Cuando llegó el auge agrícola de la primera década del presente siglo, Carlos Robertson Lavalle, administrador de un establecimiento mixto en el norte bonaerense, su sumó a esa tendencia, pero mantuvo intacta la infraestructura ganadera.
Así el 70% del área con buena aptitud se destinó a la agricultura, mientras que el 30% restante –los bajos– se mantuvieron con hacienda. Pero era usual que, al recibir visitas, muchos preguntaran porqué mantener los alambrados y las aguadas si el reinado de la producción de granos había llegado para quedarse. Sin embargo, Carlos decidió no dejarse llevar por la corriente del momento y conservó la estructura ganadera. El tiempo le dio la razón.
Carlos, integrante del CREA Arroyo del Medio (región Norte de Buenos Aires), junto al asesor de ese grupo, Juan Radrizzani, comenzaron a observar que el empleo sistemático de la siembra directa con la rotación tradicional de tercios era condición necesaria pero no suficiente para mantener una adecuada salud del suelo.
Así que a partir de 2007, convirtiéndose en pioneros en la materia en la región, empezaron a incorporar cultivos de cobertura (o de servicio) en el área agrícola con el propósito de mejorar las propiedades químicas y físicas del suelo.
“En las últimas tres décadas el promedio de precipitaciones entre los meses de marzo y agosto es de 457 milímetros con un máximo de 1644, lo que implica que no estábamos aprovechando de manera eficiente ese recurso”, explicó Carlos en un artículo publicado en Contenidos CREA.
Empezaron a estudiar diferentes combinaciones de cultivos de servicio con especies tales como avena strigosa, moha, raigrás, rabanito forrajero y vicia villosa. La siembra se realiza al voleo con Altina a partir de la primera quincena de febrero sobre maíz temprano, mientras que en el caso de la soja de segunda se realiza en marzo con Altina o bien en abril con sembradora convencional.
“Estamos queriendo hacer pruebas con lupino blanco, aunque la semilla de esa especie es difícil de conseguir; cuántas más especies podamos consociar, mejor será el aporte regenerativo de los cultivos de servicio”, comentó.
A partir de 2019 decidieron dar un paso más para comenzar a emplear los cultivos de servicio como insumo del negocio ganadero, de manera tal de agrandar el campo e implementar una recría con alto valor agregado.
“Si bien inicialmente considerábamos que no era apropiado pastorear los cultivos de servicio, luego comprendimos que la integración de ambas actividades mejoraba la dinámica del sistema, porque al resetearlos se incentivan los exudados radiculares que contribuyen a promover el nivel de carbono orgánico en el suelo, además de favorecer la descompactación”, remarcó Carlos.
Con un consumo racional y gestionado de manera apropiada en función de las condiciones ambientales, los bovinos contribuyen a propiciar el rebrote de los cultivos de servicio al tiempo que aportan nutrientes al suelo por medio de los bosteos.
El pastoreo de los lotes con vicia requiere cierto cuidado, pero hasta el momento la hacienda no experimentó inconvenientes con el mismo. La integración realizada desde 2019 no sólo permitió un mayor descanso de los bajos, sino además implementar en los mismos un manejo holístico diseñado con el propósito de promover la productividad de esa sección del establecimiento de manera sostenible.
Mediciones de la tasa de infiltración realizadas por Javier Elisei (INTA Pergamino) muestran que los lotes con cultivos de servicio integrados con ganadería cuentan con los mayores niveles (+75 mm/hora) de ese indicador clave para evaluar la salud física del suelo.
Los cultivos de servicios, además de emplearse como un insumo estratégico de la ganadería, permiten un control de malezas más efectivo que contribuye a mejorar también la salud del suelo ante la menor necesidad de uso de fitosanitarios.
La medición sistemática de la Materia Orgánico (MO), que en los últimos dos años comenzó a instrumentarse de manera georreferenciada, muestra una recuperación sustancial en la última década, lo que constituye un factor esencial para estabilizar los rendimientos agrícolas y hacer más resiliente al sistema frente a impactos climáticos severos como el registrado en la última campaña 2022/23.
“Hoy la ganadería es un insumo más de la agricultura y, así como resulta un factor clave para poder sostener los rendimientos de los cultivos de renta, contribuye a diversificar los ingresos de la empresa”, resumió Carlos.