Por su valor periodístico compartimos esta crónica de Sandra Conte, periodista del diario Los Andes de Mendoza. Es el resumen de un importante informe emitido por el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) de esa provincia, donde se describe cómo se ha modificado la matriz productiva mendocina en la última década. Vamos a la crónica:
“La superficie cultivada de Mendoza ha cambiado mucho en los últimos diez años. Según un informe del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), las frutas de pepita pierden cada vez más terreno, mientras que los frutos secos crecen en importancia, principalmente en Valle de Uco, y se concentran en menos manos.
En 2010 había unas cinco mil hectáreas implantadas con pera en toda la provincia y más de la mitad se encontraba en el Valle de Uco. Sin embargo, la extensión pasó en Tunuyán de 1.661,9 hectáreas en 2010 a 601 en 2018 y en San Carlos se cayó de 781,1 a 304 hectáreas en el mismo período.
Algo similar ocurrió con la manzana, cuya producción se concentraba en un 97% en el Valle de Uco, pero una actualización de superficie mostró que la extensión cultivada decreció un 60% en los últimos ocho año. De hecho en San Carlos pasó de las 1.075 hectáreas en 2010 a 405 en 2018 y en Tunuyán se redujo de 1.837 a apenas 619 hectáreas. De ahí que se considere que ambos cultivos de pepita están en un estado crítico.
En lo que al durazno para industria se refiere, si bien perdió en toda la provincia unas 2 mil hectáreas entre 2002 y 2017, en Tupungato creció de 1.009,5 a 1.214 hectáreas y en Tunuyán de 1.056,7 a 2.831,3 en el mismo lapso de tiempo. Así, en el Valle de Uco se encontraba el 20% de las plantaciones de la provincia y en 15 años pasó a concentrar el 58%.
Los frutos secos muestran un importante crecimiento. El nogal, por ejemplo, que en 2010 alcanzaba una superficie total en la provincia de 3.339,7 hectáreas pasó a 5.242 en 2018, lo que significa un incremento de 33% en ocho años. En el Valle de Uco, San Carlos aumentó su extensión de 500,7 a 644,6 hectáreas, Tunuyán de 1052,3 a 1285,4 y Tupungato de 1.252,7 a 2.393,3 hectáreas. También es importante la superficie dedicada a al producción de almendras, que alcanza las 2.082 hectáreas en la provincia.
Necesidad de cambios: Belén Bobadilla, secretaria de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán, comentó que solicitaron al IDR datos actualizados porque necesitan contar con información de calidad. Así, planteó que el relevamiento de durazno para industria permitió apreciar una clara tendencia a que los pequeños productores, generalmente con baja productividad, vayan desapareciendo, al tiempo que se expanden los medianos y grandes.
Esto también explica que en aquellos departamentos en los que es predominante el modelo de pequeños productores frutícolas, se hayan perdido más hectáreas de cultivo que en aquellos en los que existe una mayor proporción de grandes productores, como en el Valle de Uco; a lo que se suman condiciones climáticas y de suelo más favorables.
En este sentido, Bobadilla insistió en una idea que intentan instalar desde la cámara, de que se debe trabajar en una zonificación provincial, que señale cuáles son los sitios más convenientes para cada tipo de cultivo. De este modo, se evitaría que productores vayan saliendo del sistema porque eligieron zonas en las que no pueden alcanzar una cierta rentabilidad. Esto, resaltó, es aún más necesario en la fruticultura, un sector que requiere de unos cuatro a cinco años de inversión sostenida antes de llegar a la etapa productiva.
Como viverista en su actividad particular, Bobadilla ha notado un cambio en la elección de productores, o al menos en las consultas, que hasta ahora buscaban productos pensando en el mercado interno. De ahí que hayan ganado tanta superficie los frutos secos en los últimos años.
Sin embargo, con la implementación de protocolos para exportar cerezas a China, al igual que la firma del tratado de libre comercio Mercosur-Unión Europea, consideró que empiezan a cambiar las condiciones de juego y se puede pensar en alternativas, como volver a plantar durazno y ciruela para consumo en fresco. También, para elegir variedades más tardías de cereza, ya que antes se optaba por las de floración temprana, para tener primicia en el mercado, pero este colapsaba y provocaba una caída de los precios.
Para la secretaria de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán la clave está en lograr que el Estado asegure ciertas condiciones -vinculadas a lo impositivo y laboral- y que los privados adapten su sistema de producción a modos más intensivos, que revaloricen la mano de obra, e introduzcan nuevas variedades que respondan a la demanda de los consumidores. En cuanto a los pequeños productores, consideró fundamental que sigan el mismo camino, pero que además se asocien para lograr mejores precios.
Más caída en pequeños actores: Raúl Aruani señaló que la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza (Aspeff) advierte desde hace una década sobre la reducción de superficie cultivada con peras y manzanas, y que se debían tomar medidas estructurales para evitar que esto continuara. Como esto no ocurrió, entre ambos cultivos quedan solo unas 1.400 hectáreas en producción que resultan rentables.
También planteó que la disminución de tierras dedicadas al durazno para industria se debe a que han cerrado varias conserveras. “Esta tendencia se puede acentuar, en particular en aquellos oasis en los que el rendimiento promedio es menor”, agregó.
Aruani, gerente de Aspeff, indicó que si bien la superficie dedicada al durazno para consumo en fresco se mantiene, ha alcanzado el techo de la demanda nacional e internacional actual, por lo que si llegara a incrementarse, habría excedentes y, con ello, caída de precios y rentabilidad.
Sobre lo ocurrido en el Valle de Uco, explicó que se han erradicado muchos montes de perales y manzanos, y ha habido una reconversión a frutas secas, especialmente nogales, pero también algo de avellanos, pistachos y almendros.
En cuanto al escenario futuro, Aruani señaló que el potencial de millones de consumidores que ofrece el tratado con la Unión Europea es alentador y que el tiempo hasta que desaparezcan los aranceles debería aprovecharse para renovar variedades e inclinarse por las que son buscadas en Europa. Sin embargo, reconoció que un importante obstáculo está dado por la falta de rentabilidad en las condiciones actuales, que desalienta a arriesgar capital para implantar y esperar cuatro años sin retorno.
Omar Carrasco, presidente de la Unión Frutihortícola Argentina, coincidió con que las peras y manzanas casi han desaparecido, pero añadió que también hay muchos viñedos abandonados en el este y que algunas fincas se han loteado. Por otra parte, señaló que numerosos productores no saben cómo van a continuar.
Carrasco opinó que se necesita una política de Estado para que la mercadería del productor valga y pueda seguir produciendo. “Hay un intermediario del que nadie habla, que es el gobierno, que se lleva el 70% en concepto de impuestos”, agregó.
A la espera del censo nacional: En abril, el Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) dio a conocer los datos preliminares del trabajo de campo del Censo Nacional Agropecuario 2018. Si bien aclararon que la información era un adelanto del operativo total (se presentará en septiembre), se observaba que, aunque la superficie destinada a la producción agrícola, ganadera y forestal en la provincia se mantuvo estable desde el último relevamiento (año 2002), el número e propiedades se redujo un 26%, lo que muestra una tendencia a la concentración.
Desde las cámaras indicaron que esto se debe a que los elevados costos de producción generan que las pequeñas propiedades no sean rentables y empujan a los productores a abandonar sus fincas o venderlas a otros de mayor tamaño.