En junio de 2024, justo en el día de la bandera, el cantautor Abel Pintos materializó junto a su socio, Marcelo González, el sueño de convertirse en productor de nuez pecan y otros frutos secos. El emprendimiento, que se lanzó en la localidad bonaerense de Mercedes, inició en el establecimiento La Matera, que con un manejo sustentable vio crecer a nogales y almendros.
Ahora, estos devenidos productores apostarán por replicar el proyecto en Lavalle, al norte de la provincia de Mendoza, con “La Matera Cuyana”. Allí destinarán 93 hectáreas a producir pistacho, rescatar un viejo olivar y a formar un campo escuela junto a la empresa Jonh Deree.
En el establecimiento mendocino, que supo contener a un antiguo monte de olivos abandonado, los socios intentarán ampliar su producción de frutos secos haciendo un uso eficiente de los recursos. En este propósito habrá mucho de la impronta del ingeniero agrónomo Fernando Lopolla, quien viene acompañando a los nobles productores desde su debut en Mercedes.
“Desde que empezamos el proyecto de La Matera, en la provincia de Buenos Aires, estuvimos pensando donde replicarlo. A partir de ese pensamiento empezamos a buscar y surgió este campo en Mendoza. Y la verdad que la región cuyana como el resto de la provincia es bastante interesante para desarrollar varios cultivos. Ahora estamos por poner manos a la obra con pistacho, pero también con olivos”, dijo Lopolla en una entrevista con el periodista Martín Melo, en CNN Radio.
El coordinar de la iniciativa explicó también que tanto las nueces como el pistacho, a pesar de producirse en campos y lugares diferentes, tienen un denominador común: el arraigo que genera la fruticultura.
“Pensamos siempre en las economías regionales. La fruticultura es algo permanente a diferencia de otras agriculturas y muchos trabajos en el campo. Por ejemplo, en Mercedes, las nueces las plantamos nosotros pero viven 200 años. Es decir que trasciende a nuestra generación. Lo mismo pasa con los pistachos y con los olivos. La idea es hacer algo que quede y lograr ese arraigo de la gente”, indicó Lapolla. Y como el proyecto no da lugar a las improvisaciones, los cultivos a desarrollar estarán respaldados específicamente por las condiciones agronómicas de la zona.
“El pistacho se da en pequeños nichos, es decir, en lugares muy específicos de mundo. Mendoza, San Juan y una partecita de La Pampa son lugares muy buenos para estos frutos. Por eso creo que está bueno visualizar estos cultivos a través de Abel y Marcelo. Acá lo que queremos hacer es emplear tecnología de punta, con la experiencia que han acumulado los productores de esta zona. Estamos en contacto con viveros, tanto de Mendoza como de San Juan, porque nuestro proyecto es tratar de unir en torno a estas producciones a toda la región cuyana”, detalló a continuación.
Pero aún cuando hay interés por ampliar las plantaciones de frutos secos, el agrónomo dejó en claro que no dejarán morir la historia que dio origen a esos campos. “Hay una parte del campo que está sembrada con olivos, y lo que quiero es recuperar alguno y dejarlo como parte de su historia, porque para nosotros todo tiene que tener su propia historia. También queremos implantar algunos árboles nativos. Pero todo esto cuidado siempre el recurso hídrico que es muy importante para estas provincias”, remarcó el agrónomo.
En esto, el agua se vuelve un recurso clave: “Este campo tiene derecho a agua y cuenta con 4 pozos. De esos solo uno está activo y estamos intentando recuperar los otros tres. Pero lo más importante y que arrojó el análisis de suelo es que tanto la fertilidad física como química permitirá que el cultivo se pueda desarrollar muy bien. Pero insisto, lo más relevante es que tenga el campo derecho a agua para hacer el riego. Sin este no prospera ningún cultivo”, sostuvo.
Como en La Matera de Mercedes, los emprendedores seguirán poniendo en valor la posibilidad de hacer el ciclo completo de estas producciones y aprovecharla como una herramienta de capacitación.
“Nuestras instalaciones tiene las tranqueras abiertas y durante las plantaciones se acerca gente de todos lados a plantar con nosotros. Siempre que conocés más, cuidas más. Por eso queremos siempre contarles a los jóvenes y a todo aquel que quiera conocer cómo es el ciclo desde que pones la semilla hasta que se empieza producir. Una vez que esto ocurre también le mostramos cómo es la trasformación de esos productos”, señaló.
A la satisfacción que representa para el equipo esta iniciativa, se sumará otra en articulación con una empresa, justificado por Lapolla en que “el oxigeno es para todos y la cosecha para unos pocos”. En primera instancia será con John Deree y supondrá la creación de un campo escuela.
Nada de esto supondrá, claro, desatender el planteo productivo de Mercedes. Según explicó el agrónomo, este año culminarán con la plantación del área total de La Matera, y se está poniendo a punto la infraestructura para procesar las nueces bajo la marca propia “Pecanito Argentino”.
“En el campo de Mercedes ya tenemos el galpón y toda la maquinaria para procesar las nueces. Recientemente hicimos las primeras pruebas del proceso como para empezar a lanzar nuestra marca. Por el momento venimos bien y cumpliendo los objetivos que nos habíamos planteado, pero respetando la naturaleza y sus ciclos, no acelerándonos”, precisó.
Aun con todos estos logros, a Lapolla le siguen surgiendo ideas para perfeccionar ambos proyectos y asegura que tanta inquietud se debe a que es “un apasionado de las plantas”, cosa que intenta contagiar.