Walter Paulino Llampa es un pequeñísimo productor de la localidad jujeña de Maimará, y además preside Cauqueva, una cooperativa importante de la zona de la Quebrada de Humahuaca. Gracias al trabajo de sus padres y abuelos, desde los nueve años está en contacto con los cultivos locales, que asegura que fueron cambiando con el paso de los años. Hoy trabaja activamente para que cada productor de la cooperativa obtenga un precio justo por su producción.
Paulino recuerda sus años jóvenes. “El trigo, el maíz y las habas eran lo que más se trabajaba. También había mucha plantación frutal pero se ha perdido. Ahora se han empezado a preparar más los suelos para hacer producción de hortalizas, que arrancaron en el 75’ cuando yo era chico”, contó a Bichos de Campo.
Las ventas se realizaban en su mayoría, en los mercados alrededor de las estaciones de trenes. Era un comercio destinado prácticamente a la subsistencia y se concentraba más que nada en frutas y algunas flores.
“Mi madre se dedicaba a vender en canasto, llevando verduras de una parte a la otra. Antes era más difícil producir pero más fácil vender. La gente sabía comprar”, recordó el productor.
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Hoy los pequeños productores de la zona hacen malabares para compensar los costos de la producción con los precios que acuerdan ( o que les imponen) para la venta de las verduras al público.
“Tenemos que lograr convencer a la gente para que se ponga un precio y que se respete y se valore. Tenemos que comprar remedios para combatir a los insectos que atacan la producción. Antes no solía haber tanto y nos encarece los costos. Los precios de la verdura no tienen mucho valor. Eso hace que nos cueste salir a flote”, aseguró Llampa. A
eso hay que sumarle la llegada de productores de la vecina Bolivia, que venden a precios mucho más bajos y aumentan la competencia.
-¿Sirve asociarse a la cooperativa para defenderse en este contexto?
-El productor prefiere entregarle al intermediario porque le lleva mucha más cantidad. Hoy la cooperativa está trabajando con lo que el productor tiene para entregar: papa andina, maíz, apio, espinaca, albahaca, etc. Son los productos que se usan para hacer, por ejemplo, los fideos que se venden.
-Este lugar fue declarado patrimonio de la humanidad. ¿Eso los ayudó?
-Ha servido más que nada para la venta artesanal, ha entrado más turismo. Tratándose de la producción de las hortalizas y las flores, hay un poco más de salida porque vinieron más consumidores. Se han instalado hoteles y también se venden más en mercados locales.
-¿Qué le pedirías a los gobernantes para mejorar la situación de los pequeños productores de la Quebrada?
-Deberían mandar gente que vea la dificultad de cada productor. Creo que el gobierno no está muy abocado a esto. Hay muchas cosas para hacer, como obras para evitar crecidas de ríos o aprobación de créditos, pero no hemos tenido respuesta. Me gustaría que estén pendientes de nosotros, que somos los quedamos alimento a la población.