagas como pulgones o cochinillas, y a los hongos, que suelen aparecer con la humedad. Lo ideal es tratarlos con métodos que cuiden el equilibrio natural del jardín.
Durante una visita al proyecto de Los Huerteros, Macarena compartió su experiencia con el repique, una técnica que se realiza en esta época, antes de llevar las plantas del almácigo al lugar definitivo.
En un video explicativo publicado en De Raiz mostró cómo se realiza esta etapa clave, que va entre la siembra y el trasplante definitivo. Se trata de mover los plantines a un espacio más amplio, donde puedan desarrollar mejor sus raíces. Si no se hace bien, las plantas pueden quedar débiles y no prosperar.
Para el repique, usan una mezcla equilibrada de compost, tierra reciclada y perlita, que asegura buena aireación y retención de humedad. Es importante que la mezcla tenga la humedad justa al momento de llenar las macetas. Se eligen los plantines más fuertes –ya que no todos crecen al mismo ritmo– y se los traslada con cuidado a macetas más grandes.
La tierra tiene que llegar hasta el borde para evitar sombras que perjudiquen las hojas. El hoyo donde va cada plantín debe ser lo suficientemente profundo como para que las raíces entren cómodas, sin estar apretadas. Una vez colocados todos los plantines, se riega de forma pareja. Por último, las macetas se ubican en un lugar protegido, donde las plantas puedan crecer tranquilas hasta el momento del trasplante definitivo a la huerta.