Los productores de soja no son los únicos que están esperando con ansias la instrumentación del régimen cambiario especial del “dólar soja”. También están en la lista de espera las compañías que elaboran aceite de girasol destinado al mercado interno.
En febrero pasado el ministro de Economía Sergio Massa procedió a renovar el fideicomiso destinado a subsidiar el precio mayorista de los aceites refinados de soja, girasol y sus mezclas en envases de hasta tres litros que se comercialicen hasta el 31 de octubre de 2023 en el mercado interno.
Massa renovó el fideicomiso aceitero hasta octubre y siguen vigentes las “retenciones encubiertas”
La nueva edición del “fideicomiso aceitero” contempla recaudar al menos 120 millones de dólares entre febrero y octubre de este año. Y esos fondos se originan cada vez que un exportador realiza Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) de soja, girasol y de harina y pellets de soja y girasol (no se considera a los productos elaborados con granos importados).
Pero en los últimos dos meses las registraciones de embarques de poroto y harina de soja –principal fuente de financiamiento del fideicomiso– se derrumbaron a causa del desastre climático y la retención de mercadería promovida por la expectativa de una nueva edición del “dólar soja”.
Conclusión: los aportes que recibe el fideicomiso son insuficientes para financiar el subsidio interno destinado a cubrir la pérdida operativa generada por la venta de aceite de girasol a un precio mayorista determinado por la Secretaría de Comercio.
Esa brecha está siendo cubierta con recursos de las propias empresas, las cuales no pretenden llevar la cuestión al ámbito pública debido a la delicada situación económica y social presente en la Argentina. La apuesta es que, cuando se implemente la tercera edición del “dólar soja”, se activen las ventas necesarias para poder concretar granes volúmenes de embarques de poroto y harina de soja.
En circunstancias normales, durante el mes de marzo deberían comenzar a incrementarse las registraciones de embarques de poroto y harina de soja “nueva” a modo de anticipación del inicio de la “temporada alta” comercial del cultivo. Pero en la actualidad eso está muy lejos de ocurrir.
Vale recordar que, si bien tales recursos son aportados de manera directa por las empresas exportadoras, luego se descuentan –cuando las condiciones comerciales lo permiten– de los precios de los granos, lo que implica que el fideicomiso, en los hechos, opera como una “retención encubierta” para los productores.