Narciso Agustín Octavio Ulla tuvo un sueño que, afortunadamente pudo concretar. Este empresario cordobés, amante de los fierros, propietario de una concesionaria de maquinaria agrícola y productor agropecuario, dedicó el último tramo de su existencia a consolidar el surgimiento de una familia empresaria luego de haber creado una empresa familiar. Parece un juego de palabras. Pero no lo es.
En 2014, luego de más de dos décadas de ejercer como odontóloga, María Soledad Ulla recibió una invitación por parte de su padre: sumarse a la empresa familiar.
Inicialmente, Soledad, quien además es coach organizacional, pensó que se trataba de una idea disparatada porque no tenía conocimientos sobre la dinámica del sector agropecuario. Pero su padre insistió tanto que finalmente aceptó la propuesta y comenzó a trabajar medio tiempo en la empresa.
“La primera tarea que me encomendó fue encargarme de las cobranzas críticas, es decir, las más difíciles; fue un trabajo muy duro”, comenta Soledad en un artículo publicado en Contenidos CREA.
Durante un par de años estuvo ocupada en tareas operativas –que “nadie quería hacer, como ordenar los archivos”, dice Soledad–, algo que no era casual, pues su padre quería que se hiciera desde abajo para que conociera en primera persona el funcionamiento de las diferentes áreas de la empresa. También era, por supuesto, un mensaje para todos los integrantes de la organización: aquí se valora el mérito por encima de cualquier otra circunstancia.
Cuando finalizó su período de aprendizaje, Soledad fue designada responsable del área de gestión de personas y comunicación institucional. “Tomé la decisión de incorporarme a la empresa cuando encontré mi lugar y comencé a sentir que podía agregarle valor a la misma”, remarca.
En el año 2017 Narciso decidió acelerar el proceso de traspaso generacional que había comenzado a instrumentar tiempo atrás. Así es como Soledad, junto a sus cuatro hermanos y su madre Olga, tomaron las riendas del proceso de protocolización, profesionalización e institucionalización de la empresa familiar.
Dos hermanos de Soledad –Leonardo y Matías– ya trabajaban con su padre en la empresa, mientras que Mauricio y Laura se dedicaban a otras actividades (el primero es fundador y CEO de Capataz Software y la segunda es arquitecta).
“En la definición del protocolo acordamos las prioridades: la familia, el patrimonio y finalmente la empresa; lo que significa que todas las grandes decisiones respecto a la empresa y al patrimonio deberían considerar la preservación de la armonía familiar”, relata Soledad.
Eso, que es muy fácil expresarlo, no suele resultar sencillo en muchas empresas familiares, en las cuales se identifica, en términos casi simbióticos, a la empresa con la familia. Así la familia Ulla pasó de ser una organización de estilo vertical y paternalista –centralizada en las decisiones de su fundador– a transformarse en una sociedad con seis accionistas. Se constituyeron en una familia empresaria con una visión, consensuada entre los socios, que es la siguiente: “Desarrollamos negocios, mejorando nuestra realidad y la de nuestro entorno disfrutando mientras hacemos”.
“La industria y comercialización de maquinaria agrícola era el sueño de mi padre y fue un aspecto central en la evolución de la empresa que él fundo, pero los negocios de la familia empresaria no necesariamente deben ser los mismos a medida que las familias y el contexto evolucionan”, expresa Soledad.
Transformaron su capital de hacienda en nuevas inversiones de tecnología aplicada a la agricultura (riego artificial, cosechadoras, tractores e implementos) y al desarrollo inmobiliario (a cargo de su hermana arquitecta María Laura) “Residencial Solares”, un barrio privado en la localidad cordobesa de Laguna Larga (ciudad natal del fundador). Hoy están además en pleno desarrollo de nuevas unidades de negocio.
Soledad cuenta que el primer capítulo del protocolo familiar está conformado por el relato de su padre, quien expuso así la historia de sus logros para las nuevas generaciones. “Así como los negocios pueden evolucionar, creemos que existe algo que debe ser conservado y protegido, que es el legado del fundador, en el sentido de que existen ciertos valores que son innegociables para hacer que las cosas sucedan; es el capital cultural presente en la familia”, resalta.
Además de la asamblea de accionistas, la familia Ulla conformó dos órganos de gobierno más. Uno es el Consejo de Administración, en los cuales se trata cuestiones relativas a los negocios. “En el Consejo de Administración incorporamos a un profesional externo que cuenta con una vasta experiencia en importantes empresas de diferentes rubros económicos, para poder aportar una mirada diferente; se trata de una experiencia que agregó muchísimo valor a la organización”, comenta Soledad.
El otro es el Consejo de Familia, presidido por Olga, que tiene en sus manos la educación de los integrantes de la tercera generación de la familia empresaria, de manera tal que el día de mañana, cuando deban asumir la función de accionistas, conozcan plenamente sus derechos y obligaciones en un marco de vínculos sólidos forjados en un proceso de confianza y comunicación transparente.
“El Consejo de Familia promueve actividades de integración y educativas para toda la Asamblea Familiar; también se ocupa de generar espacios de cohesión y de difundir los valores y los acuerdos establecidos en el Protocolo de Familia. Es importante para los integrantes de la tercera generación conocer sus derechos y responsabilidades como futuros socios”, explica.
La capacitación también implica la asistencia a reuniones en las cuales se explica el fundamento de cada uno de los aspectos que integran el protocolo familiar, además de las cuestiones técnicas –económicas, financieras, legales, etcétera– que constituyen herramientas de utilidad para ejercer el rol de accionista o gerente de la empresa familiar o de su propia empresa en el futuro.
“Una empresa es mucho más que un patrimonio o un negocio; es fundamentalmente un legado, porque el patrimonio o los negocios pueden cambiar, pero si legado de un modelo de liderazgo y gestión permanece, una familia empresaria siempre encontrará la manera de seguir adelante en cualquier circunstancia”, resume Soledad.