Hace pocos días comenzó la COP 28 en los Emiratos Árabes, a donde la representación oficial argentina fue representada por una reducida comitiva del sector privado.
Se trata de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que finalizará el 12 de diciembre, cuando se presentará el documento final con un balance sobre el tema y recomendaciones que luego se transformarían en exigencias de descarbonización que podrían complicar más a los países cuyas economías están basadas en la producción agropecuaria.
Al momento del inicio de la conferencia, diferentes entidades y cámaras empresarias emitieron un comunicado en el que señalaron que se había logrado anudar una posición común con las autoridades del gobierno saliente.
La postura es la de considerar al sector agropecuario como parte de la solución al problema, considerando que la actividad puede remover carbono de la atmosfera, que se acumuló desde la revolución industrial. Lo que está claro es que en mayor proporción los gases fueron producidos por los países del primer mundo donde se produjo ese proceso económico.
Lo que se viene dando en los últimos años es un cambio en el relato dominante, porque la crisis ambiental necesita respuestas inmediatas y debemos dejar de pensar en el pasado, en las responsabilidades pasadas, y entre todos congeniar una salida para el futuro de las generaciones por nacer.
Esto lo explicó a Bichos de Campo el directivo de Sociedad Rural Argentina, Andrés Costamagna, un experto en estas negociaciones ambientales. La entidad envió a Dubai a su vicepresidente, Marcos Pereda, quien mantendrá en el marco de la COP28 cuatro encuentros multilaterales y seis reuniones internacionales, en los que fijará la Posición País sobre los sistemas de producción agropecuarios locales como parte de la solución al calentamiento climático. La Sociedad Rural Argentina es la única entidad gremial que tendrá este rol protagónico.
Sobre esta movida, Costamagna explicó: “Esta iniciativa de Naciones Unidas busca que haya acuerdo en cuestiones climáticas para que el planeta no exceda de 1,5 grados por encima de la temperatura preindustrial del año 1880”.
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Costamagna dijo que En la COP26, realizada dos años atrás, “se pudo incluir al petróleo y al carbón mineral como los principales agentes del cambio climático, y en esta reunión pensamos que van a ser muy agresivos con los sistemas productivos agropecuarios y forestales”.
El directivo de la SRA agregó que atrás de todo esto no se esconden otras intenciones de parte de sectores económicos poderosos que condicionan a gobiernos e imponen no solo su agenda sino también restricciones a determinadas regiones y países.
“Es una discusión geoeconómica y política. Se habla de clima, por ejemplo, se genera una narrativa y se lleva a una iniciativa de reducir la deforestación. Luego se vuelve norma europea un año después, como la normativa 1115/2023 de la UE. Se cree que se habla solo de clima, pero no es cierto. Se habla en el fondo de geoeconomía y geopolítica”.
Argentina firmó en 2015 el acuerdo de París, que en su artículo 6, no reglamentado hasta el momento, establecía “el aporte de100 mil millones de dólares por año de países desarrollados al resto y eso no sucede. Ahora se va a discutir en esta COP que ese monto no alcanza, que hay que duplicarlo, pero al no tenerlo, da lo mismo”.
En definitiva, se establece un cambio en la agenda con el foco puesto en que el problema es el sector agropecuario, sector de agroalimentos, se le exigen cambios en el sistema productivos, certificaciones nuevas impuestas por los países desarrollados y luego la ayuda prometida para cumplir con eso no aparece.
En consecuencia, el dinero debe salir de las economías locales, es decir, de las diferentes cadenas de valor y así el costo productivo se encarece y se pierde competitividad restando así posibilidades de desarrollo en esas regiones.
Los recursos naturales y la producción de alimentos quedaron mayormente en manos de países que son débiles económicamente y por eso las normas las definen otros.
“Nos dicen que este es un problema de todos, nos suben a todos al barco, pero lo generaron ellos. La realidad es que el 50% de las emisiones de gases viene de Estados Unidos, China, y Unión Europea. Otro 30% lo tienen 11 países, o sea que esos 15 países son el 80% del problema. Claramente Argentina y Sudamérica toda no son parte del problema”, dijo el analista.
Luego indicó: “La narrativa es deshonesta. Nos exigen que produzcamos de otra manera porque dicen que esto del cambio climático es un problema de todos. Esto cambio con la pandemia, el hambre en el mundo dejó de ser un problema global a ser un problema doméstico. Ahora es un problema de las economías locales y no globales que deben encontrar solución por su cuenta. Pero el tema climático sí es de todos y todos tienen que estar en este barco, pero con sus reglas”.
¿Qué pasa si un país quisiera revelarse, no adaptarse a esas imposiciones? Entonces viene el “apriete”: la cuestión es que si un país decide sacar los pies del plato, se queda sin financiación de los organismos de crédito
“Lo que hizo el poder económico global es sumar gente al barco y sumó al sistema financiero mundial, por lo que adhieren a lo que está de moda. Quien no tenga reporte de sostenibilidad y no vayan en el sentido de disminuir las emisiones no tendrán financiación”.
Costamanga insistió con que “el debate es deshonesto porque nadie quiere poner la plata (para bancar esos mayores costos de producir sin emisiones). Todos queremos defender el planeta y la verdad luego solo hay trabas para que los más débiles accedan a las reglas de juego de las fuertes”.
Entonces en lugar de aportar los ricos los 100.000 millones de dólares que se prometieron en el acuerdo de País “les resulta más barato financiar con dinero europeo a las organizaciones ambientalistas locales en lugar de pagar 100 dólares por hectárea de bosque nativo. Terminan imponiendo la agenda de forma interna influencia a la política local”.
El directivo de la Sociedad Rural dijo que esto se asemeja a la situación que se dio durante la colonización de América, donde los conquistadores se llevaban las riquezas naturales que en ese momento era oro, plata, minerales y otras riquezas empobreciendo así a los países de esa región y enriqueciendo a los europeos.
“Es el colonialismo viejo, pero ahora no vienen por el oro y la plata sino por el Chaco y el Amazonas. Te dicen que esos lugares que podrían crecer en empleo, conectividad, hospitales, no se van a desarrollar para cuidar al planeta, los países que aún cuentan con recursos naturales pagaran con desarraigo, pobreza y falta de oportunidades para su pueblo porque es necesario proteger al planeta, pero los que dañaron el planeta fueron ellos”.
¿Qué puede hacer la Argentina en estas condiciones? “Deberíamos tratar que en algún párrafo de nuestra postura se cuele en el documento final para ganarle la copa a los franceses y traerla a casa. Luego hay que juntarse con Brasil que no lo hemos hecho, tener una posición y estrategia común junto con los demás como los de la FARM (Federación de Asociaciones Rural de Mercosur), Australia y el grupo CAIRNS que incluye a Canadá afirmando que los agricultores del hemisferio sur somos parte de la solución y no del parte del problema”.