Rubén Martínez se jubiló hace un par de años como docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), pero los alumnos de la carrera de Ingeniería Zootecnista no lo olvidan. Cuando el miércoles por la noche tomó el micrófono para rememorar un hecho señero para la historia de esa facultad, los chicos que se agolparon al fondo del quincho hicieron silencio y lo escucharon con respeto. Luego hubo un cerrado aplauso para quien protagonizó nada menos que el operativo de rescate de varias decenas de ejemplares de la raza bovina Criolla Patagónica, que se creía extinguida, desde la muy lejana provincia de Santa Cruz.
Luego de escuchar la anécdota, los sanguches de carne empezaron a aparecer y todos los comensales nos dedicamos a saborearla con curiosidad: era un “asado” hecho con una vaquillona de esa raza, pero que en realidad no era tal, porque los trozos de carne formaban parte de las paletas del animal, que se habían hecho al horno muy despacido, como para asegurar su terneza, y solo habían recibido brasas en el último tramo de la cocción.
El sabor de esta carne resultó ser muy agradable, aunque algo magra. Esa es al parecer una de las características de esta raza. “Don Pavón”, un no docente de la facultad que fue el único que años atrás se animó a hacer dos veces un asado a la cruz con esa raza, dio su aprobación.
Los sanguches, de todos modos, eran una excusa para el encuentro de la familia que forma parte de esa carrera. Tenía fines solidarios y también reinvindicativos: Muy pocos conocen que existe la posibilidad de formarse en Lomas de Zamora como ingeniero zootecnista. Esa facultad está flanqueada (y acaso ahogada) por las dos Veterinarias que se estudian en la UBA y en la Universidad de La Plata. Pero es distinta.
“El ingeniero zootecnista es un profesional con sólida formación teórica, metodológica y técnica para abordar las cuestiones relativas a la producción agropecuaria, incluyendo los aspectos de la producción de alimentos y de otros productos y subproductos, en consideración a las posibilidades y limitaciones que les son propias en cada región y circunstancia, adecuando sus intervenciones profesionales a cada realidad, en un contexto donde se relacionan en forma constante factores sociales, económicos y culturales convergentes y los dispositivos de carácter metodológico y técnico para la toma de decisiones y el asesoramiento relativo a los problemas en cuestión”, dice la presentación sobre esta carrera en la página web de la UNLZ. Pero el decano Néstor Urretavizcaya, claramente “El Vasco”, nos lo sintetiza mejor: “No nos ocupamos de las mascotas”.
Pero volvamos al Bovino Criollo de la Patagonia. “Se creía extinguido hasta el año 1989, cuando docentes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ, describieron la presencia de una población asilvestrada de bovinos criollos en un sector del Parque Nacional Los Glaciares, en el sudoeste de la provincia de Santa Cruz. La población mencionada se encontraba en riesgo de extinción y al mismo tiempo generaba disturbios ecológicos perjudicando a la flora y a la fauna autóctona de la región y generaba inconvenientes a la actividad turística del Parque Nacional. Los ejemplares bovinos que iniciaron esta población ingresaron a lo que hoy es territorio del Parque Nacional Los Glaciares, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX”.
Micrófono en mano, Martínez contó a los alumnos los pormenores de ese rescate, que se extendió por varios años. Y le puso pimienta al justificar semejante operativo, porque él está convencido que la raza Criolla (que es la misma que trajeron los españoles cuando llegaron en 1549 y que se difundió por toda la extensión nacional con los malones de los indios en las estancias) fue “ninguneada” por las distintas líneas de cabañeros desde que hace 200 años (justo se celebran esta semana) el toro Tarquino llegó al país e inició una etapa de mejoramiento con razas británicas que se extiende hasta nuestros días. En aquellos primeros momentos, relató el docente, se hacían cruzas apuntando a 3/4 de británicos y solo un 1/4 de criollos.
Luego Martínez nos dirá que lo que pasó con el ganado Bovino Criollo responde un poco al modelo de época, donde “los ingleses se apoderaron casi de todo”. De allí el valor del trabajo de esta universidad pública por “rescatar” los únicos ejemplares originales que sobrevivían libres en la extrema Patagonia, comiendo pastos duros y soportando fríos de hasta menos 20 grados centígrados.
Hay un video histórico que rememora esta pequeña hazana académica de los zootecnistas:
El proyecto fue extenso. Martínez y otro docente llamado Alejandro Rodríguez, luego de firmar un convenio con Parques Nacionales, viajaron por primera vez a la zona entre agosto y setiembre 1991. Luego de 12 días de permanencia en la Bahía Onelli se capturaron 21 animales, de los cuales se pudieron embarcar 17 en la lancha Silvana, con destino a Puerto Banderas. Desde allí fueron trasladados hasta 9 de julio. Un año más tarde se sumaron otros 33 ejemplares. Martínez contó que se trató de seleccionar a las mejores hembras.
El operativo más grande se realizó más de 10 años después, entre abril y Junio de 2003: “Esta fue la primera extracción donde se introdujo un caballo para facilitar la tarea de bajar algún animal hasta el lago. Se capturaron más de cien animales y se trasladaron 99 vivos a dos campos distintos en la provincia de Buenos Aires”, relatará la historia.
Enrique Genero, otro ingeniero zootecnista que tomó la coordinación del proyecto luego de que Martínez su jubilara, describió a Bichos de Campo que hoy cuentan con un stock de 150 madres diseminado por varios campos, porque la facultad no tiene un establecimiento propio adecuado y entonces los criollos patagónicos fueron distribuidos entre Villa Ventana, Tornquist, Rivera y General Belgrano, la mayor parte en escuelas agrotécnicas.
Allí se siguen haciendo todo tipo de estudios sobre las virtudes de este raza que había sido bastante despreciada por el resto de los programas de mejoramiento. Quizás por su aspecto medio hippie, pelo largo y pelajes muy variados. Y además con cuernos. Lo cierto es que hay un proceso de revalorización de los Bovinos Criollos (sean del norte o patagónicos), una asociación que promueve la raza y la Facultad hasta ha preparado un toro de este lote patagónico que salió tercero en la última exposición rural de Palermo.
-¿Qué atributos tienen los Criollos de la Patagonia?- preguntamos.
A los dos docentes consultados le brillas los ojos al responder. Cuentan que ya llevan más de 20 años haciendo todo tipo de estudios y en un lote cerrado de 25 vacas ya acumulan 35 años de datos.
Nos dicen que la primera carectarística que deben destacar en esa raza es la fertilidad de las vacas, pues algunas de ellas han dado hasta 18 terneros a lo largo de su vida y el promedio de todo el lote llega a las 10 pariciones. También se ha estudiado su resistencia al frío y hasta la dureza de su esmalte dental. La carne, por otro lado, es bastante más magra que la de las razas británicas.
Martínez habló de la “eficiencia biológica” de los Criollos Patagónicos, pues los ejemplares que estudiaron tanto tiempo combinan buenos indicadores de longevidad, fertilidad y adapatación a los ambientes difíciles. “Cuando la dejan actuar, la Naturaleza selecciona en base a todos esos atributos”, explica.
El lote que rescataron llevaba más de un siglo “asilvestrado” en medio del parque Los Glaciares. La idea central del rescate justamente era ver qué cosas podían aportar al rodeo nacional. “Ojalá que esto sirva para aportarle a la producción ganadera argentina una mejor fertilidad”, se ilusiona Martínez, convencido que la mayor virtud de las Criollas es el “largo de su vida fértil”.
-¿Y cómo difunden esta raza?- le preguntamos a Genero.
Nos responde que por ahora no venden madres pero sí ofrecen a los productores interesados el semen de los machos seleccionados como reproductores. Los principales pedidos les llegan desde el sur del país, ya que algunos productores que están reemplazando ovinos por bovinos intentan aportarle a su Hereford, la raza dominante en esta avanzada- algunos rasgos de la resistencia al clima de los Criollos Patagónicos.
Cuando los sanguchitos se acabaron y cesaron los aplausos de los alumnos zootecnistas a sus maestros, me quedó una particular sensación de orgullo ajeno por esta facultad que hasta ahora desconocía. Me despedí no sin antes hacerle prometer que la próxima vez harían un asado en serio de Criollo Patagónico. Es decir, sin escondernos las costillas.