Con el objetivo de reposicionar a la raza y recuperar el territorio perdido frente a otras progenies, la Comisión Mesopotámica de la Asociación Argentina de Criadores Hereford se embarcó en la realización de un estudio sobre terneros machos de productores y cabañas del norte de Entre Ríos y del sur de Corrientes.
De la mano de los investigadores del INTA Concepción del Uruguay comenzaron una prueba de desarrollo pastoril que se extenderá por más de un año, y que permitirá confeccionar una base de datos certera sobre la producción en esa región.
“La comisión se conformó hace más de seis años. Hemos logrado encontrarnos con otros productores de Hereford porque estamos todos sueltos. Hoy somos entre 110 y 120 personas entre cabañeros y criadores. Vimos que otras razas estaban haciendo estas pruebas y no había ninguna nuestra en la región mesopotámica. En el campo tenés tus índices pero no con tanta información como en una oportunidad así”, dijo a Bichos de Campo la entrerriana María Luisa Sardá, cabañera y actual presidenta de ese grupo.
“Hemos perdido algunos lugares y por eso la idea es permanentemente buscar criadores Hereford para sumarlos. Mucha gente fue cambiando de raza en los últimos años. Queremos volver con ella y hacer las cosas como corresponde”, agregó la productora.
Fue así que en marzo del año pasado, representantes de este grupo se contactaron con veterinarios del Departamento de Rumiantes del INTA y plantearon la iniciativa de llevar adelante un proyecto de esta magnitud.
¿De qué se trata? La mayoría de las pruebas pastoriles se destinan a identificar el potencial de ganancia de peso de un animal entre sus 12 y 24 meses de edad, momento en que estaría listo para salir a la venta. Allí se analizan distintos parámetros de su crecimiento y preparación de pre-venta, que sirven para generar estimaciones que luego serán trasladadas a los demás rodeos.
En este caso particular y a diferencia del manejo tradicional, la prueba se hará en 32 terneros recién destetados de 15 cabañas distintas, tanto de Entre Ríos como de Corrientes. Eso permitirá estudiar otra instancia en el desarrollo del bovino.
“Esta es una prueba de crecimiento y desarrollo, por eso durará más tiempo. Todas las cabañas tienen manejos diferentes. Algunas hacen destete a los 7 meses, otras a los 8. Algunas hacen destete con recría y suplementación el primer año, otros con pastura. Eso genera una variabilidad enorme en lo que es la ganancia de peso inicial de los animales. La prueba tiene por misión poner a todos los animales de los diferentes orígenes genéticos, de las distintas cabañas, en la misma situación de alimentación y de manejo durante un año y medio. Al finalizar podremos determinar cuál fue el animal con el mejor progreso productivo”, explicó a Bichos de Campo Sebastián Vittone, veterinario e investigador a cargo del proyecto en el INTA Concepción del Uruguay.
Los animales ingresados permanecerán hasta sus 18 meses de edad en un circuito de pasturas y verdeos, y se evitará la suplementación concentrada hasta que se cumpla un año del inicio de la prueba. Para mayo del 2023, momento en que comience la etapa final de preparación, se administrarán raciones concentradas -que en ningún caso superarán el 50% de la dieta total- en conjunto con forrajes y rollos.
Durante el tiempo que dure el estudio, los animales serán sometidos a distintas mediciones realizados tanto por la Comisión de Hereford como por los investigadores de INTA.
“La prueba tiene un reglamento definido por los socios. Hay mediciones desde el punto de vista fenotípico que tiene que cumplir con las condiciones de la raza. Por ejemplo los animales tuvieron que tener un rango de peso determinado al ingreso de la prueba. En este caso establecieron que hayan nacido entre julio y noviembre del año anterior y que pesen entre 180 y 280 kilos al inicio de la prueba”, indicó Vittone.
Una vez al mes se controlarán variables de crecimiento como el área ojo de bife, el espesor dorsal, la altura de cadera, la altura de la cruz y el perímetro torácico.
“Después están las mediciones reproductivas donde los animales tienen que alcanzar un número mínimo de circunferencia escrotal a los 12 meses, a los 15 meses, a los 18 y a los 24, definido también por el protocolo de la Hereford. Y al finalizar, también se hará un testeo de calidad seminal para chequear que sean animales reproductivamente aptos”, señaló el veterinario.
El proyecto culminará con un remate de los animales, que además de posicionar a cada uno de los individuos de las distintas cabañas, servirá para pagar los servicios brindados de los investigadores.
-¿Considerás que faltan más relevamientos como este en la ganadería actual?- le preguntamos a Vittone.
-Sí y lo mejor que le puede pasar a la ganadería es una prueba como esta. Generalmente los reproductores se venden con los DEP, que es la Diferencia Esperada de Progenie. Son valores numéricos que parten de la medición de los padres y dicen que el ternero va a nacer con tantos kilos, etc. Nosotros siempre utilizábamos los que venían tanto de los centros de inseminación como las cabañas. El tema es que vos tenés un aporte de padre y madre en partes iguales, y eso está influenciado por el ambiente en el que se desarrolla la producción.
A continuación agregó: “La prueba pastoril que se hará aquí, probablemente dé niveles de producción distintos a otras pruebas que el INTA está realizando, por ejemplo, en Río Negro. No cualquier toro sirve para cualquier región y responde de la misma manera. Por eso es importante estudiar las diferencias”.
-¿Qué importancia tiene un proyecto de este estilo?
-Lo esencial de esto es el vínculo de los productores, en este caso de la raza Hereford, con instituciones como el INTA. Es vital, para eso fue creado este Instituto, para dar respuesta a los productores. Esta sería una de esas asociaciones en las que ese espíritu se expresaría de la mejor manera.