La Fundación Avina trabaja en toda América Latina, desde México hasta Argentina, y se encarga de fortalecer la tarea de líderes sociales y empresarios para promover el desarrollo sostenible, concebido tanto como el cuidado del medio ambiente como en la inclusión social y la institucionalidad democrática.
“Acompañamos a aquellos líderes que actúan en marcos de valores, porque muchas veces líderes sobran, lo que faltan son instituciones que den marco de valor, construyendo bien común en lugar de promover intereses sectoriales y corporativos”, reflexionó en Bichos de Campo Carlos March, el director de Comunicación Estratégica de Avina.
March dijo que los problemas de América Latina no son de idelología, que no es más que una forma de organizar ideas para alcanzar el bien común. El problema viene cuando se desvía el objetivo de llegar a ese bien común. “Ideología sin valores es corrupción, y eso es lo que pasa en Latinoamerica, una de las regiones del mundo con mayor índice de corrupción según la ONG Transparencia Internacional”, explicó.
Mirá el reportaje completo a Carlos March:
Según March, en la Argentina, “al no haber una institucionalidad que haga de la corrupción un delito, se genera la cadena en donde tenés un negocio que se convierte en negociado, luego el negociado en corrupción, la corrupción en impunidad y la impunidad en ostentación. Esa progresión nefasta termina destrozando el bien y los recursos públicos”.
El periodista y ex director de la fundación Poder Ciudadano explicó que “un 40% de la economía argentina funciona mal. Ahí tenes un problema de la dirigencia empresaria. Tenés política en donde la corrupción manda. Sindicalistas que están hace 50 años en la silla, y que están lejos de defender a la clase trabajadora. Todo eso lleva al deterioro institucional”.
Y entonces, ¿cuál es el remedio? “No es uno solo. Hay que combinar una serie de factores. Por un lado hay que potenciar los liderazgos que se muevan en marcos de valor, pero al mismo tiempo hay que generar una institucionalidad que permita potenciar a ese líder para construir proyectos de largo plazo”.
Bichos de Campo encontró a March en Pergamino, en el marco del conflicto con los agroquímicos y las denuncias cruzadas entre productor y vecinos. Por eso juzgó que en este caso “no hay confianza en las instituciones. Entonces, en lugar de generar un sistema de certezas en la sociedad democrática, terminamos cayendo en una cuestión de fe, en donde creemos o no creemos a una parte o a la otra”.
“No hay instituciones. Ahí es cuando se cruzan la palabra del productor con la del ambientalista, y nadie intermedia. Y cuando aparece un intermediario, como por ejemplo, un informe o análisis que dice que el glifosato no tiene impacto o que el agua no está contaminado, nadie lo cree”, resumió el estado de cosas.
March recordó el conflicto de 2008 por las retenciones, que hizo que la sociedad le diera su apoyo al campo, y dijo que “el agro se articuló con el tema de la 125, pero por una cuestión reactiva, para defenderse de modo corporativo, y no para plantear qué modelo de desarrollo agropecuario queremos en Argentina. Entonces, se incrementó el espanto en ese momento, y la gente se agrupó”.
Pero luego remarcó que “esa misma unidad lograda para rechazar una medida que los perjudicaba, no continuó para desarrollar o pensar un verdadero modelo agropecuario. Fue sólo algo de corto plazo. Con un horizonte de sólo dos años es complejo construir normativa y política pública a futuro”.