El aumento de los delitos rurales en la provincia de Misiones ya no puede ocultarse. Distintas localidades del norte de la provincia conviven a diario con casos de abigeato y robo de yerba, y la escalada de violencia, tanto de los cuatreros como de los productores que salen a recorrer sus campos armados, ya dejó incluso un muerto el año pasado. Vecinos autoconvocados se reunirán mañana con la gobernación para pedir medidas de contención, aunque otros más reacios no creen que esa sea una salida.
“La situación no da para más. No encontramos soluciones de parte de la Justicia ni de la Policía. Hoy los cuatreros están armados, ya asesinaron a un productor. La gente se está poniendo más agresiva”, dijo a Bichos de Campo Frances “Paquita” Lowe, una productora que forma parte del movimiento de los autoconvocados.
El hecho al que se refiere Lowe fue el homicidio de Rodolfo Weber, un productor de 62 años que el año pasado recibió numeroso disparos cuando, al salir a buscar leña en su chacra, encontró a un grupo de cuatreros carneando a uno de sus animales.
Esto generó un quiebre en los habitantes de la provincia, que hasta ese momento se encontraban casi resignados a convivir con el robo de ganado o de yerba de las plantaciones. Hoy la preocupación esta puesta en la portación de armas de estos grupos, que ya están optando también por asaltar camiones yerbateros o usurpar campos.
“Nos llenan de propaganda y versos. La policía hace su trabajo con los pocos recursos humanos y de movilidad que tienen. El problema acá es la Justicia. Los jueces notifican una causa y los liberan. Cuando esto sucede los delincuentes se ensañan con nosotros: entran, te carnean el animal y te dejan señales mafiosas”, contó a este medio Víctor Chamulla, vicepresidente de la Asociación Ganadera de Comandante Andresito, una de las localidades más afectadas.
Durante la última asamblea realizada por los autoconvocados en la ciudad de Montecarlo, en la que se denunció que un grupo de cuatreros dejó un “mensaje mafioso” en forma de una cabeza de ternero en la entrada de una finca, Chamulla dijo una de las frases que más se replicó en los medios: “cuando se termina la saliva, mi amigo, empieza la pólvora”.
Si bien muchos de los participantes dejaron en claro que ese no es el mensaje que quiere dejar el movimiento, y que lo que se busca es llegar al diálogo y la unión entre los productores, el mensaje de Chamulla refleja el sentimiento de quienes están dispuestos a responder con la misma moneda.
“En Misiones tenemos una particularidad: productores muy chiquitos y muchos, por la superficie de los campos. Si te roban cinco veces en el año a lo mejor te llevaron el 50% de la producción. Entonces hay gente que empieza a desertar de la actividad. Se toma al robo muchas veces como si fuese un acto común y corriente no debería ser así”, explicó a Bichos de Campo Gabriel Montiel, uno de los productores ovinos más importantes de la provincia.
Entre las distintas denuncias realizadas resalta la de quienes aseguran que ya no se trata de personas humildes, que buscan alimento para subsistir junto a sus familias, sino de una organización mafiosa que cuenta con vehículos, herramientas y sistemas de inteligencia para vigilar los campos y robar cuando los productores no están.
Esto se traduce en venta de carne sin identificación a precios más baratos o cargamentos de yerba que son procesados en los secaderos y que no cuentan con ninguna certificación.
“Lo que los productores necesitan es que el Estado implemente una política de seguridad donde se haga un control. En el secadero los inspectores del Instituto Nacional de Yerba Mate controlan. Pedimos que esto se refuerce con la policía. Que cuando lleguen un camión se muestre la documentación de esa yerba. No es nada difícil”, aseguró Valentín Kurtz, presidente de la Asociación Foresto-Ganadera y vicepresidente de la Federación de Asociaciones Rurales y Forestales de Misiones, a Bichos de Campo.
Durante la reunión de mañana los productores expondrán ante la gobernación de Oscar Herrera Ahuad, mediante una carta, la necesidad de destinar más recursos a patrullas rurales y a la policía y evitar así otro posible asesinato, de cualquiera de los dos bandos. Si bien una porción descree de las intensiones del gobierno de solucionar esto, y asegura que sólo darán “nuevas promesas”, no quedan muchas otras alternativas que impidan que la violencia siga creciendo.