Por Nicolas Razzetti.-
Los datos de la faena de octubre dan cuenta de que entramos de lleno en el momento de más oferta de hacienda en el año. Pero el mercado viene resistiendo con bastante entereza ese incremento gracias a que gran parte del crecimiento productivo se va a la exportación, que ya absorbe el 12% de la producción total de carne vacuna.
Según la estadística de Senasa, en octubre la faena de bovinos aumentó en forma interanual 15%, lo que elevó el acumulado del año a 8%.
En el desglose por categorías, en octubre se observa un crecimiento marcado de las de hembras livianas. Esto expresa el proceso de salida de hacienda de los feedlots, que se había demorado este año por el impacto del exceso de lluvias. La faena de terneras creció 16% y la de vaquillonas 22%, en comparación contra octubre de 2016.
En tanto la faena de vacas también crece de forma marcada. El aumento interanual llega a 20% y tiene dos explicaciones: por un lado la mayor demanda de la exportación para atender a China y por el otro la falta de campo suficiente para retener vientres.
Los precios de la exportación son más que tentadores. Una vaca gorda de buena calidad y terminación se vende por encima de los $25 el kilo vivo, lo que significa entre 12 mil y 14 mil pesos por unidad. Son precios similares a los que se obtienen en la venta con destino a cría, donde la comercialización encima está trabada porque no hay campos y porque el que retuvo ya completó su plantel.
Pese al crecimiento de la oferta de las categorías de hembras su participación es el 43% del total. Todavía en un punto de equilibrio.
En cuanto a la oferta de machos, se destaca en octubre el incremento de la categorías de novillos (crece 20% contra octubre 2016) que en lo que va del año tuvo una mejora del 5%. Si bien el salto acumulado en los 10 meses del año no es significativo, se observa una tendencia a la terminación de animales más pesados que, según dicen analistas del sector, sería todavía mayor si hubieran más incentivos fiscales a la inversión productiva y menos a la inversión financiera. Las tasas de interés son más altas incluso que la inflación y juegan en contra de las inversiones de largo plazo.