Oscar “Tito” Nicolás está al frente de una comparsa de esquila de ovinos. Como todos los años desde hace casi dos décadas, había planificado salir hacia Chubut el 6 de abril luego de cargar el tanque de 200 litros de la camioneta en Valcheta, Río Negro, donde vive cuando no está trabajando. Iba a volver a llenar el tanque en Ingeniero Jacobacci, y finalmente hacer una última carga de combustible en El Maitén, apenas ingresado a la Provincia de Chubut. No pensaba bajarse del vehículo. De allí al campo a trabajar un mes de corrido, en medio de la estepa patagónica, casi sin contacto con otros seres humanos.
Pero no pudo hacerlo, pues se lo impidió la pandemia de idiotez que se apoderó de muchos funcionarios (algunos gobernadores o intendentes), que por miedo sincero o por simple avivada frente al avance de Covid-19, bloquearon el acceso a sus provincias o distritos, desoyendo el decreto del presidente Alberto Fernández que dispuso que las actividades agropecuarias estaban excluidas de cumplir la cuarentena y podían circular para seguir trabajando, con los permisos correspondientes.
En este caso el que cerró las fronteras provinciales al ingreso de las comparsas laneras de la línea sur de Río Negro fue el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni. Dejó sin trabajo y sin ingresos a muchas familias que dependen únicamente de esta actividad zafrera. La esquila de ovejas suele arrancar el 20 de julio de cada año y se extiende hasta fines de diciembre. Pero en esta época hay otras tareas, como la “pelada de ojos” de las ovejas, que requieren de la pericia de los trabajadores de las comparsas. La tarea es esencial para que los ovinos puedan encontrar el alimento con mayor facilidad en los duros meses de invierno.
Arcioni decidió, burlándose del decreto presidencial pero también de las necesidades de muchas familias rionegrinas, que este año sería distinto y que Chubut atendería su stock de ovinos solamente con mano de obra provincial, dejando afuera a las comparsas de otras provincias. Cosa de frontera y de mandinga, hubo 10 grupos de esquiladores de la Línea Sur de Río Negro que chocaron contra esta barrera autoritaria. La excusa fue que Chubut no había tenido ningún caso de Coronavirus y no quería correr ningún riesgo.
A Oscar Nicolás lo partieron al medio. En su caso, desde 2003 que su equipo de trabajo era contratado por la estancia Tecka, ubicada al sur de Esquel, para hacer esta tarea. En ese establecimiento ovino, uno de los más grandes del país, la comparsa de Valcheta atendía unas 80.000 cabezas y luego pasaba a otros campos de la provincia, hasta completar unos 115.000 ovejas. Era un mes de trabajo completo en medio de la temporada lanera, pues si les quedaba tiempo pasaban unos días a Santa Cruz para pelar a otros 25 mil ovinos. El ingreso “adicional” obtenido en estos días les permitía llegar bien con la plata hasta el inicio de la nueva campaña, en julio.
“Toda la vida laburamos en Chubut, pero ahora ya nos dimos por vencidos”, le dijo Tito a Bichos de Campo, cansado de intentar en vano torcer la decisión de los burócratas de Chubut. El tenía los permisos y hasta había hecho un análisis médico de todo el personal. También, por las dudas, gestionó un certificado policial. Pero nada. Aprovechando la excusa del Coronavirus, Arcioni emitió una orden disponiendo que la tarea solo pudiera ser realizada por cuadrillas radicadas en Chubut y que a lo sumo a los rionegrinos los dejaría transitar para que pasen directamente a Santa Cruz. A Nicolás esa alternativa le sirve poco y nada: “No voy a hacer 2.000 kilómetros para estar trabajando solo una semana. Pierdo plata en la nafta”, indicó.
En declaraciones a Radio El Chubut, el presidente de la Sociedad Rural Valle del Chubut, Ricardo Irianni, confirmó esta prohibición al ingreso de trabajadores rurales a su provincia. Al evaluar cuál es el estado de situación, reconoció que la producción agropecuaria y ganadera de la provincia no ha parado y “se ha podido seguir con los trabajos en el campo”. Pero admitió que el Ministerio de la Producción dictó una resolución que establece que los trabajadores contratados por los productores “van a tener que ser con comparsas de esquila de la provincia”.
“De cerca de las 40 comparsas de esquila que están registradas en la provincia hay menos de 10 que son de otras provincias y esta resolución impide que vengan personas de otras provincias”, reconoció el dirigente rural chubutense. Tito confirmó que hay varias comparsas radicadas en Río Negro que se van a ver impedidas de trabajar. De cada una de ellas dependen diez o veinte familias.
“Hacemos la esquila y después hacemos la pelada de ojos. Después no tenemos otro ingreso. Nadie vio esa parte, ni nuestro presidente vio esa parte. Yo vivo de mi trabajo y genero trabajo”, contó el esquilador.
Néstor Velo, titular de otra comparsa radicada en Los Menucos, también en Río Negro, quedó atrapado en el mismo laberinto creado por la política. Pero en su caso sí está dispuesto a aceptar pasar hacia Santa Cruz sin detenerse en Chubut, “Yo estoy buscando ahora comunicarme con Gendarmería Nacional y como voy de paso, el trabajo quizás no lo vaya a perder”, afirmó. Además de la pelada de ojos, a él le esperan otras tareas que quizás justifican tanto viaje: alambrar unos cuantos kilómetros de estepa y hasta construir un nuevo tanque australiano.
Porque en el campo patagónico, para sobrevivir a los inviernos y a las pandemias de funcionarios chotos, hay que saber hacer de todo un poco.