Las lluvias récord registradas en la zona central argentina este fin de semana, que agravaron las inundaciones presentes en sectores del oeste y centro de la provincia de Buenos Aires, podrían obligar a recalcular las estimaciones de siembra de maíz 2025/26.
La estimación preliminar realizada el mes pasado por el equipo técnico de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indica que el área de maíz argentino en 2025/26 sería de 7,80 millones de hectáreas, una cifra 9,6% mayor respecto de la campaña anterior.
Ahora esas previsiones podrían ser revisadas porque la fecha óptima de siembra de maíz temprano en las regiones afectadas por inundaciones y anegamientos finaliza a mediados de octubre próximo y no existe certeza de que las condiciones aptas para implantar el cereal sean las adecuadas para entonces.
La buena noticia es que el pronóstico no espera lluvias en las zonas afectadas por la próxima semana, lo que contribuiría a favorecer un reducción de los excesos hídricos si las temperaturas acompañan. Sin embargo, es poco probable que el agua escurra totalmente para esa fecha.
Sólo considerando el partido bonaerense de Carlos Casares, la consultora Solum Agrotecnología había medido con imágenes satelitales que al pasado 25 de agosto 118.200 hectáreas estaban bajo agua (casi 47% de la superficie distrital), cifra que seguramente se incrementó luego de las lluvias del fin de semana.
La siguiente instancia de siembra en la zona oeste y centro bonaerense es la soja de primera y el girasol para el mes de octubre, donde este último cultivo tiene perspectivas de márgenes proyectados muy interesantes con rendimientos promedio zonales.
La zona se caracteriza por contar con planteos ganaderos y lecheros que son grandes consumidores de maíz y, ante la pérdida de pasturas, requieren una fuente de reservas forrajeras que, si no es de propia producción, deberá ser adquirida en el mercado.
El maíz de la cosecha 2024/25 ya fue recolectado en su totalidad y está embolsado en muchos casos en condiciones de humedad poco óptimas, lo que podría derivar en pérdidas productivas o de calidad del grano.