La historia del cultivo de maní en Argentina está estrechamente vinculada a Juan “Juani” Soave. Es que a sus más de 70 años, Soave conoce de primera mano el periplo del maní a lo largo del mundo, y como la zona de General Cabrera, en Córdoba, se transformó en epicentro de la industrialización y tecnificación del cultivo por estos días.
Juani conoce esta historia como nadie, porque fue el mismo quien motorizó esta nueva forma de pensar al maní, allá por la década del 70, cuando se pensaba en este fruto para elaborar aceites mayormente. 50 años después, dirige el criadero de semillas de maní El Carmen, único emprendimiento privado de mejoramiento genético en ese cultivo, desde donde elaboró cultivares resistentes al carbón, una problemática sanitaria que aqueja a este oleaginoso.
Soave por aquella época realizó un viaje al estado de Georgia, en Estados Unidos, polo de producción e industrialización del maní de referencia mundial, junto a algunos productores, para ver como lo trabajan en aquellas latitudes. Al ver lo que estaban sembrando y las posibilidades industriales de aquellos productos, decidió traer las semillas a su Córdoba, para experimentar con esta nueva variedad de maní tipo runner, que era al menos tres veces más grande que el que se hacía en Argentina.
Ese pequeño paso que dieron aquellos valientes significó que una buena parte del territorio Cordobés cambie por completo, erigiendo a la zona entre Hernando, Chazón y Río Cuarto, como de excelencia para la producción e industrialización del fruto.
Años más tarde, Soave empezaría a “jugar” genéticamente con esa variedad que trajo de los Estados Unidos, hasta que en años más tarde registraría en el Instituto Nacional de Semillas su primera variedad propia, con mejoramiento cordobés, adaptada a la zona. Desde ahí todo sería distinto.
Juani, junto a otros exponentes, es considerado una especie de prócer en la historia del desarrollo del maní en Argentina, hoy codiciado en todo el mundo, especialmente en Europa. Hacia allí se exporta el 70% de lo que se produce, bajo las más altas exigencias de calidad y sanitarias.
Pero la historia de cómo llegó el maní a levantar una pujante industria en Córdoba, arranca en Reconquista, Santa Fe. Allí se empezaron a sembrar los primeros lotes comerciales, entre 1875 y 1880, pero no para comer, sino para hacer aceite. Pero a Juani le gusta ir más atrás en el tiempo, y contar la historia completa, la del origen del maní en Bolivia, mucho antes de llegar incluso a Santa Fe.
“El maní es un cultivo que se ha originado en América del Sur. Es más, el centro de origen botánico está ubicado al norte de Argentina, Bolivia, Perú, algunas partecitas de Ecuador, todo Paraguay y muchas partes de Brasil. Ahí es donde aparecieron las primeras plantas de maní en el mundo”, explica Soave ante los micrófonos de Bichos de Campo el origen de todo. La zona donde todo comenzó.
Pero la sabiduría llega aún más lejos, y comparte generosamente otra información, más precisa, que parece extraída de un cuento infantil, pero es historia pura: “Unos 50 kilómetros al norte de Argentina, ya ingresando a Bolivia, hay una zonita ahí, donde se encontraron dos maníes silvestres. Silvestre quiere decir que nacen solos, que nadie los cuidó, nadie los protegió. Y un maní de esos tenía el genoma A y el otro tenía el genoma B. Y esos maníes se han cruzado naturalmente, por la ayuda de alguna abejita, algún insecto. Y luego se creó ahí una planta que ya tenía los dos genomas, el A y el B, juntos. Pero además tuvo que ocurrir otro hecho curioso en la naturaleza, porque ocurre que hubo una falla en la meiosis, en la división de los cromosomas. De ahí aparece además una planta que tenía 40 cromosomas. El maní que cultivamos, que se cultiva en el mundo, el que come todo el mundo, tiene 40 cromosomas”, narra largamente Soave.
Según cuenta el especialista, con el correr del tiempo ese maní fue sufriendo modificaciones, adaptaciones, hasta convertirse en un cultivo que comenzó a poblar la región pampeana argentina: Primero Santa Fe, luego Córdoba.
“Sabemos que comercialmente llegó alrededor del año 1875, 1880. Cuando se empezó a sembrar, con fines comerciales. Hoy se habla de Córdoba y se dice que es la provincia del maní. Pero la historia es que los primeros lotes comerciales de maní se hicieron en Santa Fe, en la zona de Reconquista y Avellaneda. No ha quedado nada allá”, detalla el narrador.
Mirá la entrevista completa con Juani Soave:
Pero la historia no termina ahí, sino que por el contrario, recién empieza. El maní llegó a Córdoba y se estableció en buena medida gracias a las condiciones climáticas, más secas que en Santa Fe, y de esta forma se evitarían contratiempos sanitarios a cosecha. El maní debe ser arrancado de la tierra, y luego pasa un tiempo secándose a campo. Esas condiciones se dieron mejor en la provincia mediterránea.
“Algunos productores vieron la posibilidad de sembrarlo para producir aceite. Pensemos, en esos años no había aceites vegetales. En Europa sí estaba el aceite de oliva y demás, pero en Argentina se usaba la grasa de los animales. Entonces era el primer aceite, prácticamente, que se podía hacer de un vegetal en Argentina. Ahí se empieza a pensar como alimento directo, como comestible. Era para hacer aceite y se comía. Pero entonces, ahí se decide venir a Córdoba. Y se viene a sembrar el maní a la zona de Río Segundo, que fueron santafesinos”, reconstruye Soave.
Es la historia la que cuenta que entre 1880 y 1890, el maní se establece finalmente en Córdoba, entre Río Segundo y Pilar. “De ahí se empieza a expandir para el norte, hacia Villa del Rosario, y hacia el sur, por Villa Ascasubi y Río Tercero”, agrega Juani, quien asegura que esa expansión del maní siguió hasta llegar a Hernando, hoy Capital Nacional del maní. “De ahí llega a General Cabrera, que es donde yo vivo, en los años ´50”, explica.
Es así como desde Hernando, fue bajando el maní, siguiendo el derrotero de la evolución, y echó raíces en la región comprendida entre los generales: Cabrera y Deheza. “Esta zona es la capital tecnológica del maní, del desarrollo tecnológico, porque acá, si uno ve la historia de los años 70, 80, hubo una transformación terrible en el maní. Porque hasta ahí producíamos maní para hacer aceite, fundamentalmente, no confitería”.
Siguiendo con el relato histórico, el verdadero click del maní fue en los ´70 y ´80, con bronces como Juani Soave, entre otros. La producción de aceite de maní entró en crisis, por la aparición de otros cultivos más rendidores, y económicos, como el girasol, la soja, la palma.
Juani lo recuerda así: “En esos años, apareció la soja con una fuerza muy grande y el girasol híbrido. La gente joven no se acuerda, pero en los años 76, 77 apareció el girasol híbrido, el primero en el mundo. En vez de producir 600, 700 kilos por hectárea, producía 2000, 2500 kilos. También la palma africana, las primeras plantaciones en el mundo de palma. Se empezó a reemplazar el aceite de maní por otros como el de soja, canola, palma, o girasol, que producían mucho más. Entonces, ahí hubo una crisis con la industria del maní. El aceite del maní era caro, dejaron de comprarnos”.
Con ese escenario de pesimismo, en el que se reducían las hectáreas sembradas, y no había una respuesta industrial acorde, es que se da la revolución del maní confitero de la mano de Juani.
“En el año 77 coorganicé junto a un técnico del INTA, primer viaje de productores, técnicos y empresarios de esta zona a Georgia, Estados Unidos. Ahí hay un desarrollo de maquinaria y de la industria del maní muy importante. Es un gran productor de maní. Es el país que más consumo de maní per cápita tiene. El primero que empezó a hacer calidad de maní para consumir. Y Georgia es el estado que produce el 50% del maní de Estados Unidos. Yo había viajado en el 74 a Carolina del Norte, ahí vi el maní, me vine enloquecido porque lo que veíamos acá en Argentina no era maní comparado con lo de ellos. Entonces, en el 77 vamos y traemos un poco de semilla. Trajimos con el grupo de productores la variedad que se sembraba en Estados Unidos. Era un maní totalmente distinto al de Argentina. Rendía tres veces más. Y era para comer. Como los americanos lo comían ellos, lo habían impuesto en Europa. Era el maní que querían los consumidores”, relata Soave, a quien se le hincha el pecho de orgullo al recordar esta epopeya.
Es así como en el 77 llega ese maní estadounidense, y Juani lo empieza a mejorar. Hasta que de forma casi fortuita inscribe la variedad en el INASE, registrando el primer cultivar propio de Argentina, Córdoba. Y ahí comenzó todo. Hoy su criadero El Carmen es referencia mundial en semillas, y cuenta con distintas variedades de maní alto oleico, resistente al carbón.
Ni más ni menos, la historia viva de los caminos del maní en Argentina.