Este sábado 6 de diciembre se disputará la final del Abierto Argentino de Polo en Palermo. Podría decirse que se trata de una final del mundo con todas las letras, porque en allí juegan los mejores polistas y caballos del planeta, además de todo el glamour nacional e internacional que se hace presente en el lugar.
Cuando uno piensa en polo, cierra los ojos e imagina caballos, jugadores, tacos, bochas y petiseros. Algunos más del palo tienen también presente a los veterinarios, por supuesto. Pero seguramente pocos reparen en el rol de los agrónomos, una pieza fundamental en el engranaje del polo de alto hándicap para que, en las poco más de 4 hectáreas que mide la cancha, todo se desarrolle en armonía y sin lesiones ni sobresaltos, más allá de aquellos estrictamente deportivos. Ellos son los responsables del pasto, pero también la estructura del suelo. Y en esta nota, vas a enterarte cómo y por qué.

Para hablar de la tecnología y la magia (por qué no) que hay detrás de las canchas de polo y dar cuenta sobre la importancia de la agronomía detrás de un buen partido de polo, consultamos Alejandro Battro hijo, de Battro Polo Fields, pioneros y referentes en el diseño, construcción y mantenimiento de canchas de polo por el mundo. Tienen más de 800 canchas asesoradas en 45 países.
Alejandro se crió en San Isidro, el cuarto de ocho hermanos, estudió agronomía y trabajó en diferentes lugares hasta que se metió de lleno en la empresa de su padre. Hoy vive en Colombia pero pivotea hacia Estados Unidos, donde también tienen varios clientes.

Vale recordar que una cancha de polo, como es el caso de la número 1 de Palermo en la que este sábado se jugará la final del Abierto, mide 320 metros de largo (más de tres cuadras) por 150 de ancho. Algo así como 48.000 metros cuadrados o casi 5 hectáreas. Linda “changa” para el agrónomo…
-¿Cómo empezó tu viejo a trabajar con las canchas de polo hace más de 40 años?
-El estaba trabajando agricultura en Tucumán, recién casado. Hasta que en un momento, por motivos laborales, se volvió a Buenos Aires y se puso a laburar con un estudio que hacía canchas de golf, de los más importantes de Argentina. La verdad es que no sabía nada, pero fue aprendiendo. Después se empezó a hacer cargo del hipódromo de San Isidro, y luego el vivero. Te digo más, los árboles del Jockey Club, los plantó mi viejo. El presidente del Jockey era Marcos Uranga (N de la R: luego fue presidente de la Asociación Argentina de Polo entre 1983-1987, referente del deporte). Marcos le propuso a mi viejo que vaya ver las canchas de polo porque decía que había malezas. Justo había un partido y mi viejo vio que los caballos se caían, se resbalaban, en ciertos lugares. Entonces empezó a entender que no era un problema del jinete sino del suelo. Eso lo llevó a empezar a trabajar el suelo de la cancha y a usar máquinas descompactadoras, a tirar arena, vio que con la arena ese lugar ya no era patinoso. Y después lo llamaron para ver más canchas. Así arrancó todo. Ya en los años 2000 mi viejo tenía casi todas las canchas de polo de Argentina porque era el único especializado en esto.

-¿Cuál es la clave para el césped de una cancha de polo?
-El suelo es para que se afirme el caballo, el pasto es para que corra bien la bocha. El césped es importante, pero te diría que la clave no es tanto el césped sino el suelo, porque vos podés jugar con diferentes tipos de pasto, pero no podés jugar con muchos diferentes tipos de suelo. Debe tener ciertas características para poder jugar bien al polo. Cuando digo bien, es en forma segura. El pasto va a impactar más en cómo corra la bocha. El suelo es el alma de la cancha y junto con el césped hacen a la calidad de la misma.
-¿Qué características debe tener el pasto?
-Resistencia al uso, capacidad de recuperación, porque pensá que corre una bocha (que pesa entre 120 y 135 gramos) pero también un caballo de 500 kilos. Además, exige que esté lo más puro posible y parejito. Lo ideal es evitar el exceso de roturas y tener un pasto de muy buena recuperación.
-¿Y del suelo?
-El suelo sí o sí tiene que ser elástico. Esa es la gran diferencia con otros deportes sobre césped natural. Y esa elasticidad se logra en una combinación entre arena, raíces y agua. Si falta alguno de los tres, esa elasticidad no se da. Ahí está la maestría, en la combinación adecuada de un porcentaje de humedad, una densidad de raíces y un espesor de arena.
-¿Qué tipo de pasto es? Hablemos de la emblemática Cancha 1 de Palermo, donde se juega la final del Abierto.
-Bueno, fue linda la historia de esa cancha porque para elegir qué pasto poner hicimos una encuesta con los jugadores de alto hándicap para que elijan el pasto de qué cancha, de las que haya jugado en Argentina, le gustaba más. Y casi todos dijeron la cancha 6 de la Asociación Argentina de Polo. Fuimos ahí. Era un pasto que cumplía con todas las características que se necesitaba. Con buena recuperación, resistente al uso, de buen color. Es un pasto que cuando aparecen otras especies se combina bien con los otros pastos.

-¿Qué pasto es?
-El nombre técnico de ese pasto, inicialmente, se llamó Tifton 328, el que había puesto mi viejo en los 90s. Pero como se puso hace tantos años, yo creo que fue mutando. Hoy su nombre puede ser el “pasto híbrido de la cancha 6” … jeje.
-¿Y cómo reprodujeron ese pasto?
-Así como hay clones de caballos nosotros clonamos el pasto de la cancha 6. Cosechamos el pasto con máquinas que cortan verticalmente el pasto, sale la guía, que se llama estolón, con raíces. Esa guía tiene nudos. Cada nudo tiene la información para sacar raíz, tallo y hojas. Entonces cosechamos eso, lo metimos en una sembradora que, en vez de tirar semillas, entierra el gajo. Lo deposita, después pasa un disco y lo aprieta contra el suelo, otro que cierra y así. Y después regar y regar. Es una obra tremenda. Pensá que son 5 hectáreas. Y Palermo tiene un riesgo altísimo que es que no se puede fallar. Entonces plantamos lo antes posible para aprovechar a cuando llega el momento tener una cobertura total del pasto.

-¿Es un pasto que está más vivo en verano o invierno?
-Este es un pasto de “verano” o de “clima cálido”. Que es cuando se juega el polo. La temporada de alto hándicap en Argentina va de septiembre hasta principios de diciembre. Reacciona a la temperatura y al largo del día. Con más temperatura y más horas de luz más crece. Por eso, el pasto esta mejor al final de la temporada, con más calor y días más largos.
-Así como la genética ha cambiado en los últimos 20 años para producir alimentos. ¿Qué ha cambiado en el pasto para canchas deportivas? No sólo genética, también la tecnología en sí de mantenimiento, implantación, etc..
-Estos pastos no tienen semilla fértil. Son híbridos de laboratorio que se reproducen asexuadamente. Y si, se evolucionó mucho. Hay pastos de verano que resisten mucho el frío. Nosotros estamos haciendo pruebas en lugares donde generalmente se ponían pastos de invierno con pastos de verano. Trasladamos todas las cualidades de un pasto de verano con son buenísimas para jugar polo, a esos climas más fríos, que incluso cuando hay nieve o se congela el suelo, esos pastos no se mueren y rebrotan al verano siguiente. Ese es un avance enorme.
-¿Y en cuanto a tecnología o maquinarias para el mantenimiento?
-Si, también se avanzó mucho con los sensores, mapeadores de suelo, software. Antes se usaba un tacómetro… (se ríe), con el taco del pie le pegaban a la cancha y decían si estaba buena o no. Ahora hay medidores de humedad super precisos y medidores digitales de compactación que escanean el suelo a más de 1 metro de profundidad. Hemos modificado aparatos de medición que se usan más para canchas de golf y para poder usarlos en canchas de polo. Tenemos medidores de resistencia a la rotura del suelo. Medidores de espesor de arena, filtros para medir los tipos de arena. Todo nos da mucha información que nos permite ser mas precisos y efectivos en las decisiones de manejo.
-¿Qué le da la arena al suelo?
-La arena es fundamental porque le da esa elasticidad que hablábamos. Pensá que el caballo cuando galopa ejerce una fuerza en cada mano (o pata), de 1 tonelada. Cuando corre es de 1,5 tonelada. ¡Imaginate una tonelada y media golpeando el suelo una y otra vez! Si el suelo está duro, ese caballo se lastima. Ni hablar de esa tonelada y media girando, frenando. Necesitás un suelo elástico que pueda recibir esa fuerza del caballo, que se hunda un poco y absorba el golpe, pero después vuelva a su situación inicial. Eso también permite que el desarrollo de raíces sea mayor, y que el suelo no se despedace.

-¿Te tocó hablar de pasto con jugadores de alto hándicap? Porque el intercambio entre ustedes y ellos debe ser fundamental.
-Nosotros estamos en contacto siempre, casi una relación de amistad con los jugadores. Porque, en definitiva, la opinión de ellos es un veredicto para nosotros. Nosotros podemos hacer todas las mediciones posibles pero el jugador que está ahí es el que te define si está buena o no. Y por supuesto que usamos mucho su opinión para tomar decisiones de manejo.
-¿Dónde les ha tocado armar canchas de polo que no los tenías en el radar como países donde se juegue polo?
-Corea del Sur, Filipinas (hoy es más común pero sí antes). El polo es un deporte que podríamos decir que es inglés, aunque viene de medio oriente. Pero cada vez que vas a ver polo casi en cualquier lugar del mundo, te cruzás a alguien tomando un mate, ¡y estás en un lugar recóndito del planeta! Como Jordania o Moscú, donde hicimos una cancha también. Estamos haciendo en Polonia, Rumania.
Entonces, cuando se pregunten “¿cuánto de agronomía hay en mi vida?”, además de recordar lo obvio de los alimentos, biocombustibles o biomateriales, recuerden el verde césped de una cancha de fútbol, una de golf o una de polo. Y este sábado, cuando diez caballos (4 por equipo más dos árbitros montados) empiecen a galopar, frenar, trotar y frenar y salte un poquito de pasto, acuérdense de esos agrónomos que estarán disfrutando del juego, pero también, quizás, un poquito, en su fuero íntimo, sufriendo.




