Javier Aguilar es veterinario y esta pandemia le dio el empujoncito que quizás le faltaba para hacer algo que ya tenía en mente: producir ovinos con una mirada agroecológica.
“Llego a esto luego de un largo recorrido; primero todos los años de la carrera de médico veterinario y luego el ejercicio de la profesión donde se ponen en práctica cosas que se enseñan en la facultad y que luego aplicamos con total naturalidad y sin cuestionar… pero que a mí siempre me hacían ruido”, resume de un tirón.
Una de las cosas que a Javier no le cerraban del todo era la premisa de que para alimentar vacas, caballos u ovejas había que sembrar una alfalfa, una avena o un verdeo cuando estamos en una región donde los suelos son magníficos y donde hay un pasto natural espectacular.
“Entonces yo me preguntaba por qué esta idea de que primero había que arrasar con todo para luego sembrar un pasto y así tener una sola especie. Me parecía absurdo romper todo y fumigar todo para empezar de cero”, explica.
La zona privilegiada donde Javier vive con su marido Cristian es un predio de 4 hectáreas, a 7 kilómetros de Río Cuarto. Y como la pandemia los obligó a estar mucho tiempo en casa, Javier sintió que era el momento perfecto para comenzar un planteo agroecológico de su predio que –eso sí- demanda una presencia constante en el lugar, como él mismo dice.
El primer paso ocurrió cuando Viki Nievas, una colega de producción ovina fue a visitar su campo y le dijo que era “muy factible” hacer lo que él quería hacer… y el segundo fue hacer un curso de manejo holístico con Ovis 21.
-En concreto, ¿qué era lo que quería hacer?
-Un manejo holístico, respetando la naturaleza local y sus ciclos. Por eso lo primero que hicimos entonces fue comprar redes metálicas para el pastoreo rotativo. Pasamos de tener los animales sueltos en un potrero de 2 hectáreas a hacer parcelas de 150 metros cuadrados, dándoles el tiempo a los animales para que coman y dejando a las otras parcelas descansar. Hace 2 años que estoy haciendo esto y ya veo resultados muy interesantes desde lo productivo y desde el ambiente.
-¿Cómo fue el proceso?
-Bastante rápido porque me di cuenta de que había otra forma de hacer las cosas, una forma más sensata y más armónica con el ambiente. No tuve ningún problema en dejar de usar herbicidas ni ningún tipo de compuestos
-¿Qué le dijeron sus colegas cuando empezó con esto?
-Que me iba a quedar sin pasto y que el poco pasto que iba a tener sería de baja calidad. En fin, lo que nos vienen vendiendo desde siempre tanto desde las facultades, asociaciones y empresas de insumos.
-¿Cuántas veces escuchó el “esto es imposible”?
-Muchas. Sobre todo, que es imposible producir sin los insumos. Sin embargo, así crío mis 34 ovejas. Es cuestión de no escuchar tanto las voces de afuera y seguir convencimiento interno que uno tiene y ver cómo responden en el suelo y la naturaleza.
-¿Y por qué se insiste con lo imposible si hay muchos que están produciendo así?
-Porque vivimos en un sistema que nos quiere convencer de que todo se soluciona comprando más cosas. Y muchas veces la respuesta no está en agregar una droga más sino cambiando el manejo y con una mirada holística.
Javier cuenta que este predio de 4 hectáreas también es su hogar y donde hay, en total, 3 familias viviendo. “Estamos haciendo una combinación de producción animal y `jardinería´ ya que las ovejas son una herramienta fantástica para modificar este paisaje: ellas pasan y dejan todo ordenado bonito y hasta más fértil porque el pasto luego crece con fuerza”.
“Mi actividad siempre estuvo más ligada a los caballos y con ellos empecé el pastoreo rotativo, para luego ir agregando ovinos. Ahora sólo tengo ovejas pero no me voy a desvincular de los caballos; en cualquier momento voy a retomarlo”.
“Estar las 24 horas en casa me dio la confianza necesaria de que todo esto iba a estar bien controlado porque este planteo eso es lo que demanda: estar en el campo monitoreando todo lo que ocurre con los animales y con el sistema”, reflexiona. “Hacer pastoreo rotativo y con pastos nativos siempre me pareció lo más sensato en este lugar de tierras ricas y único por su fertilidad… es una locura pensar que sus propios pastos no son buenos”.
-¿También está reforestando?
-Sí. Sobre todo con frutales y arbustos nativos porque creo que son esenciales, por eso cada año vamos incorporando plantines. El problema son los agroquímicos de los vecinos que enferman nuestros árboles y muchos mueren. Hemos hablado con ellos y también hemos llamado a la policía y hasta hemos detenido fumigaciones, pero no es fácil porque se sigue fumigando.
-¿Entonces se puede decir que a usted le funciona el planteo productivo agroecológico?
-Yo lo practico con total convicción. No es, como se ha dicho muchas veces, un delirio o un planteo inocente. Es el cambio que como sociedad necesitamos hacer porque este planeta no da más y el clima nos lo está diciendo todo el tiempo.