La Comisión Nacional de Semillas (Conase) discutirá este martes por la tarde un anteproyecto de resolución que, de aprobarse, amenaza sepultar una vez más las aspiraciones del agro argentino por contar con una nueva Ley de Semillas que permita a los desarrolladores de nuevas variedades cobrar un precio que crean justo por el esfuerzo de introducir cultivos mejorados en el mercado.
Con un modelo de resolución que ya está escrita y circula por el sector productor de papa de la Argentina, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) busca el respaldo de los sectores privados que integran la Conase para tomar una decisión extrema: declarar una variedad de papa para industria de “uso público restringido” y distribuir los permisos de producción de ese tubérculo entre diferentes multiplicadores, de modo de poder asegurar la oferta al mercado local.
Esta decisión vulneraría claramente los derechos de propiedad de la empresa que desarrolló e introdujo en el país esa variedad de papa industria, que es la más utilizada con cerca del 60% de la superficie total destinada a proveer especialmente a las tres grandes industrias que operan en el país: McCain en Balcarce, Simplot en Mendoza y Pepsico en Mar del Plata.
La Argentina produce cerca de 900 mil toneladas anuales de papa, de las cuales el 30% tienen destino industrial. Para esa porción se utilizan papas especiales, que permiten la elaboración de bastones pre-fritos congelados, snacks o chips y otros productos.
La papa que ahora el INASE pretende “estatizar” es la más requerida por la industria porque es ideal para la elaboración de papas fritas en bastón: se llama Innovator y es la más usada debido a su alto contenido de solidos o materia seca. “Esto le confiere un mejor color en su fritura y mayor rendimiento en las líneas de procesamiento. Además posee una vida útil aún mayor que su prima la Spunta”, dice un prospecto sobre esa variedad.
Lo cierto es que el INASE quiere declarar “de uso publico restringido” esa variedad de papa industria por el plazo de 120 días, para distribuir luego “autorizaciones de comercialización de material de propagación” a diferentes multiplicadores (la papa se siembra a partir de otra papa semilla) que hayan declarado poseer lotes asignados para dicha especialidad”.
Para la empresa propietaria de los derechos sobre esa variedad, que es la holandesa HZPC, esta avanzada del gobierno resulta inadmisible porque se vulneran sus derechos de propiedad sobre la Innovator. Por eso recurrió a la embajada de los Países Bajos en el país para que expresara una protesta formal ante las autoridades.
En su proyecto de resolución, el INASE -que curiosamente está a cargo de un hombre que proviene de la industria semillera y que siempre ha reclamado por los derechos de los obtentores a cobrar regalías por sus cultivos, el ex Bioceres Claudio Dunan- pretende forzar la cesión de esos derechos para poder multiplicar la variedad en tiempo y forma, y luego disponer “una compensación por el material utilizado que será convenida por las partes”. Pero como sabe que esta posibilidad de acuerdo será remota, porque HZPC se siente en derecho para definir el precio de su tecnología, a renglón seguido dispone: “en caso de no convenir la compensación entre las partes, este Instituto Nacional la fijará” en el mismo plazo de 120 días.
La avanzada del Estado sobre los derechos del obtentor de esta variedad de papa industria sería elocuente e innegable: Mal podrá entonces si prospera este antecedente prometer la gestión de Javier Milei a la comunidad agrícola que resolverá una deuda pendiente de todos los gobiernos de la democracia, que es la actualización de la Ley de Semillas 20.247 de 1973, para tender a una mejor protección de los obtentores de nuevas variedades vegetales, incluidas las semillas transgénicas de los cultivos más producidos en la Argentina, como la soja y el trigo.
Cierto es que, para forzar las cosas de este modo, al punto de desconocer los derechos de una empresa sobre su cultivar, el INASE también tiene algunos argumentos. En la resolución recuerda que la mencionada Ley 20.247 lo habilita a declarar el “uso público restringido” de una variedad comercial cuando “circunstancias graves de falta de provisión de dicho cultivas o falta de acuerdo de su precio”.
Es lo que sucedería actualmente, ya que la empresa desarrolladora pretende cobrar una suma de dinero que los multiplicadores se niegan a pagar, y esto pone en peligro -según la resolución- a la industria “en una situación terminal en el sector, que pondría en riesgo una importante producción con destino a exportación y puestos de trabajo destinados a tal fin”. Como la Innovator se utiliza sobre todo para hacer bastones prefritos congelados, la referencia clara es a la empresa especializada en dicho alimento: McCain, la enorme fábrica ubicada en Balcarce.
Los tiempos para tomar esta decisión o eventualmente ponerse de acuerdo en el valor de la regalía son perentorios, ya que la papa semilla de esa variedad tiene fechas de siembra entre el 15 de agosto y el 30 de octubre de cada año. “Dadas las características de esta producción y del cultivo, las campañas se programan y planifican con antelación, no siendo viable la sustitución de materiales sin tiempo suficiente”, justifica el proyecto de resolución del INASE, que insiste en que se registra actualmente una “situación de desabastecimiento” de dicho cultivar por la falta de acuerdo en materia de precios entre el dueño de esa variedad y quienes la multiplican.
Detrás de esta escena, hay dos colosos en pugna. Quien quiere defender el precio de su tecnología es HZPC, una firma fundada en 1898 en los Países Bajos que es actualmente la líder mundial en el mejoramiento e innovación de semillas de papa. En tanto, la fábrica que necesita tener disponibilidad de materia prima más barata es McCain, una empresa fundada en 1914 en Canadá que desde 1995 desembarcó en la Argentina y desde aquí es proveedora principal de papas congeladas para todo el Mercosur.
En medio de este entuerto, un gobierno que dice defender la libertad y considera sagrado el derecho de propiedad, pero que debe administrar además la cruda realidad.