Por Nicolás Razzetti.-
Los precios de los novillos para la Cuota 481 se despegaron de los que se obtienen en la venta para consumo interno. Según diferentes operadores del negocio, este mes esa categoría se pagó 65 pesos por kilo de carne en gancho, lo que implica un valor en pie cercano a los 40 pesos por kilo vivo, cuando en el Mercado de Liniers el promedio de octubre fue de $31. El diferencial es de casi 30%.
La Cuota 481 es un cupo de 48 mil toneladas de carne de animales de feeed lot. Hasta el momento la cubre Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay y Argentina.
La suba en los valores tiene que ver con varias cuestiones: la inocultable calidad de la carne argentina, las mayores garantías de abastecimiento por la liberación del mercado que se dio con el nuevo gobierno, y la mayor competitividad exportadora por las medidas recientes, como la suba de reintegros.
La mejora en los precios se vincula directamente con una mayor cantidad de embarques. De acuerdo con la información del Senasa, en lo que va del año nuestro país exportó 2.000 toneladas entre julio y agosto (el año para la Cuota 481 arranca el 1 de julio y termina el 30 de junio del año siguiente), casi el triple de lo vendido en los mismos meses del año pasado.
En tanto, el valor promedio en los meses julio y agosto fue de 9.500 dólares por toneladas, contra los 8.900 dólares de igual bimestre del año pasado. El aumento interanual del precio fue del 6%.
Los mejores precios de la carne impulsaron los encierres de novillos para abastecer a un cupo de carne que no tiene aranceles para entrar al viejo continente, lo que lo hace más rentable que la histórica Cuota Hilton. Entre enero y septiembre en los corrales ingresaron 84.200 animales, lo que significa un crecimiento de 78% respecto del mismo período del año pasado.
El contingente no es asignado a cada país sino que todos los mercados habilitados compiten en calidad y precio y los importadores de Europa deciden a quién le compran.
Los feedloteros reconocen la mejora que tuvo el negocio pero piden a la industria frigorífica la instrumentación de algún tipo de contrato que le de certezas y potencie el negocio. El punto es que los novillos que se producen para atender a esa cuota se terminan con kilajes altos y niveles de engrasamiento que el consumo interno no acepta fácilmente. Por lo tanto, cuando esa hacienda no puede ser exportada por algún motivo, esa carne se termina malvendiendo en la plaza local.
“La inversión que hay que hacer es alta y el riesgo en consecuencia también”, dijo Juan Carlos Eiras, de la Cámara Argentina de Feedlot, al reclamar a los frigoríficos que se trabaje en la definición de “un contrato de compra venta que defina un precio ajustable por tipo de cambio”. Para eso, a la vez, los faenadores deberían a su vez tener un acuerdo previo con los importadores.
Por ahora la operación es la inversa. Una vez que el novillo está listo los industriales salen a vender y el que asume el riesgo y paga los platos rotos es el feedlotero. Eiras dijo que en otros países, como Uruguay, hay herramientas comerciales en uso como la que se solicita que implemente aquí, para eso hay que cambiar los famosos “usos y costumbres” de la ganadería vernácula.