Luego de cinco años de trabajo, el pasado 2 de julio se llevó a cabo en la ciudad de Buenos Aires la primera degustación de “carne cultivada” realizada en América latina. El evento se realizó en la sede de Bio Ingeniería en la Fabricación de Elaborados (que no casualmente tienen las siglas de BIFE), una firma que surgió en 2016 en la División de Bioingeniería de Laboratorios Craveri.
El cultivo se elaboró con proteínas de músculo bovino. Al cultivarse solo el músculo y no el tejido adiposo (es decir la grasa que le aporta sabor) o la sangre (que brinda jugosidad), hizo falta sazonar el tejido cultivado para tornarlo atractivo, para lo cual se utilizaron condimentos diversos, y además se procedió a rebozarlo para luego fritarlo y obtener algo parecido a un “nugget”. Juan Craveri, quien probó el nugget elaborado con tejido cultivado en su laboratorio, aseguró que era “crujiente por fuera y suave por dentro” y que “la carne tenía buen sabor”.
La encargada de llevar adelante la iniciativa es Laura Correa, una licenciada en Ciencias Biológicas que desde 2004 es la Coordinadora de la División Bioingeniería del Laboratorio Craveri. “En la actualidad, el mayor desafío que afronta la agricultura celular es lograr la escala requerida para agilizar el proceso productivo y convertir a la carne cultivada en un producto básico y de fácil alcance al mercado. El proceso aún es artesanal y es necesario contar con la tecnología adecuada para lograr el escalado que automatice su producción”, indicó.
– ¿Cuál fue el proceso empleado?, preguntó Bichos de Campo a Laura.
– Hacemos carne cultivada o carne sintética por medio de cual generamos músculo in vitro. Para eso tomamos células del animal a través de un biopsia del músculo, que es del tamaño de una pastilla de Tic-Tac, y dentro de esa muestra se encuentran las células neoblastos, que son células precursoras del músculo, lo que implica que, en lo que respecta a la contracción muscular, no tienen ninguna función porque esa acción la realizan las fibras, que son células diferenciadas, mientras que las células progenitoras son indiferenciadas, dado que la única función que tienen es funcionar como células de “reserva”, lo que significa que, cuando el músculo se daña, esas células se activan para generar fibras musculares. Entonces las que cultivamos son las células precursoras y en la muestra existe una baja proporción de las mismas. Lo que hacemos entonces es generar las condiciones in vitro necesarias para que esas células puedan multiplicarse y, una vez que tenemos millones de células, diferenciamos in vitro las fibras musculares, o sea, lo mismo que ocurriría dentro de un animal, lo hacemos fuera del mismo.
– ¿ Eso requiere el uso de hormonas?
– No. Requiere de medios nutritivos, porque las células cuando crecen tienen que multiplicar los componentes presentes en las mismas; los medios de cultivo por lo general tienen vitaminas, aminoácidos, hidratos de carbono como fuente energética, y también tienen factores mitogénicos, o sea que estimulan la diferenciación, que se denominan factores de crecimiento.
– ¿En qué consisten esos factores de crecimiento?
– Son bastante variados. Uno que suele utilizarse, por ejemplo, es el suero fetal bovino, que proviene del animal. Los factores de estimulación se pueden adquirir de manera aislada para reconstituir la composición del suero fetal por medio de la mezcla de diferentes componentes; estos últimos factores son recombinantes (transgénicos) o derivados de plantas.
– En el caso de la experiencia que realizaron ustedes, ¿qué factores emplearon?
– En nuestro caso empleamos factores o medios nutritivos que son derivados de la industria farmacéutica, que tienen un muy alto costo. Ahora estamos en una etapa en la cual nos proponemos formular medios nutritivos que provengan de la industria alimenticia, de manera tal de reducir el valor del producto.
– ¿Qué costo tuvo el desarrollo?
– Aproximadamente más de 1000 dólares, solamente considerando los insumos y el proceso (sin considerar el valor de amortización de los equipos empleados para realizar el cultivo celular). Tenemos que trabajar de manera muy intensiva en la disminución de costos.
– Buscando insumos locales que sean más accesibles y baratos.
– Exactamente. Como hay tantas empresas en el mundo trabajando en agricultura celular, hay empresas o emprendimientos que nos pueden brindar insumos más económicos. Este tipo de desarrollo abre el campo a muchos otros jugadores que hasta el momento no podían proyectar un consumo tan grande de factores, pero están surgiendo muchas firmas desarrolladoras de factores que debemos probar, la mayoría de los cuales son derivados de plantas, algo que consideramos muy importante.
– ¿Cuánto tiempo llevó cultivar el tejido que se transformó en el nugget?
– Cuatro semanas.
– Además de más económico, se requiere acelerar también el período de producción…
– A nivel temporal es factible hacer una producción continua. Una empresa en Israel (Future Meat Technologies) asegura que logró escalar la tecnología para producir 500 kilos diarios de carne cultivada, porque es posible tener diferentes reactores en uso para generar un proceso continuo, de manera de procesar volúmenes importantes. Se trata, por supuesto, de un número pequeño si se considera lo que es necesario generar para alimentar a una población, para lo cual se requerirían toneladas, pero ellos han demostrado que pueden producir 500 kilogramos diarios a un costo un poco superior al de una hamburguesa convencional.
– Hace muchos años, desde 1996, que trabajamos en Craveri con la disciplina denominada ingeniería de tejidos, que busca precisamente generar tejidos in vitro. A través de la muestra de tejido de un paciente con determinada patología, es posible cultivar el órgano o el tejido en laboratorio. Unos años atrás el director de la empresa, Juan Craveri, decidió que ese conocimiento que habíamos adquirido podíamos aplicarlo a la agricultura celular para generar tejido no con un fin terapéutico, sino alimenticio, así es como surge la “start up” BIFE. De hecho, ya producíamos tejido muscular para resolver incontinencias de orina que aparecen a veces en pacientes que son sometidos a cirugía de próstata, para lo cual generamos tejido muscular para devolverle al esfínter de la uretra la elasticidad, con lo cual nos resultó bastante sencillo dar el salto a la generación de tejido para consumo.
– ¿En cuánto tiempo estiman que esta tecnología podría aplicarse a una escala comercial?
– En el mundo hay tres o cuatro empresas que prometen llegar pronto a las góndolas con un precio competitivo. Una compañía estadounidense (Eat Just) ya está comercializando en un restaurante de Singapur nuggets de pollo elaborados con células cultivadas; en Singapur porque fue, a fines del año pasado, el primer país del mundo en aprobar y regular este tipo de alimentos.
– ¿Cuál es tu apreciación personal sobre esta innovación?
– Todos estamos viviendo el cambio climático y la conciencia que tenemos hoy sobre la cuestión ambiental nos impacta a todos y ver cómo se está dando el crecimiento de la población mundial y la necesidad de alimentos necesaria, hace que los científicos tengamos que pensar cómo vamos a responder a ese desafío para que sea sostenible y no seguir dañando al planeta. Para nosotros es un gran desafío, que nos posiciona a nivel global, porque existen apenas unas treinta empresas en el mundo que se dedican a esto y ser parte de ese grupo es muy relevante.