Aunque han crecido las empresas que producen y venden alimentos balanceados pensados sobre todo para producciones intensivas, la mayor parte del alimento animal aún se produce dentro de los campos. En el caso de las pasturas, lo que se hace es un corte y secado para luego armar fardos y rollos, pero para conservar los granos como forraje se necesita de una infraestructura mucho mayor y tecnología de punta.
Aunque se parezcan, la picadora y la cosechadora son máquinas que operan muy distinto. Lo que está claro, a priori, es que donde ingresa una no lo hace la otra, ya que la primera separa únicamente el grano y desecha el resto como rastrojo, mientras que la segunda se queda con la planta entera para procesarla y producir el alimento.
¿Y eso cómo se hace? Para conocer en detalle esta actividad, Bichos de Campo consultó a Federico Sánchez, un técnico de maquinaria que tuvo su paso por el INTA Manfredi y hoy trabaja en John Deere.

Siempre se habla de cómo la ganadería y la lechería convierten la proteína vegetal -los granos y pasturas- en animal. Pero previo a ese paso hay toda una rutina de trabajo que es la que permite que haya disponibilidad de alimento todo el año.
En primer lugar, lo que importa es cuándo se ingresa al campo para producir forraje. Y he allí otra gran diferencia entre la picadora y la cosechadora, porque la primera procesa la planta antes de que se seque ya que necesita de cierto grado de humedad. Eso aplica tanto al maíz -la “vedette” de la actividad forrajera-, como al sorgo, girasol, trigo, cebada o avena.
Tal como explicó Sánchez, se hace de ese modo para “poder compactarlo, fermentarlo y conservarlo a lo largo del año”, sea en silobolsas o aéreos. “Es lo mismo que cuando se hacen pickles, son ácidos para que los hongos y las bacterias no puedan sobrevivir”, ilustró.
Las máquinas de última generación, como la picadora que presentó John Deere en el Congreso Forrajero de Córdoba, tienen motores de 840 caballos de fuerza y un ancho de trabajo de 9 metros. Eso se traduce en 500 toneladas procesadas por hora, unas 12.000 en un día completo de trabajo.
Pero no siempre el crecimiento exponencial en la productividad puede ser cubierto. “Lo que tenemos que ver es cómo acompañamos esta máquina de mayor capacidad con toda la logística alrededor”, observó Sánchez, ya que esta tecnología, a diferencia de una cosechadora, no trabaja sola porque no tiene una tolva incorporada, y necesita de un carro externo que, a la par, vaya almacenando todo lo que produce.
Y más aún: Con esa gran productividad, que permite cubrir grandes extensiones en poco tiempo, lo que se necesita es una gran capacidad de almacenaje o de transporte. Cada camión puede cargar hasta 30 toneladas, y si se quisiera sacar del campo todo lo producido en un día ininterrumpido de trabajo, se necesitarían 400 de ellos.

Más allá de esa diferencia logística, a nivel tecnológico una picadora opera de manera muy similar a una cosechadora de punta. “Y mejor aún”, afirma el técnico, ya que dentro de su cabina, cuenta con computadoras y sensores que arrojan información en tiempo real no sólo del rendimiento sino, incluso, de la calidad de lo que está procesando.
Con la medición de los índices de almidón, fibra y proteína, y el “mapeo” instantáneo, se pueden tomar decisiones minuto a minuto, como por ejemplo levantar el corte cuando la calidad no es la deseada. “Es fundamental poder medir eso porque cuando picamos estamos haciendo el alimento que le vamos a dar a la vaca durante el año”, explicó Sánchez.
Mirá la entrevista completa:
Lo particular de este último lanzamiento, explicó el técnico, es que la filial argentina logró presentarlo en Córdoba antes que en la feria Farm Progress en Estados Unidos y de Agritechnica en Brasil, que se realizaron después. “Es un orgullo. Muestra la importancia que tiene Argentina en la producción de forraje”, celebró Federico.
Si bien generación tras generación se avanza particularmente en la capacidad de trabajo, en este caso el cambio fundamental estuvo en la arquitectura electrónica, que pasó de 16 a 32 bits. En resumidas cuentas, eso significa que las últimas picadoras del mercado ya tienen la tecnología disponible para ser autónomas -cuando eso se permita-, y que esos cambios podrán implementarse con simples actualizaciones de software.
“La base para ser autónomas ya la tienen. Después va a depender de de cada legislación si se admite o no, pero la idea no es reemplazar al operario, sino ayudarlo a ser más eficiente”, explicó Sánchez.





