En 2020, por algún motivo que no está del todo claro, China comenzó a importar cantidades ingentes tanto de materias primas agroindustriales como de alimentos. Y en simultáneo implementó un política interna de racionamiento de comida denominada “platos limpios”.
Uno de las consecuencias de ese fenómeno –completamente inesperado– es que el gobierno chino “tiró por la ventana” las represalias comerciales que había emprendido contra las barreras arancelarias implementadas por el entonces presidente Donald Trump para transformarse en el primer cliente del sector agroindustrial de EE.UU.
El año pasado China importó commodities agrícolas y alimentos provenientes de EE.UU. por una cifra récord histórico de 26.400 millones de dólares. Mucho más atrás quedaron sus vecinos Canadá (con 21.000 M/u$s) y México (18.100 M/u$s), según un informe publicado por el USDA.
Además de las importaciones tradicionales de poroto de soja, China comenzó a demandar grandes cantidades de aceites vegetales, cereales, proteínas cárnicas, lácteos y alimentos elaborados, lo que contribuyó a incrementar de manera notable los precios internacionales de muchos productos.
Vale recordar que luego de exportar productos agroindustriales por 19.476 millones de dólares a China en 2017, un año después, con el inicio de la “guerra comercial” de Trump, la nación asiática redujo las compras del agro estadounidense a 9145 M/u$s y en 2019 esa cifra se mantuvo planchada en apenas 13.860 M/u$s.
Una de las hipótesis que explican el apuro del gobierno chino por importar cifras récord de alimentos, mientras aplica un racionamiento interno de la comida, es que se está preparando para un conflicto de orden global desatado a partir de la intención de anexar a Taiwán (una nación independiente) a su territorio luego de lograr neutralizar la independencia del territorio de Hong Kong.
A fines de enero pasado un vocero del Ministerio de Defensa de China, Wu Qian, advirtió que la independencia de Taiwán “significa guerra” y que el gobierno de Xi Jinping “tomará todas las medidas necesarias para destruir cualquier intento de separar a Taiwan de China”.
La República de Taiwán es reconocido como Estado por apenas catorce países –uno de los cuales es Paraguay– porque el gobierno chino realiza intensas presiones para que esa lista se reduzca a cero. El último país en romper relaciones diplomáticas con Taiwán fue El Salvador en agosto de 2018. De todas maneras, una invasión militar de China en Taiwán podría desencadenar un conflicto entre la nación asiática contra EE.UU., Japón y la Unión Europea.